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'Cuiden a Maya': una tragedia que abre una puerta a un mundo oscuro

El documental de Netflix presenta una realidad poco conocida y casi kafkiana: el inmenso poder de los hospitales sobre las familias

‘Cuiden a Maya’: una tragedia que abre una puerta a un mundo oscuro

Una escena del documental 'Cuiden a Maya'. | Netflix

Suele suceder. A menos expectativas, mayor retribución. Es la sensación que te queda luego de ver Cuiden a Maya, un documental disponible en Netflix (Take Care of Maya), que dirige Henry Roosevelt y que estuvo nominado entre los mejores en el Festival de Tribeca. La cinta, primer largometraje del realizador, explora cómo el sistema de salud de Estados Unidos puede separar a familias, con la simple opinión de un funcionario.

Este trabajo audiovisual sigue primero a Maya Kowalski, una niña de 10 años que sufre una extraña enfermedad, aparentemente incurable. Cuando los padres creen haber encontrado una terapia que mejora los síntomas, la visita a un hospital por un dolor de estómago se convierte en algo más que una pesadilla y la pequeña queda bajo la custodia del Estado.

Cualquier padre queda impactado por el inicio de la narración. No puedo siquiera imaginar cómo respondería si llevo a mi hijo a una clínica a revisión y terminó acusado de maltrato infantil. Ese es un acierto de Roosevelt: consigue que de inmediato empaticemos con la familia Kowalski. Y la indignación no parará hasta los créditos. A medida que pasan las escenas, cada decisión legal abre un hueco inmenso entre el Estado y los padres, bordeando lo irracional.

Esta lucha legal, lamentablemente, también genera un abismo en la relación entre Jack y Beata, los padres de Maya, debido a que cada uno tiene una manera diferente de ver y actuar bajo las condiciones que las autoridades establecen, siguiendo los informes del hospital para niños, Johns Hopkins. Esta cuerda se romperá ante las restrictivas acciones legales y la depresión natural que genera un caso tan desgastante. Es allí, tras la palpable tragedia, cuando el documental toma otros derroteros, algunos acertados y otros no tanto.

Una práctica común

El síndrome de Munchausen por poderes sucede cuando alguien miente, diciendo que otra persona presenta signos y síntomas físicos o psicológicos de enfermedad, o le provoca lesiones o enfermedades a otra persona con la intención de engañar a los demás. Se cree que es una manera de mantener el control. Básicamente sucede entre un representante mayor y un menor.

En la mayoría de los casos, las madres son quienes ejercen este poder, apoyándose en conocimientos sanitarios (son enfermeras, ayudantes de clínica o cuidan niños). Precisamente, Beata, progenitora de Maya, es enfermera y su manera tan insistente a la hora de discutir con colegas y doctores del hospital Johns Hopkins, donde se encontraba su hija, generó tal desconfianza que el personal decidió llamar a una asistente social. Fue esta persona, con la aprobación de otra doctora, llamada Sally Smith, lo que propiciaría un conflicto de dimensiones inesperadas.

Este impasse se pudo haber solucionado de una manera sencilla si el hospital y el personal que allí trabajaba se hubiera informado mejor sobre la condición que la niña padecía, denominado síndrome de dolor regional complejo (CRPS, por sus siglas en inglés). En 2016, cuando se le atiende, no se hablaba mucho de esta enfermedad, que se caracteriza por un dolor insoportable y la pérdida paulatina de algunas capacidades corporales.

Dicho de otro modo, para ese momento se podría discutir si lo que Maya decía sentir era cierto o no; si se trataba de una enfermedad mental o no, pero lo que fácilmente se habría despejado eran dos preguntas trascendentales: ¿Beata le estaba haciendo daño a su hija? ¿La administración de ketamina, la droga indicada para el tratamiento, era bajo prescripción médica o no? No obstante, cuando la investigación revela que los propios tratantes de Maya advirtieron a las autoridades del Johns Hopkins del diagnóstico, empieza la sospecha. ¿Por qué están tan interesados en separar a la madre de su hija?

El giro inesperado de ‘Cuiden a Maya’

Debido a la tragedia que cambia todo el panorama, que va más allá del «secuestro» de Maya por parte del hospital, entra en acción una periodista y es a partir de allí que el documental se convierte en algo más que una narración de hechos. Lo que la joven investigadora consigue es alarmante. Y claro, pone todo el sistema patas arriba. Lo más aterrador de todo es que, aun con pruebas en mano, el sistema judicial tarda en entrar en acción.

Precisamente la orfandad del ciudadano común ante el poder de los hospitales y en general, ante un sistema que parece aprovecharse de unas condiciones maquiavélicas, en las que cualquier persona es culpable antes de que se demuestre lo contrario, convierten a Cuiden a Maya en una producción valiosa para debatir. 

En lo estrictamente formal, Henry Roosevelt concibe un producto irregular. Pareciera que presenta una serie de hechos como si se tratara de un trabajo periodístico. Sin embargo, le cuesta darle forma, de manera que no aprovecha todo el material que acumula para transmitir una historia redonda. Parece que se enfoca más en el dolor de la familia que en exponer lo que la propia investigación devela. Aun así, estamos ante un caso muy interesante que deja en pañales las pesadillas burocráticas de Kafka. 

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