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Cultura

'No todo el mundo', 14 amores de hoy

Tras el éxito de ‘Los nombres propios’, la escritora Marta Jiménez Serrano vuelve con un libro de relatos, espejo de la intimidad y las relaciones modernas

‘No todo el mundo’, 14 amores de hoy

Marta Jiménez Serrano. | Noelia Olbés

Se está haciendo una parroquia que tira a catedral, porque cada vez son más los lectores y lectoras fieles que gana Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990). Las razones se entienden: se la puede considerar algo así como «la escritora del espejo», porque tiene la virtud de allanar la mente y colocarnos frente a lo que somos, sin trampas. Es buena en eso, en escarbar en lo que no decimos, incluso en lo que no nos decimos a nosotros mismos (ya lo hizo en Los nombres propios, su debut literario, y revalida el título ahora). Y además le asiste la técnica. Maneja con innegable soltura las estructuras y dice que le nacen al compás del contenido, del concepto de cada una de sus narraciones. En los catorce relatos de No todo el mundo (Editorial Sexto Piso) hace gala de esa dupla bien compenetrada: idea y técnica, técnica e idea dándose el relevo constantemente. Hablamos con ella, empezando por la elección del género.

«No pienso a priori en el género, creo que esta vez venía de la mano del tipo de proyecto. Me parecía que para hablar del amor, de las relaciones de pareja desde la intimidad y la cotidianidad, el libro ganaba riqueza si podía haber muchas perspectivas y distintos personajes, y desde ese lugar empezaron a salir historias breves con cierta unidad». Efectivamente, todos esos personajes viven encuentros y desencuentros en tiempos del amor moderno, como lo llaman algunos. Y es fácil haber atravesado una o varias de las tormentas que Marta propone: la difícil supervivencia de la relación al hastío, la tentación de otras bocas y otras vidas o la distancia entre mundos naturalmente opuestos, una vez superada la pasión todopoderosa de los comienzos. ¿Es acaso más difícil conectar ahora que en generaciones anteriores?

Portada del libro
Portada del libro

«Creo que eso siempre ha sido difícil, pero ahora está más legitimada la posibilidad de no conectar, es decir, la posibilidad de quedarte soltero. Antes la gente se emparejaba, se casaba y había que aguantar con la misma pareja toda la vida, entonces no es que fuera más fácil, es que daba igual si no conectabas. Y creo que ahora eso se ha revalorizado y para estar en pareja queremos que haya una verdadera conexión», reflexiona al respecto la autora, que salpica su obra de frases que resumen con tino este misterio del amor y el desamor.

Una de ellas, «no hay nada peor que pasar de la intimidad al protocolo», la escribe Marta en el primer relato, en el que dos exnovios tienen que aprender a vivir la frialdad heladora tras la intimidad, y recuerda al soneto aquel que escribiera un Sabina en forma: «Lo peor del amor cuando termina/ son las habitaciones ventiladas/ el solo de pijamas con sordina/ la adrenalina en camas separadas». ¿Por qué razones lo acatamos, ese protocolo? ¿Es por pudor, por convención social, para darle en los morros al otro? «La verdad es que creo que es maravilloso ese protocolo», comienza respondiendo Marta con una risa honesta, y continúa: «Es verdad que es muy frío y es la constatación de que esa intimidad ha terminado, pero me parece muy bien poder agarrarse a un protocolo para seguir siendo educados, adultos que no necesitan odiarse. Creo que es la mejor de las opciones posibles».

Lo que ocultamos, lo que nos ocultamos

Decíamos al principio que la literatura de Marta es un poco un espejo, por aquello de que nos hace mirarnos aunque no queramos. Porque, aunque la autora trabaja con la precisión que requiere el género breve, no evita entrar en la mente de los protagonistas para saber qué se esconde ahí, qué no le dicen a sus parejas y qué no se dicen siquiera a sí mismos. Le pasa a Luis, por ejemplo, el ‘prota’ de Pupila, que no reconoce las razones por las que se ha visto envuelto en un enamoramiento intempestivo con una alumna. Así que hay un abismo entre lo que piensa y lo que hace, y entre lo que ni siquiera sabe que piensa y lo que le dice.

Marta Jiménez Serrano
Marta Jiménez Serrano | Noelia Olbés

«La intimidad es un tema que me interesa mucho, y en ese sentido la doble perspectiva funciona muy bien. Por un lado te metes en la cabeza de un personaje y juegas a ver qué piensa en su fuero interno, pero luego es muy divertido ver cómo muchas veces eso no se corresponde con lo que expresamos o con lo que hacemos. Se habla mucho de la mentira y del engaño en las relaciones de pareja, cuando yo creo que muchas veces deberíamos hablar primero del autoengaño y de lo que nos estamos contando a nosotros», desarrolla la narradora, que pone en boca de otros personajes esa misma distancia «entre lo que somos, lo que creemos que debemos ser y lo que nos gustaría ser».

Verónica, por ejemplo, es otro de sus desnortados personajes, que relata en primera persona la ilusión de un nuevo amor, y a la que una voz le va contestando, matizando, reescalando sus palabras: «En realidad la pobre nos está contando una peli que no se cree ni ella, pero es la peli que ella desearía poder contar. Y es lo que pasa muchas veces con las relaciones, que a veces performamos aquello que deseamos aunque no esté realmente sucediendo», añade Jiménez.

Ese tipo de piruetas narrativas las hace Marta desenvuelta: aúna una buena idea y una buena técnica, y por eso da la sensación de que sus relatos son sencillos, como todas las cosas verdaderamente complicadas en el arte. Un ejemplo: en uno de sus relatos, «La virgen de la Macarena», le otorga al protagonista masculino tres posibles identidades laborales, y eso se repite a lo largo del mismo sin que sea necesario en momento alguno desvelar cuál de las tres es. «Para mí es importante el estilo, el lenguaje, el narrador, la estructura del relato… y en ese sentido casi casi se me ocurre a la vez.

Es decir, no pienso una idea y luego pienso en cómo llevarla a cabo, sino cómo llevarla a cabo es la idea en sí misma. Casi se me ocurre al mismo tiempo la estructura o el enfoque que la idea. Me preocupa mucho que forma y contenido vayan de la mano, y en ese relato está la idea de que la profesión no importa, como dice Maca al principio, así que respondiendo a esa idea precisamente hago que la profesión pueda ser cualquiera».

Los roles de género, los papeles enredados del hombre y la mujer en los quereres modernos tienen un papel esencial en esta obra escrita «desde ahí», como dice la autora durante nuestra charla, «desde las colisiones que surgen cuando queremos reconfigurar socialmente el papel del hombre y de la mujer, pero luego los queremos meter de nuevo en esa estructura de la pareja heterosexual que lleva siglos y siglos perfilándose». Ahí es verdad que estamos todos escribiéndonos y reescribiéndonos, y tenemos la suerte de que Marta nos acompañe.

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