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Cultura

'Los pálidos', el poder detrás de las series de televisión en escena

Lucía Carballal dirige su primera obra en el Centro Dramático Nacional, una inmersión en el mundo televisivo y sus conflictos con la corrección política

‘Los pálidos’, el poder detrás de las series de televisión en escena

Ensayo de la obra teatral 'Los pálidos'. | Luz Soria

«A veces, digo que me ha criado la televisión porque pasé muchas horas delante de ella cuando era niña –cuenta Lucía Carballal–. Estábamos al comienzo de los 90 y todas aquellas series que me acompañaron me ayudaron a conocer el mundo tal y como lo hace la cultura popular: de manera muy sencilla y sin pedirme nada a cambio». La dramaturga que, por primera vez asume la dirección de una de sus obras, estrena Los pálidos en el Centro Dramático Nacional (CDN) de Madrid en una pieza que contará con Israel Elejalde, Miki Esparbé, Natalia Huarte, Manuela Paso y Alba Planas en el escenario y que se mantendrá en cartel hasta el próximo 26 de marzo.  

Sobre el tablado, un veterano guionista y su equipo, reunidos en una sala de guion, tratan de afrontar el fracaso de su último trabajo: una serie sobre un club femenino de voleibol que, aunque buscaba poner el foco en la mujer, ha despertado la polémica entre sus seguidores ante la decisión de su protagonista de renunciar a jugar un Mundial para dar a luz

Cartel de la obra teatral

Las series de ficción son la excusa de la que se vale Carballal, que creció viendo la pequeña pantalla, para reflexionar sobre el relevo generacional y el poder de las historias.  «En la época en que yo veía la televisión no había tanta conciencia como ahora de que tantas horas de visionado eran nocivas para los niños –explica al teléfono–. En cualquier caso, tanto aquello como la lectura tuvieron mucho que ver con que empezara a escribir desde muy pequeña, quizás imitando un poco esta idea de vivir ya muy dentro de las ficciones». 

El cambio generacional

Construida a partir de los personajes, el protagonista de Los pálidos –hecho a medida del propio Elejalde, en quien Carballal había pensado antes incluso de ponerse a escribir la obra– es un hombre de 50 años que ha vivido su época dorada en la televisión como guionista y productor ejecutivo de series de éxito y que, de la noche a la mañana, se siente fuera de lugar. «Lo que es y su manera de contar ya no son lo que se necesita», tercia Carballal. «La sociedad ha cambiado, hay nuevos intereses y una nueva sensibilidad en la que él, por formar parte de otra generación, no encaja. Se trata de alguien exitoso que empieza a sentir que se ha acabado su época o que ya ha terminado su etapa productiva, a pesar de sentirse perfectamente capacitado para seguir trabajando mucho tiempo más». 

Tráiler de la obra teatral

Esto, continúa la autora, le lleva a llamar a una chica más joven, que se llama María (Huarte), a la que saca veinte años y con la que tiene una historia personal anterior. «La obra se articula en torno a este movimiento: la caída de él mientras ella, sin embargo, va encontrado su sitio. En ese sentido tiene que ver con el éxito y el fracaso. He intentado hacer una obra que hiciera una fotografía de un cambio de sistema, sobre qué significa eso para ambos personajes, para el que se va y para la que llega».

‘Los pálidos’. | Luz Soria

La televisión como evasión

De hecho, la dramaturga, autora de éxitos como Las bárbaras, Una vida americana o Los temporales, conoce perfectamente las dinámicas de una sala de guion porque durante cinco años ella misma compaginó la escritura de piezas de teatro con guiones para series como Vis a vis o La edad de la ira. «Para mí la televisión fue un descubrimiento, la verdad», reconoce ahora. «Una sala de guiones es un lugar que tiene mucha adrenalina, en el que viví por primera vez un trabajo en equipo dentro de una estructura de producción mucho más industrial. Es decir, menos precaria y evidentemente muy encaminada a que sea comprendida por mucha más gente. Eso cambia completamente el enfoque de la ficción». 

Pero, además, explica, aquellos años «me dejaron una fuerte sensación de que las salas de guiones son un espacio de bastante poder, en el sentido de que tomas decisiones que tienen que ver con las emociones, con la manera en que los espectadores van a recibir determinados temas o problemáticas actuales. Tu punto de vista cuenta. Importa quiénes son las personas sentadas a la mesa. No es lo mismo que seamos todos hombres que mujeres, mayores que jóvenes… Es un espacio de representación y esa sensación de que sea así, y por tanto un espacio con una connotación política, me parecía una buena idea para empezar escribir algo a partir de ahí». 

En este sentido, reflexiona, la televisión misma ha evolucionado mucho. Con la aparición de las plataformas, con un modelo en el que por muy poco dinero al mes puedes acceder a muchísimo contenido, la oferta se multiplica. «Tengo la sensación de que como todo ahora mismo es tan fragmentado y tan epiléptico, vivimos dentro de las redes sociales donde los impulsos duran medio segundo, ya ni hablo de TikTok. La idea de comprometerte con una historia durante varias semanas ya es una relación de continuidad con algo». 

