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Gastronomía

La segunda vida de la histórica Freixenet

Propiedad de un potente grupo alemán desde hace cinco años, las bodegas de vinos tranquilos que también conformaban Freixenet son ahora de la familia Ferrer Miranda

La segunda vida de la histórica Freixenet

La histórica compañía de cava Freixenet tiene su sede social en Sant Sadurní d'Anoia (Barcelona).

La desintegración de emblemática cavista catalana comenzaba dentro de la misma casa motivada por varios desencuentros familiares, añadido a la importante crisis que en aquel momento padecía en sector, y más en concreto el cava. Realidad que se llevaba por delante décadas de éxito de la famosísima Freixenet.

La cuestión es que en el primer trimestre de 2018 el grupo alemán Henkell –filial de vinos espumosos, vino y licores del Oetker Group– adquiría casi el 51% de las acciones de Freixenet mientras el resto, en aquel momento, permanecía en manos de la familia Ferrer Noguer, con el 42% de las acciones, y José Luis Bonet Ferrer, actual presidente de la Cámara de Comercio de España (suma ya su tercer mandato en el cargo), al tiempo que en la actualidad presidente de honor de Freixenet y el único de los hermanos Bonet que no quiso vender su participación.

En todo caso, la operación se pudo realizar después de que los Hevia (29%) y tras ramas de la familia Bonet (con 7,25% del accionariado cada una) aceptaran la oferta alemana. En aquel acuerdo de venta, quedaba reflejada una opción de venta a los accionistas de las familias que permanecían en el accionariado. Esto fue el origen del presente actual de Freixenet.

Lo que a priori reflejaba la operación era el principal interés de los alemanes, el cava y los espumosos del grupo Freixenet, con lo que el resto de bodegas quedaban a disposición del comprador que se interesara por ellas, con prioridad para el familiar que quisiera hacerlo, como en aquel acuerdo se había firmado.

Es así como Pedro Ferrer Noguer, uno de los consejeros delegados del grupo –con el 42% de las acciones–, recompró, a los pocos meses, seis bodegas de vinos tranquilos de Freixenet: Vionta (Rías Baixas), Valdubón (Ribera del Duero), Solar Viejo (Rioja), Morlanda (Priorat), Fra Guerau (Montsant) y Finca Ferrer, en Argentina. Una operación de la que nace la sociedad Ferrer Miranda, a mediados de 2019, un nuevo grupo bodeguero con ramificaciones en todas esas zonas de elaboración, además de mantener las bodegas Can Sala (donde se sitúa el origen de Freixenet) y La Freixeneda pues en todo momento han sido propiedad de los Ferrer Noguer.

La Freixeneda. Masía medieval de la familia Ferrer.

Los orígenes de Freixenet, en mano de la familia

Aquella historia familiar de la que tiempo después nacería Freixenet se sitúa en esa bodega, Casa Sala (Sant Sadurní d’Anoia), tras el paso de la filoxera. La familia estaba dedicada a la venta de vinos a granel y decidió cambiar las variedades cultivadas entonces por las tradicionales del cava y en 1861 Francesc Sala Ferrés fundó la Casa Sala, la primera marca exportadora de vinos en Sant Sadurní d’Anoia. Su hijo siguió con el negocio y de este cogería el relevo su hija, Dolors Sala Vivé, tras casarse con Pere Ferrer Bosch (heredero de la Freixeneda).

Fue aquí donde empieza, en 1914, el negocio del cava. La bodega fue construida en la finca familiar en 1901 pero no fue hasta 1914 que elaboraron la primera botella de cava Freixenet. Dolors queda al frente de la empresa tras el asesinato de su marido y uno de sus hijos mayores al principio de la Guerra Civil, y así fue hasta que murió en 1978. Entonces la compañía queda en manos de sus cuatro hijos y uno de ellos es José Ferrer Sala, casado con Gloria Noguer y con quien tiene cuatro hijos.

Es ésta la familia Ferrer Noguer, propietaria de aquel 42% del accionariado además de herederos de Casa Sala (Can Sala y Vinyes de Can Sala) y la Freixeneda, y a quienes también pertenecen los vinos de la Cerdanya (l’Indret), y de la Vall de Bianya (Malloll de Bianya). Bodegas todas que nunca entraron en la venta a Henkell porque siempre fueron propiedad de los Ferrer, no de Freixenet.

Dolors Sala y Pere Ferrer, fundadores de Freixenet.

La propuesta alemana

Lo que sí pasó a manos alemanas son las modernistas Cavas Freixenet, donde continúan elaborando en esta momento una amplia gama de espumosos a los que sumaron, desde el inicio, vino Prosecco –de la región italiana de Véneto– dado su tirón entre el consumidor internacional. Poco después llegaron además burbujas sin alcohol.

Cubierta la gama espumosa decidieron crecer hacia los vinos tranquilos con una serie de vinos que agrupan bajo el epígrafe ‘Selección Especial’ de Freixenet y que lanzaban a finales de 2021. Comenzaban con un blanco y un rosado y ha sido el pasado septiembre cuando incorporaban un tinto de garnacha, syrah y cabernet sauvignon. Tres elaboraciones jóvenes, interesante complemento de su portfolio y pensadas para el público general, con precios muy competitivos (poco más de 5 euros/botella) y bajo Denominación de Origen Catalunya.

Los Selección Especial de Freixenet.
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