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Poseidón, el torpedo nuclear ruso que puede provocar un tsunami radiactivo desde el mar

La OTAN ha avisado a los países Aliados de la movilización del submarino K-329 Bélgorod, cuya finalidad podría ser probar el torpedo en el Ártico

Poseidón, el torpedo nuclear ruso que puede provocar un tsunami radiactivo desde el mar

Poseidón, el misil ruso con un alto poder destructor. | U.S. Navy (Zuma Press)

Rusia ha puesto en marcha el submarino K-329 Belgorod. Esto ha hecho saltar las alarmas de la OTAN, que ha avisado a los países aliados sobre la navegación actual del buque bajo las aguas en el Ártico. La principal diferencia militar de este submarino con respecto al resto de la flota naval rusa es que va equipado con el misil Poseidón, la denominada arma del Apocalipsis: un supertopedo capaz de viajar hasta 10.000 kilómetros de distancia con total precisión y con muy pocas opciones de ser detectado.

Los expertos aseguran que tiene un alto poder destructor y, sobre todo, podría generar tsunamis nucleares si la explosión tiene lugar cerca de la costa. Tanto Rusia como Estados Unidos, no obstante, tienen almacenados misiles intercontinentales en sus arsenales desde hace décadas y son tan importantes y letales como este en cuanto a los daños que pueden causar.

La Alianza sospecha que el Kremlin pretende probar la efectividad tanto de Poseidón como del propio Belgorod, según adelanta el diario italiano La Repubblica. Este submarino es uno de los dos únicos de la flota que puede llevar a bordo este arma, y se puso a flote el pasado mes de junio. La diferencia es que el otro submarino solo puede llevar un torpedo.

El Belgorod mide 184 metros de eslora y 15 de manga, puede viajar a unos 60 kilómetros por hora bajo el agua y pasar hasta 120 días sin tener que volver a la superficie. Según el espionaje occidental, este buque podría estar implicado en el reciente sabotaje a los dos ramales del gaseoducto Nord Stream en el Báltico. La Inteligencia rusa, por otra parte, culpa a la flota estadounidense presente en la zona de la destrucción de esos tubos. A pesar de ello, Washington avisó el sábado de que quizá nunca se sabrá quién provocó esos ataques.

En cuanto al avance del Belgorod, la OTAN lo ha mantenido bajo su radar y, ahora mismo, navega por el mar Blanco. La sospecha es que Rusia podría experimentar con el torpedo dentro de los límites del mar de Kara; es decir, en el Ártico y en zonas despobladas y, además, sin carga atómica.

La elección de este lugar puede no ser solo por su lejanía. Rusia también podría querer probar una de las supuestas ventajas de este proyecto: el poder disparar el misil debajo de una gruesa capa de hielo y disipar cualquier rastro de calor. Es por esto que la movilización del Belgorod en esta ocasión podría ser solo una demostración de Rusia a Occidente de su arma nuclear más sofisticada y no una amenaza de guerra. Sin embargo, el escenario actual en Ucrania hace difícil no verlo como un peligro potencial.

Podría destruir litorales completos

Poseidón no es algo nuevo: en 2015 ya se hablaba de él como un supertorpedo capaz de cambiar las reglas de contravigilancia en el mar. Mide 20 metros de longitud y dos de diámetro y, además, se alimenta de un motor de propulsión nuclear. Esto último es clave para alcanzar una velocidad por encima delos 150 kilómetros por hora y tener una autonomía con la que no contaba ninguno de sus predecesores.

El propio Kremlin lo calificó como el instrumento para conseguir la supremacía bélica en el mar en 2018, cuando lo dio a conocer. Este mismo año varias publicaciones especializadas en la guerra naval han advertido de que el proyectil todavía no se ha desplegado; sin embargo, han confirmado la impresión de que cambiará los modelos de disuasión nuclear. Si llega a tener lugar el ensayo, este sería el primero de un artefacto que, según esas mismas publicaciones, es «una de las armas más temidas de Rusia».

¿Y qué convierte a este misil en un arma tan peligrosa? En primer lugar, el Poseidón o Status-6 no es estrictamente un torpedo. Es un dron submarino que permite pilotarlo en remoto y guiarlo a un objetivo que esté hasta una distancia de 10.000 kilómetros. Aunque Rusia ya hizo a mediados del siglo pasado experimentos con megatorpedos que eran capaces de atacar a corta distancia y hacer estallar una carga nuclear en el interior de un puerto, estos no dejaban de ser proyectiles al uso, con todas sus limitaciones tanto técnicas como de precisión.

El arma del Apocalipsis, sin embargo, está más cerca del concepto de un aparato de alto rendimiento, autopropulsado y guiado a distancia. Su letalidad también viene propiciada por los efectos que puede provocar de ser usado cerca de una costa: la carga nuclear puede explotar bajo el mar, lanzar al aire enormes masas de agua y provocar un tsunami que genere olas gigantescas.

Es más, se habla incluso de la posibilidad de arrasar litorales completos. Pero esto no acaba aquí: también podría crear una lluvia radiactiva debido a la combinación de los componentes atómicos con el agua del mar. Esto no solo podría matar a un gran número de personas a corto plazo, además de contaminar amplias superficies de terreno durante décadas. La catástrofe de Chernóbil en 1986 es un escenario que permite entender lo que podría llegar a provocar el Poseidón.

Pone en jaque a los estándares militares occidentales

Este misil pone en jaque a los militares occidentales por la dificultad de rastrearlo.
Este misil pone en jaque a los militares occidentales por la dificultad de rastrearlo. Foto: Mcs Joshua Karsten (U.S. Marines / Zuma Press)

La gran amenaza de este misil para los estándares militares occidentales, además, es que es muy difícil de rastrear y es prácticamente imposible detenerlo una vez disparado. Su velocidad es demasiado alta para un torpedo convencional: solo está al alcance de algunos misiles intercontinentales, pero solo si saben por dónde está navegando. Sin embargo, el que pueda hacerlo entre cincuenta y mil metros de profundidad le hace indetectable.

Y este no es el único problema: tiene más recursos para esquivar un misil en su calidad de dron. Es esto por lo que Rusia alardea tanto de su potencial: la industria militar, según los expertos, deberá inventar nuevos sistemas de rastreo para poder identificar al Poseidón en sus desplazamientos submarinos. No obstante, esto no es impedimento para que Estados Unidos haya desplegado ya su red de satélites en el Ártico para intentar monitorizar las maniobras del Belgorod.

Por último, la complicación técnica, su coste y las dificultades de transporte que supone impiden que el Poseidón pueda usarse como proyectil de uso frecuente. Su finalidad, por tanto, es propinar un golpe letal en medio de una cadena de acción-reacción. Por tanto, esto convierte en completamente imprevisible el cuándo lo utilizaría el Kremlin.

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