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'That '90s Show': demasiada nostalgia puede ser empalagosa

Se estrena la secuela de ‘That ’70s Show’ y el resultado no es afortunado. Luce más como un ‘remake’ que como una historia con sentido

‘That ’90s Show’: demasiada nostalgia puede ser empalagosa

Imagen promocional.

A That ’90s Show o Aquellos maravillosos 90, como se ha traducido al español, se le reconoce que cumple con lo que promete. Si querías recordar los primeros años de Internet, el grunge y los chistes fáciles de una época aún optimista, no tendrás problema en verla de un tirón. Los episodios son tan cortos que se consumen como una bolsa de donuts. Aun así, es probable que sientas que algo no cuadra.

La fortaleza y la debilidad de That ’90s Show es que no arriesga. Repite exactamente la fórmula de That ’70s Show, aunque con un elenco mucho más flojo (¿o serán mis años?). En todo caso, hay un personaje que queremos ver en todas las escenas: Ozzie (Reyn Doi). Si en el producto original era Fez (Wilmer Valderrama) el comodín para sacarnos de los arcos argumentales conocidos y, por lo tanto, el líder de los momentos más hilarantes y confusos, en esta versión es Ozzie el que asume esa responsabilidad y vaya si lo hace bien.

Ozzie, un joven de rasgos asiáticos y homosexual, intenta salir del armario siguiendo un plan. Pero he aquí un ejemplo de la dificultades que enfrenta That ’90s Show: ¿es relevante para la audiencia este tipo de historias cuando la televisión está repleta de personajes que han asumido su sexualidad sin reparos? Es probable que contar las dificultades para declararse gay en esos años tuviera relevancia, sin embargo, al tratarse de una comedia tan ligera, el capítulo dedicado a ello es casi anecdótico.

Por otra parte, salvo Leia Forman (Callie Haverda), la hija de Eric Forman (Topher Grace) y Donna Pinciotti (Laura Prepon), al resto de personajes les falta ese carisma que brotaba de los poros de Ashton Kusher (Michael Kelso) o Mila Kunis (Jackie Burkhart ). No estaríamos comparándolos si la producción hubiera tomado otros riesgos y no repetir o casi calcar el antiguo formato, con los paralelismos interpretativos completamente reconocibles.

El regreso de viejos conocidos

Bonnie Turner, que trabajó en la serie basada en los años 70, aparece en los créditos después de Gregg Mettler, quien intenta sacar el show adelante, pero, sabiendo que hay un peso muy grande de las estrellas del pasado, las trae de vuelta para intentar que los fanáticos del grupo de amigos original también se enganchen con la sitcom. El más nostálgico, entonces, esbozará una sonrisa al ver la dinámica de Eric y Donna, ahora como esposos. También la de Kusher y Jackie, una pareja alocada y caótica.

Sin embargo, es la presencia de Fez la que más enamora. Es un personaje que envejeció bien. Su singularidad impide que pase el tiempo. Mientras que sorprende que Eric no haya evolucionado y sus torpezas se vean forzadas, el personaje que interpreta Valderrama fácilmente podría haber servido para un spin-off.

En este contexto, una decisión acertada fue la de mantener el dúo formado por Kurtwood Smith (Red) y Kitty (Debra Jo Rupp) como piedra angular de la trama. Todos estos adolescentes giran entorno a estos graciosos abuelos. Es lo que finalmente sostiene a una historia débil en su fondo, y muy empalagosa cuando tira de la nostalgia. 

Una serie con aires de Disney

Para quien no conoce los antecedentes, That ’90s Show puede resultarle irritante debido al excesivo humor blanco. Esto en servicios de streaming como Disney no sorprendería, pero sí en Netflix. Para explicar el punto: Netflix está lleno de series con adolescentes problemáticos, incluso cuando la trama tira de lo fantástico, como Merlina. Quienes crecieron viendo Stranger Things, Sex Education, Esta mierda me supera, Élite o The Umbrella Academy, ¿conectarán con esta básica propuesta? Es una de las tantas preguntas que el show genera. 

Por otro lado, las risas de fondo, la escenografía de grabación en vivo y las reacciones de los personajes, propias de las series de los 90’s, incluso para los que crecimos como televidentes con estos formatos, más que nostalgia nos hace sentir avejentados. ¿Por qué esto nos causaba tanta risa?, se preguntará más de uno.

Y he allí el problema de fondo de That ’90s Show, apunta al chiste ya conocido con demasiada frecuencia, sin encontrar su verdadero tono. El sótano y la marihuana, con la cámara rodando y enfocando cada rostro, resultó una fórmula muy original para captar la década en That ’70s Show. Veinte años después, no. Y es así con la mayoría de sketches: fórmulas que parecen no haber envejecido bien.

El empoderamiento femenino

Como era de esperar y como ya es común en la mayoría de series, si en la original Eric era el protagonista, con sus inseguridades para conquistar a Donna, en That ’90s Show es una chica la que asume ese rol: Leia. Al mismo tiempo, Gwen Runck (Ashley Aufderheide) y Nikki (Sam Morelos) terminan de completar ese cuadro de jóvenes fuertes, con ideas maduras sobre la vida y el futuro. Los creadores, entendiendo los nuevos tiempos, le bajan decibelios a la sexualidad para encajar y evitar cancelaciones, a costa de tratar efímeramente los avances de las relaciones entre adolescentes.

Aun así, Leia lo define muy bien en una frase: «El feminismo lo dejo para la universidad, ahora quiero un novio». Esa línea, tan sencilla, es prácticamente el punto de partida y la esencia de That ’90s Show. Una chica quiere un chico, desea ser besada y experimentar todas esas cosas que a los 15 años nos parecen de vida o muerte. La premisa podía haber dado para evitar la autoparodia. Sin embargo, los productores decidieron irse por lo seguro: el remake. En tiempos de samplings, covers, precuelas y secuelas, es una decisión que se entiende aunque no aporte nada.

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