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Cultura

'Cristo y Rey', una radiografía a medias de la farándula patria

La historia de Bárbara Rey y Ángel Cristo está claramente sesgada: se cuenta una versión, la de la ‘vedette’, y se esconde más de lo que se muestra

‘Cristo y Rey’, una radiografía a medias de la farándula patria

Fotograma de 'Cristo y Rey'. | Atresplayer Premium

El cotilleo en España es deporte nacional. No es ningún secreto, ni debería chocar a nadie. El interés en este y otros tantos medios de comunicación por los asuntos del corazón es notorio. Programas como Sálvame –que ha creado su propio círculo de famosos de segunda, un círculo que se retroalimenta sin fin– son tan longevos que, aunque pasen por horas bajas, nadie puede dudar de su éxito. Y de su interés, incluido el sociológico.

A algunos les interesan más, a otros les interesan menos, pero los pormenores de las vidas de otros, sus dichas y desgracias, gustos en la cama y otros detalles escabrosos terminan llegando a oídos de todos, desde el más ramplón al más intelectual. Habría que haber estado en una cabaña perdida en el monte y sin cobertura para no enterarse, por ejemplo, de los cuernos de Íñigo Onieva a Tamara Falcó o los de Piqué a Shakira.

¿Por qué nos interesan tanto las vidas de otros a quienes ni siquiera conocemos? No vamos a responder a esta pregunta aquí, pero sí vamos a hablar de un género cinematográfico –y también seriéfilo– cuyo auge demuestra que nos interesa la vida de los demás más que nunca: el biopic. No es un género nuevo, es tan viejo como lo es el cine. Películas como Juana de Arco (1900), del cineasta francés Georges Méliès, o Judith de Betulia (1914), del estadounidense D. W. Griffith, son dos ejemplos de los primeros grandes títulos dentro del género. Y más de un siglo después se siguen produciendo numerosos de biopics cada año, y sus amantes –entre los que me encuentro– nos congratulamos de ello. Hay algo del biopic que no podemos obviar: satisface, precisamente, nuestra sed de cotilleos.

Uno de los biopics más recientes y que más está dando que hablar en España es Cristo y Rey, la producción original de Atresplayer Premium que retrata una época muy concreta, los años 80, y una historia en particular: la protagonizada por la vedette Bárbara Rey y el domador Ángel Cristo. Disponible en la plataforma de streaming de Atresmedia desde el pasado 15 de enero, la primera temporada de la serie está tocando ya a su fin. Ahora toca revisarla.

Una serie sustentada sobre todo en las actuaciones

Empecemos por lo bueno. Cristo y Rey funciona, fundamentalmente, por las actuaciones de la serie. Belén Cuesta convence en su interpretación de Bárbara Rey (o María, paro los amigos), en esa transición entre mujer libre y musa a mujer maltratada y, en parte, olvidada. La caracterización, además, es notable. Jaime Llorente confirma que está de dulce en el papel de un atormentado Ángel Cristo. Aunque, en este caso, la caracterización no sea tan buena. Ángel Cristo no era tan guapo ni tan alto. Adriana Torrebejano, por su lado, está más que correcta en la piel de una Chelo García Cortés que lidia por dentro con el amor no correspondido de la vedette, sí, pero con el espíritu protector de una buena amiga también. Otros tantos secundarios hacen que la ficción brille allá donde hay claroscuros, como Cristóbal Suárez, que interpreta a un rey Juan Carlos mucho más atractivo de lo que podríamos imaginar.

Belén Cuesta brilla en el papel de Bárbara Rey. | Atresplayer Premium

Las interpretaciones de los actores y la trabajada ambientación de un mundo que ahora nos parece muy lejano, esa jet-set de principios de los 80, se completan con una edición frenética, en la que nos van presentando a cada personaje con unos rótulos que brillan como brillaban en la televisión de la época. Sin embargo, todo ese brillo se desvanece cuando entramos en la materia en la que suspende Cristo y Rey: el guion, la trama que nos acerca.

Cristo y Rey cuenta con la ayuda de Bárbara Rey. No es ningún secreto, pero es que además es palpable en el discurso que subyace en la historia que nos cuenta la serie. En cómo nos la cuenta. Su testimonio es fundamental, ya que es la protagonista absoluta de la trama. La serie empieza con un Ángel Cristo entre la espada y la pared: el circo no va bien, solo un milagro podría salvarle de la ruina. Ese milagro es Bárbara Rey, que es dibujada como la salvadora del domador. Un especial en TVE, primero, y su rápido compromiso, después, hacen que el circo reflote. Todo, con mafiosos de por medio y un romance «secreto»: el del Rey con Bárbara.

Un romance real (y lo que queda por contar)

Esta es una de las grandes novedades que ofrece la serie. Si bien la relación de Juan Carlos I con la vedette era un secreto a voces, es la primera vez que podemos ver en pantalla una simulación de cómo fue aquello. O, al menos, de cómo quiere Bárbara Rey que lo veamos. Asistimos al drama de una joven enamorada de un hombre que no puede corresponderle como ella desearía, un jefe de Estado, el marido de una reina. «Ese te quiere para lo que te quiere, María», le dice su amiga Chelo en una escena del segundo episodio. Y no erraba el tiro. Hay algo en todo esto que despierta el interés del espectador más allá del romance: esas escuchas de las conversaciones de la vedette. ¿Quién escucha, para qué?

Después, asistimos al relato de los malos tratos de Cristo a Rey. Un Ángel Cristo violento, machista y celoso empedernido no duda en sacar su monstruo a relucir. Un relato creíble pero que, una vez más, no tiene demasiadas aristas, a pesar de que el equipo de guion se haya esforzado en profundizar lo suficiente en el personaje interpretado por Jaime Llorente. Mucho sexo, muchas drogas y muchos malos tratos, en definitiva. Una radiografía a medias, ya que solo tenemos una versión.

Lo que no cuenta Cristo y Rey, tal y como apuntaba Fernando Rueda en THE OBJECTIVE, es la trama de chantajes al Estado. «Como periodista de investigación, lo que despertaría mi atención es que contara cómo se le ocurrió organizar un chantaje al rey Juan Carlos para que la pagara un dinero a cambio de que no contara intimidades compartidas», dice el periodista en su artículo. Es cierto que todo aquello no forma parte del arco temporal que compone la primera temporada. ¿Tal vez para la segunda? Veremos. Bárbara Rey, eso sí, está aprovechando el tirón de esta ficción para regresar a los platós a contar su historia una vez más. Y nosotros, como buenos españoles, seguimos practicando el deporte nacional: el del cotilleo.

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