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Cultura

Philippe Claudel imagina el totalitarismo edulcorado de una sociedad postfascista en su última novela

Al exitoso autor francés Philippe Claudel (Nancy, 1962) le llevó 37 años publicar su primer libro y casi 50 dirigir su primera película

Philippe Claudel imagina el totalitarismo edulcorado de una sociedad postfascista en su última novela

Dominique Kucharzewski

Hay algunos rasgos por los que se caracteriza la obra de Philippe Claudel y que, si no en todas sus novelas, sobrevuelan gran parte de su producción: la denuncia social, los espacios indeterminados en los que se desarrollan las tramas, las formas clásicas de la narración (el thriller, el cuento de hadas, las alegorías, etc), la idea de pertenencia a una comunidad (y su reverso: la extranjería), pero también la guerra. Aunque, por sobre todo, se diría que es el concepto de humanidad lo más representativo y lo que siempre de una u otra forma resta presente en sus textos. Por ello, no es raro que Claudel reconozca que Inhumanos sea su novela más importante, pues aquí la idea sobre qué es lo humano resulta central (y problemática, ya que nos obliga a cuestionarnos muchas cosas).

«Mi objetivo era exagerar un poco el presente para poder extraer de él todas las monstruosidades que alberga»

Sentado en el lobby de un hotel barcelonés de la Vía Augusta nos cuenta Claudel una mañana de finales de noviembre que en esta novela ha intentado proyectarse en un futuro más o menos cercano. «Mi objetivo era exagerar un poco el presente para poder extraer de él todas las monstruosidades que alberga, provocar en nuestra realidad una suerte de efecto de lupa, lo que me ha permitido, al mismo tiempo, la caricatura, el humor negro y un cierto tono macabro». La novela trata de un tema muy serio, ya apuntado con anterioridad: qué significa ser humano. Consciente de ello, Claudel se dio cuenta de que convenía abordar el tema desde el absurdo, llevándolo un poco al extremo.

Imagen vía Editorial Bunker Books.

Y es que Inhumanos nos habla de una sociedad que se parece mucho al mundo actual, a cualquiera de las sociedades occidentales contemporáneas, en verdad. Claudel, por ello, nos confirma que no ha inventado nada, que «solamente ha ido un poco más lejos. Quería observar nuestros comportamientos actuales -nos dice-. Mi novela es una especie de constatación de la humanidad que he podido observar, donde se está produciendo la desaparición de la moral, de los sentimientos; todo aquello lo que, para mí, constituye el fondo de la humanidad. Y tengo la sensación de que nuestras sociedades actuales favorecen esa dirección».

Interrogantes morales

Se podría considerar Inhumanos como una sátira moral con voluntad de denuncia social.  Para Claudel, más allá de la forma de la novela, «lo importante es plantearse preguntas morales. Lo que me gustaría es que nuestros contemporáneos se hicieran más preguntas. Porque me da la impresión de que la moral ha salido de nuestras preocupaciones. Durante siglos nuestra sociedad ha estado bajo el yugo de las religiones; la católica, en nuestro caso. Y, claro, la religión lo que hace es plantear un interrogante moral.  Incluso cuando yo era niño la moral se enseñaba en la escuela o en las familias: se nos enseñaba qué es lo que hay que hacer y lo que no, qué es lo justo, lo que está bien y lo que está mal. Pero me da la sensación de que hemos abandonado ese territorio. Y hoy día al hombre se encuentra sin moral, sin dios, sin creencias. Así, resulta muy difícil constituirse como un hombre, formarse. Y es más fácil derivar hacia lo inhumano».

«Me gustaría es que nuestros contemporáneos se hicieran más preguntas. Porque me da la impresión de que la moral ha salido de nuestras preocupaciones»

Philippe Claudel

Inhumanos es una novela constituida por 25 relatos brevísimos (casi todos de dos o tres páginas) y que se puede leer en un orden aleatorio, en tanto que un conjunto de aforismos extendidos (en el sentido de anti-reglas de conducta). El libro mueve entre tres ejes: entre el del pensamiento ilógico (en el sentido de indecente) traído del surrealismo, la destrucción dadaísta y el objetalismo del nouveau roman (entendido este como una narrativa que expulsa al hombre del mundo novelesco, gracias a su objetividad fría y neutra).

Las frases son cortas, breves. Están unidas por interminables puntos y seguidos y no hay ninguna marca del discurso. Ello trata de procurar en el lector una sensación robótica, inhumana. Claudel lo explica así: «Las frases son muy cortas, el vocabulario es sencillo, no hay emociones ni imágenes. Quería que pareciera como si fuera una máquina la que hubiera escrito el libro. La humanidad misma ha abandonado el lenguaje en mi obra. En el libro hay una estructura, pero, al mismo tiempo, se trata de una novela desestructurada. Me permite mostrar que no hay principio ni fin. Y también muestra que no hay sentido incluso en la propia construcción del texto».

Foto: William Ropp. | Cedida por la editorial.

Todo ello con un efecto muy claro: «Los libros han de ser electroshocks para despertar al lector. Porque nos estamos convirtiendo en eso mismo de lo que hablo en la novela. Y no es tarde, hay que tomar conciencia. Todos los personajes del libro son personajes que no tienen ganas ni moral ni pasiones ni sentimientos están desprovistos de humanidad. Parece que lo único que les interesase sea comprar y vender». A su entender, solo tenemos dos opciones: o lloramos y nos suicidamos o reímos. «Yo opto por la risa», dice Claudel, aceptando que al reírnos demostramos nuestra humanidad, ese estar y sentirnos vivos (y humanos) todavía. 

Recuperar el sentido de lo social

Inhumanos es una novela depravada, turbadora y terrible. Llena de escenas atroces. Las relaciones sociales que se establecen entre los miembros de la Empresa, que es el círculo en el que se desarrollan la mayoría de las mini tramas o sketches, son superficiales y pobres. Se trata de seres abatidos, casi exánimes. Seres que no tienen ninguna motivación para seguir viviendo. «No les interesa el sexo, ni el amor ni los otros -nos dice Claudel-. Tampoco el trabajo; el entretenimiento les aburre. Así que también aquí hallamos esa forma de inhumanidad en esa desmotivación. Incluso ya ni siquiera les chocan todos los actos horribles que cometen». Su memoria de sí mismos y del pasado está extenuada, no consiguen recordar. Con ello, han perdido la memoria de la humanidad. De su humanidad.

«Quería que pareciera como si fuera una máquina la que hubiera escrito el libro. La humanidad misma ha abandonado el lenguaje en mi obra

Nos cuenta Claudel sobre sus personajes que «el libro muestra un entorno de personas para los cuales la sociedad ya no existe como tal. Por ejemplo, los elementos débiles de la sociedad (los pobres, los viejos, los enfermos, los emigrantes) son eliminados. La solución que encuentran los personajes es eliminar precisamente a esas categorías de personas que necesitan ayuda. Por ello, se podría decir que retrata una suerte de sociedad postfascista, en la que se da algo así como un fascismo edulcorado, que ya no ejecuta a las personas, sino que directamente las abandona. Por lo tanto, se trata de una sociedad que deja de ser una sociedad». La clave de todo ello está en el concepto de monstruo que maneja Claudel. Los personajes de Inhumanos lo son. En tanto que personajes desgarradores, «son personajes que nos interesan y que seguimos mirando porque nos decimos ‘bueno, nosotros no somos así’, pero si nos observamos internamente y hacemos examen de conciencia sí que nos damos cuenta de que un poco sí que somos así», sentencia Philippe Claudel.

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