‘Los pálidos’ | Luz Soria

Las series, mantiene la dramaturga, han acabado por ordenar la rutina y la vida de la gente. «Cumplen con una función también bastante emocional. Se vio durante la pandemia hasta qué punto la ficción acompañó a la gente y ahora mismo también es un lugar donde la gente encuentra mucha evasión. Vivimos en un momento social en el que si atendemos a lo que está pasando a veces no soportamos tanta dureza y la televisión cumple esa función de permitirnos salir un momento de la realidad».

Calcular la responsabilidad

Sin embargo, como puntualiza Carballal, la obra no se centra únicamente en todos estos debates. «Al principio pensé que Los pálidos era una obra sobre el mundo de la televisión que en los últimos años he conocido como guionista. Pero después entendí que ese universo ha sido una excusa para hablar de algo más amplio. Y es que ser quien cuenta la historia no es solo una posición de poder en el seno de una industria particular, también es una forma de existir y sobrevivir en este tiempo que permanentemente busca la novedad, que fomenta la creación de identidades y modelos inspiradores y que deja de escuchar a quien ha perdido el brillo o se ha quedado atrás», relata en el CDN.

Alrededor de eso, satélites como la corrección política revolotean alrededor de esta obra que, según su creadora, tiene muchas capas. «Aunque no me gusta mucho llamarlo así –matiza– porque tengo la sensación de que no se trata de hablar sobre qué hay que decir para ser correctos políticamente, sino de cómo manejar la cuestión de la representación. Hay una responsabilidad ejemplarizante y esta es una idea que me parece compleja. No es sencillo saber qué hacer siempre. Es un error pensar que la ficción es obligatoriamente una escuela de valores, me parece que no forma parte de su cometido formar a los espectadores en ética o ciudadanía, pero al mismo tiempo, y este pero es muy importante, tampoco se puede decir que la ficción debería ir completamente al margen de estas cuestiones. A medida que la sociedad va cambiando y que nos hacemos conscientes de determinadas cosas, es muy difícil seguir escribiendo las cosas como las escribíamos. Ahora nos pasa que vemos cualquier ficción de hace diez años y a veces es un retrato muy crudo de una sociedad muy machista y homófoba». 

‘Los pálidos’. | Luz Soria

En ese sentido, continúa, «encontrar el equilibrio entre no ser negligente y no dejar de hacerte preguntas que creo que hay que hacerse, y al mismo tiempo no convertir lo que estás escribiendo en un intento de educar a los espectadores, es algo complicado, y sin duda esto está en la función. Más desde la pregunta en torno a cómo hacer que desde la crítica a una postura en concreto».

El salto a la dirección 

Con Los pálidos, se da la circunstancia además de que Carballal dirigirá por primera vez una obra de teatro, reto que ha asumido con mucha ilusión. «Ha sido un proceso muy, muy bonito. Tenía muchas ganas de dirigir. He reflexionado mucho sobre por qué no lo había hecho antes, pero es una pregunta que tampoco sé contestar del todo –confiesa–. Disfrutaba mucho de mi relación con los directores, me gustaba mucho la idea de que otra persona ofreciera otra lectura sobre lo que yo había hecho y no me estaba dando cuenta de las ganas que en el fondo tenía de dirigir yo también».

Una evolución que, en realidad, ha sucedido de manera natural. «Siempre he escrito para los actores, con ellos en el centro de mi pensamiento, y me encanta la escenografía. Vengo de una familia de arquitectos. Así que me he sentido mucho más cómoda incluso de lo que esperaba. Ha sido una revelación», añade Carballal, que también tiene palabras para los actores que le acompañan en esta primera aventura. «Me siento muy afortunada porque es el elenco ideal, el que yo quería. He hecho un espectáculo muy en torno a ellos, casi una carta de amor a los actores».

‘Los pálidos’. | Luz Soria

Con la idea de que, aunque las cosas se renueven, aunque cambie quién está contando la historia, «al final hay algo férreo, inamovible, que es ese sistema dentro del cual las figuras van siendo relevadas unas por otras» y la pregunta de «hasta qué punto podemos cambiar las cosas, a pesar de que llegue una nueva generación, y cuánto hay de sistema y de estructura que nos impide renovar algo del todo», Carballal, cuenta, trabajó la puesta en escena con Alessio Melon. El resultado es «un espacio único, bastante monumental, que es una hibridación entre un plató de televisión en el que se ven todas las tripas de la ficción y al mismo tiempo es un espacio de representación, porque es uno de los platós de la serie que los personajes están escribiendo». Bajo esa estructura, avanza, «hay una capa metateatral en la obra que también aparece. Es como si la obra preguntara los espectadores: qué relación queréis que tengamos los que contamos las historias con el público». La respuesta, a partir de hoy en el CDN.

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