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'The Newsreader': nostalgia de un periodismo perdido (aunque sin moralinas)

Anna Torv y Sam Reid protagonizan la nueva delicia de los amantes de la ficción periodística, una serie que en España está disponible en Filmin

‘The Newsreader’: nostalgia de un periodismo perdido (aunque sin moralinas)

Fotograma de 'The Newsreader'. | Australian Broadcasting Corporation

Australia, años 80. Nada más remoto que este marco espacio-temporal. The Newsreader nos sitúa justo ahí. Esta serie australiana, cuya segunda temporada está a puntito de estrenarse –en España, en Filmin– es la nueva delicia de los amantes de la ficción periodística. En su mayoría, juntaletras y otros seres de este, nuestro oficio. Por el título nos podría recordar a The Newsroom, serie de 2012 creada por el siempre polémico Aaron Sorkin. Aunque guarda algunas similitudes de las que hablaremos más adelante, The Newsreader es otra cosa.

La serie se desarrolla en el caos de una sala de noticias de televisión en la Australia de 1986, que tampoco parece tan remota a lo que podría ser la España de 1986. En esa redacción hay una presentadora –una newsreader– estrella, Helen Norville, interpretada por Anna Torv –famosa por su papel en series como Fringe o, ahora, en The Last Of Us–. Norville es un auténtico icono mediático de la televisión australiana. Si ella falta, los espectadores llaman indignados a la cadena. Unos espectadores que ven a una Helen Norville que en pantalla se muestra segura, magnética y confiable. Nada más lejos de la realidad: es una mujer atormentada, con muchos problemas y, sobre todo, muy solitaria. Su alter ego en esta historia es Dale Jennings (Sam Reid), un joven reportero apasionado por su oficio que sueña desde niño con ser presentador. Cuando sus vidas personales y profesionales se encuentran, Helen y Dale se embarcan en una nueva y frágil alianza. Y, por detrás, todo tipo de tramas, secretos y dramas.

Una ficción periodística, pero no aleccionadora

El guionista y creador de The Newsreader, Michael Lucas, ha unido su talento al de la directora Emma Freeman. El equipo de guionistas, completado por Niki Aken, Jonathan Gavin y Kim Ho, ha logrado componer una obra muy completa, y mucho más original de lo que podríamos pensar antes de degustarla. Solo la brillante interpretación de esa periodista frustrada, de esa presentadora atormentada, que realiza Anna Torv, hace que el visionado merezca la pena. Pero es que, además, todo el elenco está perfecto en su papel, y la trama tiene los matices que un buen seriéfilo sabría disfrutar.

En las películas y series sobre periodistas abundan las lecciones sobre ética periodística. Suelen versar sobre la huida del sensacionalismo, sobre la búsqueda de la verdad a cualquier precio. El reportero se convierte en una suerte de héroe que lucha contra el sistema, contra los intereses mediáticos, todo palos en las ruedas para escribir un pedacito de historia. Los archivos del Pentágono, en la que Steven Spielberg abordaba el trabajo de los periodistas de The Washington Post y The New York Times que revelaron el ocultamiento de información sobre la guerra de Vietnam por parte del Gobierno estadounidense, o la citada The Newsroom, en la que Sorkin describía el día a día de un canal de noticias, son solo dos ejemplos recientes de ello. Hay a puñados.

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Anna Torv y Sam Reid protagonizan ‘The Newsreader’. | Foto: Australian Broadcasting Corporation

Sin embargo, The Newsreader no tiene ese tono moralizante. No alecciona, no ahonda tanto en los pecados del oficio. Y se agradece. Sí que, a través de unos personajes que buscan hacerse un hueco –ella quiere ser más periodista, él quiere ser más presentador– trasluce una voluntad por hacer un buen trabajo. Y, teniendo en cuenta que la trama nos sitúa hace más de 30 años, es inevitable sentir cierta nostalgia por un periodismo perdido. Reflexionar, en definitiva, sobre el momento en el que se encuentra nuestro oficio.

La presión por la audiencia y el share está siempre sobrevolando todo lo que hacen, muestra de que esto no deja de ser un negocio. Las luchas de poder internas hilan los seis capítulos. Y las vidas personales de estos periodistas, caóticas, llenas de matices, no dejan de sorprender al espectador episodio tras episodio.

Muchos de los eventos históricos que cubren estos periodistas, como la explosión del transbordador Challenger o el desastre nuclear de Chernóbil, nos suenan a todos, aunque la redacción esté en Australia y cubra otros sucesos más locales. Así que la serie sirve, además, como testigo histórico de un tiempo que parece lejano en unas cosas, pero tan cercano en tantas otras. Este es un buen momento para descubrir The Newsreader, cuya segunda temporada llegará pronto a nuestras pantallas.

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