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Opinión

La derecha paleta

«La Memoria Democrática lleva siendo injusta con Primo de Rivera desde que murió a manos de Largo Caballero, el socialista»

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La Policía intenta contener a los falangistas que intentan acceder al entierro de Primo de Rivera. | Europa Press

Ver las imágenes de varios energúmenos con el ¡Viva Franco! y demás memeces mientras llegaban a San Isidro los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, le hace a uno tropezarse de tanto paleto suelto que enarbola un invento que el mismo Franco se esforzó en inventarse. Podemos ir por partes pero iremos mejor por hechos. Asociar a Primo de Rivera con Franco sólo cumple los deseos que el dictador se inventó detrás de su falta de ideología, un plan muy bien ejecutado para que su «movimiento» fuera soportado en los fundamentos políticos que su personalidad castrense apenas sostenía. De hecho, si no fuera un traidor seguiría siendo lo monárquico que fue, antes de descubrir lo bien que se vivía como usurpador de tronos y cepillándose opositores, políticos y sociales, al mínimo cosquilleo de debilidad, que eran más de lo que se piensan. 

José Antonio Primo de Rivera rozaba el comunismo, no por gustarle, sino por conceptos, odiaba a la figura del Rey y consideraba a los militares una especie de mal necesario para la defensa de un país. Tenía bastante resentimiento con los castrenses que compartían su ADN, además de tener un discurso mucho más social que el de Yolanda Díaz en lo de Évole, y en general. Cuando le mataron en Alicante, Franco, que pudo salvarle, prefirió hacerse el sueco como tantas veces haría por aquello de los celos y porque en un hipotético debate político después de ganar la guerra, un tipo como José Antonio hubiese supuesto para el dictador una amenaza mayor que cualquier país de maquis a los que fue aniquilando con el tiempo. Era mucho más rentable apropiarse del movimiento de Primo de Rivera —que para lo social daba el pego— y así se zampaba en el mismo plato a todos los conservadores o socialistas moderados que compraban el discurso del fundador de la Falange Española. 

José Antonio era amigo de García-Lorca, hablaba desde un conocimiento científico de la materia que despachaba, y además de abogado, era místico y político, y asesinado por el bando republicano tras un juicio similar al de una película de los Monty Python, porque era entre otras cosas, republicano. Los herederos de aquellos terroristas que lo mataron, hoy lo dejan disecarse en una ley de Memoria Democrática que lleva jodiéndole la vida desde que, como dijo la Thatcher, ustedes mismos apuntaron con sus propias manos. Lo de pedirle a los agitadores de la calle y la trinchera que no agiten es imposible pues cobran por ello, pero que del otro bando aparezcan unos paletos creyéndose por un segundo que a José Antonio le hubiese gustado el Franquismo, es como ver en el cine una película de terror con el propio Franco sentado en todas las butacas mirándote a ti. También puedes pasearte por la Castellana y contemplar la figura del asesino que le mató.

«Al final, la familia está cumpliendo con su voluntad de recuperar los restos del finado para que formen parte del lugar donde descansan los suyos»

La Memoria Democrática lleva siendo injusta con Primo de Rivera desde que murió a manos de Largo Caballero, el socialista. Primero Franco se apropió de su ideología y de su cuerpo, después la democracia ha hecho tambalear su descanso eterno por decir que es Franquista alguien que no compartía con Franco ni su concepto por España ni mucho menos su ideología militar. Aún con esas, unos cuantos se empeñan en dejarle viviendo en esa miseria en la que Franco le abandonó para irse a recoger la siembra de su impecable oratoria de allí por donde pasara. No sólo venció el relato del dictador, sino que hoy, con toda la información al alcance de un mísero clic, hay unos zoquetes que tanto de un lado como de otro —que es casi peor— meten en el mismo cajón a todo lo que sea mínimamente complejo para su cerebro por desarrollar. 

Al final, la familia está cumpliendo con su voluntad de recuperar los restos del finado para que formen parte del lugar donde descansan los suyos. Es lo más importante de todo este embrollo que agitan desde gabinetes de políticos y medios de comunicación que viven de este lagar y pescan, en la inmundicia del hombre de hoy, los votos que sostienen sus negocios. Así dejamos de hablar de la viruta que se acaba de llevar la asociación que define a Txapote como víctima, los mil y largos violadores a los que llegaremos con la ley del sí sólo es sí, las bobadas de los perros, los millones de los independentistas, los asaltos a los Tribunales y al resto de Instituciones, los binarios no partícipes, que si don Juan Carlos, que si ponte otra rayita, y mira que tiene guasa que nos han colado lo de José Antonio Primo de Rivera mientras siguen arruinando a los miembros de esta casa. 

Una frase para recordar a José Antonio, «una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una unidad de destino universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España».

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