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'Succession': Shiv, la reina de las serpientes

La nueva entrega de la serie de HBO profundiza aún más en las diferencias de liderazgos y tenemos a una ganadora

‘Succession’: Shiv, la reina de las serpientes

Fotograma de la serie Succession. | HBO

Atención, este artículo contiene spoilers.

Todos quieren ser Logan. Pero Logan hay uno solo y está muerto. Esa es la gran verdad que se nos rebela en «Kill List», el quinto episodio de la cuarta y última temporada de Succession. Sin embargo, al cierre del capítulo, como sucedió en «Honeymoon States», se corona a los ganadores y perdedores por heredar los guantes del peso pesado de la industria de las telecomuicaciones. Y este round fue para Shiv (Sarah Snook). 

La clave del triunfo está en el mismo nombre del episodio. Cuando se revela la lista de las personas que podrían ser despedidas, una vez que Lukas Matsson (Alexander Skarsgård) tome el control de Waystar, no hay ninguna del «equipo Shiv». Esto sucede por la conversación privada con el nuevo comprador. Ella le habla muy bien, por ejemplo, de Gerri (J. Smith-Cameron) y Karolina (Dagmara Dominczyk). De hecho, termina sucediendo lo que ella aconseja: ofrecer más dinero a los caprichosos hermanos, Roman (Kieran Culkin) y Kendall (Jeremy Strong). Hasta Tom (Matthew Macfadyen) sale ganando.

De manera que en una breve conversación, con licor y cocaína de por medio, Shiv hace el verdadero trabajo de CEO que sus hermanos no pueden ejecutar. Tiene sentido porque, de todos los herederos, fue ella quien realmente tuvo un trabajo en el que debía ahondaba en la naturaleza de las negociaciones. La política es lo suyo, una labor equidistante con el comprensible ataque de sinceridad de Roman.

Pero, ¿por qué Roman y Kendall quieren llevar el acuerdo con GoJo al diablo? Aquí está el meollo del fin de temporada. Retumba aquella frase de Logan cuando quiso negociar con sus hijos: «Ustedes no son personas serias». Se refería a la incapacidad de la nueva generación de mantener la palabra al momento de voltear las cartas. Son caprichosos por naturaleza. Más que cerrarlo, les gusta jugar con los vericuetos de cualquier trato.

Una agrupación de ‘covers’

En Noruega, es Matsson quien se comporta como Logan. Hace los chistes que desencajan a los nuevos directores de Waystar. Es doloroso que todo el legado de empresario estadounidense sea descrito como un montón de «repuestos de buena calidad, pero sin marca». Y una frase de remate es lapidaria: «Son una banda tributo», refiriéndose a los herederos. 

Roman intenta defender, más con rabia que con claridad, lo hecho por su padre, mientras Kendall trata sin éxito de pensar como hubiera pensado su padre en ese preciso momento. La enorme sombra del titán que falleció en el tercer episodio lo cubre todo. Los hermanos simplemente no pueden llevar el ritmo de una encomienda que les supera. Por eso pareciera que están destinados a hacer covers, y su enemigo lo sabe.

Cuando Matsson pide una foto de Roman y Kendall, busca inmortalizar la cara de la derrota. Los Roy no pueden, como deseaban, desechar la millonaria nueva oferta. De hacerlo, podrían ser demandados por la junta de accionistas. Con un par de días al mando de la empresa, no están en posición de liderazgo para idear otro plan. Es por ello que, a pesar de conseguir el objetivo inicial -sacarle la mayor cantidad de dinero a su comprador- no se sienten ganadores. En el primer pulso como herederos de la voz más influyente de su época en cuanto a negocios se refiere, han perdido.

En la otra esquina está Shiv. Pasó de la inacción al protagonismo. Le bastó la atracción que parece levantar en Matsson y un par de consejos para conseguir la venta y deshacerse de algunas personas que le incomodan, como Hugo (Fisher Stevens), el hombre que se ha encargado de manchar el nombre de Logan. Es una victoria elaborada desde la contención y, hasta cierto punto, la sinceridad. «Le partí el corazón, luego él me lo partió a mí», dice ella sobre su matrimonio con Tom durante la conversación íntima. La vulnerabilidad puede ser un aliado frente a un interlocutor que confiesa haber enviado litros de sangre a una exnovia.

Sin embargo, aún no podemos asegurar el futuro. ¿Qué piensa hacer Shiv con esa confesión de Matson que involucra a Ebba (Eili Harboe)? ¿Qué significó esa escena en la que intenta ensuciar los zapatos de Tom y en la que él le golpea el lóbulo? ¿Por qué le invita a comer después de rebajarlo en una comparación física con Matsson? Hay algo allí moviéndose que no alcanzamos a adivinar.

Cuando ‘Kill List’ inicia, y toda la delegación se dirige a Noruega, escuchamos a Hugo decir que son «serpientes» que van en un avión. Si fuese así, Shive sería la reina de las víboras. Desde el sigilo ha ganado una enorme batalla. Las conspiraciones entre hermanos es menos sangrienta que en otras temporadas, pero están allí. Cada uno, no obstante, cree actuar procurando el bienestar del otro. La realidad, sin embargo, se resume en esas pequeñas líneas para hablar de los estados de ánimo.

Shiv asegura que tiene un hueco en el corazón y que sufre de migrañas diarias, Roman no puede dejar de pensar en el velorio de su padre, a quien desean enterrar con una falda a cuadros, y Kendall no quiere ni ver la foto que manda Connor del cadáver. Por más que intentan seguir adelante con sus vidas y negocios, los hermanos están rotos y no hay millones de dólares que les puedan ayudar para transitar en paz sus duelos.

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