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Señor Putin, ¿ha ordenado matar a alguien?

«Periodistas como Barbara Walters aún tienen mucho que enseñarnos. Más en un país en el que los presidentes no admiten preguntas en las ruedas de prensa»

Señor Putin, ¿ha ordenado matar a alguien?

El presidente Putin concede una entrevista a ABC. A petición de la periodista de ABC, Barbara Walters, el presidente firma su libro 'First Person'. | Wikimedia Commons

La pregunta se la espetó al presidente ruso Barbara Walters (1929-2022), probablemente la mejor entrevistadora de televisión, cuya muerte el 30 de diciembre pasó en España prácticamente desapercibida. «Para que conste, Putin contestó no», aclararía la presentadora. Fue pionera del periodismo televisivo norteamericano, pero no solo eso, fue también pionera en el acceso de la mujer a la información política, un mundo reservado para los hombres hasta que ella hizo añicos lo que parecía un muro infranqueable.

Sus entrevistas, muchas de ellas disponibles en YouTube, deberían estudiarse en las facultades de periodismo. Más en un país, como el nuestro, donde las entrevistas a los políticos acostumbran a ser de guante blanco, pensando más en no molestar al entrevistado que en satisfacer el interés del espectador.

Barbara Walters en su despacho, fotografiada por Lynn Gilbert en 1979, Nueva York. | Wikimedia Commons

De las entrevistas de Barbara Walters han quedado momentos memorables. Como cuando consiguió desarmar a Richard Nixon, solo seis años después de su dimisión, y hacerle confesar que su gran error fue no destruir las grabaciones que le incriminaron en el caso Watergate.

O cuando dinamitó la reputación de Monica Lewinski, tras su relación sexual con el presidente Clinton.  «¿Qué les dirás a tus hijos sobre esto?», preguntó a la becaria, que cándidamente respondió:  «Supongo que les diré que su madre ha cometido errores». Barbara Walters miró directamente a la cámara y apostilló: «El eufemismo del siglo». La escena fue vista por 74 millones de atónitos televidentes.

Ocho presidentes norteamericanos, desde Richard Nixon hasta Donald Trump -la última entrevista de Walters siendo el empresario aún candidato-, se sometieron a sus interrogatorios. Una interminable lista de líderes mundiales también accedieron a responder a sus incisivas preguntas: Boris Yeltsin,  Anuar el-Sadat, el Sha Reza Pahlevi, Menahem Begin, Jian Zemin, Fidel Castro,  Margaret Thatcher, Indira Gandhi, Václav Havel, Muamar el Gadafi, Hussein I de Jordania, Hugo Chávez… Y también estrellas del cine y la música como John Wayne,  Michael Jackson, Katharine Hepburn o Laurence Olivier.  

Jimmy Carter durante una entrevista con Barbara Walters (1978). | Wikimedia Commons

Pese a haberse enfrentado a las grandes personalidades de las últimas décadas del siglo XX -se podría reconstruir la historia sólo con sus entrevistas-, cuando le preguntaron qué personaje le había impactado más, contestó que Robert Schmithdas, un doctor sordociego, que dedicó su vida a ayudar a las personas en sus mismas circunstancias. 

Barbara Walters era temida a la vez que admirada. Tenía una innata capacidad de persuasión. Dejarse entrevistar por ella  constituía un alto riesgo, pero, a la vez, un reto al que no se podían resistir los personajes más poderosos. Recuerda, salvando las distancias, a otra gigante del periodismo del siglo XX, Oriana Fallaci, cuyas conversaciones recogidas en el libro Entrevistas con la historia (1974), son muy difíciles de conseguir hoy. Lo mismo ocurre con Audition, las memorias de la presentadora que ni siquiera están traducidas al español.

¿Cuál era el secreto del éxito de Barbara Walters? Se ha destacado su aspecto de mujer dulce, su carácter apacible y sus maneras refinadas que llevaban a los personajes a confiarse y abrirse ante ella. No le faltaron detractores, quienes la acusaron de no mantenerse imparcial, de ser demasiado cruel con algunos de sus invitados y demasiado melosa y sentimentaloide con otros.

La periodista Barbara Walters entrevista al presidente Gerald R. Ford y a la Primera Dama Betty Ford en la Residencia de la Casa Blanca (1976). | Wikimedia Commons

Walters siguió el estilo de «periodismo personal», iniciado por el mítico Edward R. Murrow, recordado por George Clooney en la película Buenas noches y buena suerte (2005). No sólo realizó entrevistas, sino que también produjo programas de investigación sobre los temas más diversos, desde el drama del Sida hasta la lucha de las mujeres por la igualdad.  

Comenzó su carrera en 1961 en la NBC como secretaria. Pronto le encargaron espacios sobre temas femeninos dedicados a las amas de casa. No fue hasta 1974, cuando hizo historia al convertirse en la primera copresentadora de un informativo, el matutino Today Show. Sólo dos años después la fichó la ABC para presentar en solitario las noticias.  En 1979, pasó a presentar el programa 20/20, y en 1997 creó el exitoso magazine de tertulias y entrevistas The View -aún hoy en antena-, en el que se mantuvo hasta su retiro en  2014. Además, fue elegida en varias elecciones para moderar los debates entre los candidatos presidenciales.

El obituario es un género en desuso, al menos en nuestro país. Se ha generalizado la creencia de que en este mundo,  dominado por la tecnología, no hay nada que aprender de las viejas glorias.  Sin embargo, periodistas como Barbara Walters aún tienen  mucho que enseñarnos. Más en un país en el que los presidentes no admiten preguntas en las ruedas de prensa, y sólo ofrecen entrevistas a periodistas de confianza. A ella le debemos el haber creado una escuela, una forma de hacer periodismo en profundidad,  incisivo y, sobre todo, un periodismo temido por los poderosos. Gracias a ella, y a los que la secundaron, en Estados Unidos los políticos temen a la Prensa y la Prensa ha perdido el miedo a los políticos.

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