Así se detecta el inicio de la celiaquía: primeros síntomas

La celiaquía afecta aproximadamente al 1% de la población mundial y es una enfermedad de origen autoinmune. La característica de esta enfermedad es que provoca una reacción inmunitaria anormal a la hora de ingerir gluten. Esta proteína está presente en el trigo, la cebada, el centeno y algunos otros granos. Cuando las personas celiacas consumen alimentos que contengan este compuesto, sus sistema inmunológico ataca y daña el revestimiento del intestino delgado. Esto llega a provocar atrofia en las vellosidades intestinales.

Esta enfermedad tiene un importante componente genético, según explica el director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, Diego Sánchez Muñoz. «Se sabe que la enfermedad tiene una fuerte asociación con ciertos antígenos de histocompatibilidad (HLA) en la región del cromosoma 6. De hecho, es una condición fundamental presentar mutaciones en ciertos alelos HLA, como HLA-DQ2 o HLA-DQ8 para presentar la enfermedad», desarrolla el doctor.

A pesar de esto, no todas las personas que tienen estos alelos terminan desarrollando la enfermedad. Por ello, es de suponer que hay otros hechos que podrían estar involucrados, como la exposición al gluten o factores ambientales. Sin embargo, sí está claro que la celiaquía tiene una importante base genética y, además, que el consumo de gluten es el principal desencadenante de la sintomatología de esta dolencia.

Cómo es posible detectar la celiaquía sin hacer pruebas

Aunque hay matices, según los países y las zonas geográficas, la celiaquía es una enfermedad que afecta a una de cada 100 personas en todo el mundo. Esto quiere decir que es una enfermedad muy frecuente y, además, son muchas las situaciones clínicas que pueden llevar a pensar en ella.

El paciente puede presentar una multitud de síntomas, «pero por su frecuencia destacan síntomas como diarrea, pérdida de peso, hinchazón o pesadez abdominal, entre otros síntomas digestivos». También hay que tener en cuenta que también puede aparecer sintomatología extradigestiva; es decir, indicios más allá del aparato digestivo.

«Así, puede aparecer dolor de cabeza, alteraciones menstruales, abortos de repetición o lesiones en la piel que incluso pueden ser diagnósticas por sí mismas de la enfermedad celiaca», explica Sánchez. Además, añade: «Hace años, cuando no se disponía de pruebas diagnósticas fiables o su realización no era generalizada, se sospechaba la enfermedad ante pacientes con una sintomatología muy marcada de desnutrición, y se realizaba pruebas de supresión temporal de gluten en la dieta, mejorando sintomáticamente y, posteriormente, se volvía a reintroducir el gluten, volviendo a presentar síntomas que en no pocas ocasiones eran graves».

A día de hoy, no obstante, «los síntomas son mucho más sutiles y no se llega en general a esos extremos». Esto es porque los pacientes consultan con su médico «mucho antes» y, además, las pruebas complementarias que hay disponibles para diagnosticar son muy fiables.

Las pruebas para confirmar este trastorno

En general, «las primeras pruebas que se solicitan son algunas determinaciones analíticas específicas». Estos son son anticuerpos que, al ser una enfermedad inmunológica, aparecen con valores altos en aquellas personas que tengan celiaquía. El especialista explica que, en la actualidad, hay tres tipos de anticuerpos específicos con alta sensibilidad para diagnosticar esta enfermedad:

• Péptidos deaminados de gliadina.
• Anticuerpos antiendomisio.
• Snticuerpos antitrasglutaminasa

A pesar de tener una precisión diagnóstica bastante alta, el médico puntualiza que no es posible confiar «en que un paciente que presente anticuerpos negativos definitivamente no sea celiaco, ya que en ciertas ocasiones, estos se elevan poco o tardan en elevarse». Es más, aparte de para el diagnóstico, son también muy útiles para poder hacer un seguimiento de la dieta sin gluten en los pacientes celiacos.

Por tanto, la confirmación última de la celiaquía llega tras la realización de una endoscopia oral. Esta sirve para tomar muestras de biopsias duodenales, en las que el patólogo puede ver el grado de atrofia de las vellosidades intestinales. Además, puede observar la «cantidad de células inmunológicas (linfocitos) presente en la muestra, lo que puede establecer el grado de esta enfermedad, útil para el seguimiento posterior».