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Viento nuevo

Mandíbula dura

«Todo lo subrayado sobre perfiles políticos exhibe una sola ventriloquía: repetir los folios monclovitas, la hoja de ruta»

Mandíbula dura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

¿Por qué los pobres y perroflautas votan a Milei en Argentina? «Para dejar de serlo», me responden, lacónicamente, por los emails viajeros. «Porque ni Borges ni Octavio Paz fueron de izquierdas», añade algún librero bohemio y socarrón, pobre lujoso, rico mendigo. Gana Milei: rockstar con patillas, ‘El peluca’ que habla con su perro muerto, el asesino de subvenciones y subsidios, el asesino de bancos nacionales y corredurías que son freidurías, el empaquetador de privatizaciones con lazo caro de regalo, el otorgador de dádivas según demanda y no a granel, el que tira por el retrete carteras como cultura o deportes, mientras presume de motosierra, apretando los dientes.

«Mandíbula dura» es el filete con patatas a las finas hierbas que teóricos filocomunistas, Infolibre y por ahí todo seguido (el amigo Jesús Maraña, de Sahagún de Campos, que en la guerra de Gamoneda con los garciamonteros trepadores se puso de parte de los segundos, siendo él leonés, coño) ponen sobre la mesa: «Los nuevos ministros lo tienen jodido como sean de bocao fácil; esto requiere mandíbula dura, saberse la papela».

Todo lo subrayado sobre perfiles políticos, adecuados perfiles políticos, perfiles políticos y no técnicos (hermoso eso de que la ministra de Sanidad sea anestesista) exhibe una sola ventriloquia: repetir los folios monclovitas, el guion, la hoja de ruta, el cuaderno de bitácora, saberse los pactos sin hacer el ridículo. Vale, pibe. Veintidós ministerios sin motosierra, pibe. Aquí lo regalamos a granel, pibe, sin demanda, que es al igual y distinto a lo tuyo.

Habrá muchas embestidas al natural, de los propios socios que quieren más, de los europeos con el traje negro y la lupa en el bolsillo interior de la chaqueta donde debieran llevar una petaca (Jean-Claude Juncker la llevaba), y otros alicates y destornilladores imprevistos, pero hay que saberse la papela para que la prensa no sea otro más. La papela, escrita desde Moncloa, repetida como loros, es lo crucial para no derribar el castillo de naipes. Otro brochazo, el de feminizar al presidente, más ministras y más mujeres, cambia el aire y consigue otro tono. Diría Manuel Machado, el borrachín de los dos hermanos líricos: «Ellas con los labios siempre abiertos en una sonrisa, ellos con los ojos siempre dirigidos hacia esas cosas que no se ven». Mandíbula dura. Prieta.

El súper súper súper: Bolaños. Solo le falta una cartera, la de Presidencia y, en plan Adriana Lastra, igual da el salto. Me faltan dedos para contar despachos y cosas. Su trabajo con la prensa, recordemos, no fue ninguna faena de aliño, todo lo contrario, jamás un insulto, jamás una caída, jamás un grito. Bolaños, leal y directo, dirigirá el cotarro. Todos lo saben. La segunda pieza del engranaje, Montero, a la que premia, a la que refuerza, porque conviene solapar un acento con otro, el de García-Page con Montero, el de Montero con Page, porque el sur siempre fue socialista y es una pena que no lo sea, escándalo de los ERE por medio (putas y farias a mansalva).

Escrivá, despeinado y despistado, es el mejor delfín para nadar y sobar en Transformación Digital («La política son dilemas», dice Pablo Simón). Calviño tiene prisa por dirigir en enero sus bancos europeos. Óscar Puente conoce bien el AVE donde le sacan videos chungos. Puente rescata a su vez a Redondo, que puede hacer tándem con Saiz, Elma y Ana, Ana y Elma, Inclusión e Igualdad, mucha í.

El miedo, el pánico y el terror se llama Jordi Hereu, que fue alcalde, dicen, pero que trabajó siempre para heredero. El Hereu heredero de la vieja herencia, sí, esperemos que no ponga el Ministerio de Industria en Waterloo, donde la mandíbula es laxa, porque se bebe y no se come, ya lo dijo Mario Vaquerizo por la tele, si bebes y no comes no engordas. Torres, en Política Territorial y Memoria Democrática, no sé qué hará, ni qué es eso, porque el mapa ya lo dibujó Puigdemont en una servilleta, antes de que se confirmasen sus siete mil pavos de pensión vitalicia desde la vuelta del exilio, ese «exilio» que cuenta Santos Cerdán, cuando antes era «busca y captura». Qué grande Fernando Savater con ese titular: «Puigdemont merece escolta y ser escoltado hasta Alcalá Meco». Siete mil pavos. Como periodista no los hubiese ganado, aunque Raúl del Pozo embolsa más. 

Y las mandíbulas dejan de ser prensiles para ser aviarias, pajariles, dulces, en la foto de Sumar, donde las ausencias de Podemos son otro canto: Yolanda Díaz, Mónica García, Sira Rego, Ernest Urtasun y Pablo Bustinduy. Me encanta Urtasun, porque Los Verdes enseñan a pensar, y hace falta más hierba en Cultura que pienso cárnico, a lo García Montero. Bustinduy, creo, fue la bomba, porque estuvo en Podemos, y dinamitó la cosa al contar el vaso como estaba, lleno y no medio vacío. «La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come», escribió Quevedo. Sumar es la diana de todos los dardos. Limpian la guillotina para sus cabezas pero son los grandes triunfadores. Mi amigo Gaspar Llamazares lo enseña en sus libros.

En boca cerrada, mandíbulas duras y prietas, no entran moscas. Un poco, sí, habrá también que apretar el culo. Vienen curvas. Vienen sustos. Tener un quijote firme (la papela monclovita) que ayude a la posible respuesta sin pregunta es terreno ganado. Pero olvidan los sabios de la tribu que la boca prieta, la mandíbula dura, no habla. Muerde, y no habla. Y no es lo mismo, podría haber dicho Cela, morder la lengua que la almohada. Sólo dirán la verdad las bocas abiertas.  

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