Alba Caro, la novillera catalana que aspira a hacerse un hueco en la tauromaquia

Alba Caro tiene 17 años y apunta maneras. Hace solo año y medio se inscribió en la Escuela Taurina de Catalunya para empezar a torear, y el pasado agosto debutó vestida de luces en Torres, un pueblo de Jaén. Si le preguntas si es una vocación o solo afición, contesta en corto y por derecho: «Es mi vida».

Su paso adelante en el mundo de la tauromaquia no ha sido fácil, tuvo que lidiar con tabúes más grandes que novillos. El primero, el de su círculo más cercano: ni a su padre ni a su madre les hacía gracia la idea. Para ambos, este mundillo les era muy ajeno. Ni siquiera son ganaderos. Pero, como la pintura o la música clásica, el toreo es un arte que hay que conocer para apreciar. Por eso la joven se muestra contenta de que «ahora», a su padre, «le empieza a gustar».

Caro, además, es catalana. Una tierra donde las corridas están proscritas desde 2011. Cada vez que quiere ver a sus ídolos tiene que desplazarse fuera de su comunidad. Es tan joven que apenas atesora recuerdos de la última corrida que hubo en Cataluña, donde un apoteósico José Tomás salió en hombros de La Monumental.  

Aunque muchos insistan en borrar esta parte de la historia, la Ciudad Condal contaba hasta con tres plazas de toros (La Monumental, La Barceloneta y Las Arenas). Y es que la tauromaquia que hoy representa Alba Caro en Cataluña es una tradición tan castiza como mediterránea. 

«Sacrificio, constancia y respeto a los mayores»

Esta aprendiz de torero es consciente de este legado. Si algunos valores le ha dado la escuela de tauromaquia son el del «sacrificio y la constancia». También, «el respeto a los mayores», que cree que «como sociedad los hemos perdido un poco». 

En esa mirada hacia el pasado, Caro recuerda también a su abuela, que falleció solo dos meses antes de que ella empezara en la escuela de tauromaquia: «Creo que lo de los toros me viene de ella. A mi abuela le gustaban mucho, pero no me pudo ver debutar». 

Cuando de pequeña iba al pueblo de Antequera, de donde procede parte de su familia, se trasladaba hasta los corrales para ver a los animales. Más tarde, con 11 o 12 años, buscaba vídeos en internet de los más grandes diestros, porque nunca los había visto en televisión.

Un mundo de hombres

La Escuela Taurina de Catalunya cuenta con seis alumnos. Caro es la única chica, pero asegura que ello no ha comportado diferencias en el trato: «Por el hecho de ser mujer no he tenido ningún problema, siempre he tenido muchas oportunidades y el mismo apoyo». 

Tampoco en su pueblo del Baix Llobregat ni en su colegio habitual su dedicación a la tauromaquia ha supuesto problema alguno. Caro es de las que intuye que, cuando rascas un poco, hay más gente de lo que parece a quien le atrae la Fiesta: «Al principio cuando tenía que faltar a clase por los toros no decía nada. Pensaba que iba a ser más complicado de lo que realmente ha sido. Pero mis profesores y compañeros lo entienden. La verdad es que un compañero mío de clase que antes ni hablábamos me confesó que le gustaban los toros y ahora es nuestro tema de conversación. Y como él, más gente». 

Debut en Jaén

Su debut como novillera en Jaén lo recuerda como «el día más bonito toreando». «Como yo lo soñé, pues fue así», remacha. Su debut coincidió con la fiestas de la Mercè de Barcelona, que desde hace 11 años se celebran sin toros. 

Según la crónica de Va de Braus, un portal catalán especializado en tauromaquia, «Caro fue efectiva con la espada y su faena fue premiada con dos orejas». Alba Caro no esconde que experimenta «nervios» antes de salir al ruedo: «No sé cómo va a salir el animal, tengo esta incertidumbre».

El objetivo de Caro es poder vivir profesionalmente de este arte: «Voy a luchar todo lo que está en mis manos para conseguirlo». Agradece a su director en la escuela taurina que haga «todo lo posible para que toreemos». Y esto implica viajes fuera de Cataluña, ya sea en Francia o en el resto de España. Su próxima cita es el 5 de noviembre en Portugal.