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Capítulo 19: El día de la marmota

THE OBJECTIVE publica en exclusiva y por entregas la nueva novela del escritor Álvaro del Castaño. Cada día, un nuevo capítulo de un thriller de acción electrizante que, a su vez, es un espejo que refleja la realidad que a menudo preferimos ignorar

Capítulo 19: El día de la marmota

Ilustración de Alejandra Svriz.

Paulo nunca pensó que tendría que volver a ponerse delante de la cámara para hablar de un atentado terrorista de origen yihadista en las calles de Madrid. La última vez que lo hizo fue en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Atocha. Ese día, a primera hora de la mañana, diez bombas explotaron en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid. Los autores, según la sentencia de la Audiencia Nacional, fueron un grupo relativamente inconexo de terroristas cercanos intelectualmente a Al Qaeda y al Grupo Islámico Combatiente Marroquí. En esos malditos atentados murieron ciento noventa y tres, y alrededor de dos mil resultaron heridas. Fue una masacre, pero pudo ser aún peor. La policía explosionó de forma controlada dos artefactos preparados que no habían detonado. También lograron desactivar otro más que se convertiría, tras análisis exhaustivos de la policía, en una fuente de pistas incriminatorias que permitieron identificar a los autores, detenerlos y encarcelarlos.

Curiosamente, estos ataques terroristas se produjeron tres días antes de las elecciones generales de 2004, y a raíz de estos hechos, se produjo un vuelco electoral que condujo a una victoria del partido en la oposición, y eso dio lugar a todo tipo de especulaciones. Ambos partidos se acusaron mutuamente de ocultar o distorsionar información de los atentados por razones electorales. El maldito 11M fue el más grave atentado terrorista de la historia de España, y el segundo mayor atentado cometido en Europa por detrás del de Lockerbie de 1988. 

Paulo recordaba los hechos como si fueran ayer, porque ese día cambió el devenir de su carrera. Tras estudiar periodismo, se había integrado en la plantilla de The Objective, donde, entre otras cosas, estaba a cargo de la investigación sobre el yihadismo. Su profundo conocimiento del tema le había hecho experto en la materia. Pero el reconocimiento que tenía era más que nada académico, y se lo profesaban sus compañeros profesionales de periodismo, pero era un completo desconocido para el público en general. El 11M fue su bautizo de fuego, por circunstancias de la vida tuvo que ponerse por primera vez ante las cámaras de televisión, convirtiéndose en la referencia informativa. Durante esos extraños días se produjeron demasiados bulos y manipulaciones informativas, muchas manifiestamente malintencionadas, y otras simplemente por inercia o ignorancia. Paulo fue el único periodista que no se posicionó políticamente y que mantuvo siempre una versión de los hechos, sosteniéndolo exclusivamente con datos. Sus análisis fueron totalmente certeros y sus intervenciones le revelaron como un gran comunicador televisivo. Aquello fue una sorpresa hasta para él mismo. Desde ese momento, se convirtió en uno de los mejores comunicadores políticos, siempre desde el rigor.

Hoy, Paulo estaba en tensión desde que conoció la noticia del atentado. Ese estrés se debía a varias razones. La primera porque despertaba unos sentimientos de rabia y frustración que nunca hubiera querido dejar aflorar. Pese a que supuso su despegue profesional, el 11M le pasó una factura personal y emocional. Por otro lado, por la relevancia de la víctima, Manuela Montoya, una de las líderes más carismáticas del partido en el gobierno, ejemplo de superación, y que despertaba muchas simpatías entre la prensa por su honestidad y capacidad de trabajo. Su sangre gitana le daba además una connotación de diversidad en la política y un carácter espontáneo y no alineado. Finalmente, su olfato de fino sabueso e investigador periodístico le apuntaba a cierta confusión en las conclusiones a las que rápidamente habían llegado todos los medios de comunicación de manera simultánea. Le recordaba demasiado a los momentos álgidos del 11M, donde los hechos se fueron imponiendo a las teorías sobre la autoría de los atentados. En este caso, parecía muy claro quién estaba detrás del atentado, tanto las pruebas encontradas por la policía en el lugar de los hechos, como las fuentes de los servicios de inteligencia españoles, apuntaban en la misma línea. Era muy difícil, sin pruebas, no alcanzar esas mismas conclusiones.

Paulo estaba sentado en el sofá del plató de la redacción del periódico, esperando a entrar en directo. Repasaba en su mente los puntos más relevantes de su intervención. Estaba insatisfecho por dar las noticias tal y como eran  porque, pese a que todo parecía claro y los hechos apuntaban en una dirección, su experiencia y corazón le hacían mantener cierto grado de escepticismo. 

La luz roja que anuncia la entrada en directo se iluminó y Paulo sacó su cara más mediática y televisiva:

—Buenas tardes desde el plató de The Objective TV, el ojo de la noticia. Conectamos de nuevo en directo para realizar una última valoración de los hechos ocurridos hoy en El Pardo. En este momento, y con la información que manejamos de las investigaciones realizadas por la policía en el lugar del atentado, parece que se trata de un atentado islamista. La policía asegura que ha encontrado en el lugar de los hechos pruebas inequívocas que apuntan a ese origen. Por otro lado, fuentes de los servicios de inteligencia nacionales también parecen establecer esa conexión. De hecho, se especula con una conexión marroquí y eso nos retrotrae a uno de los más desgraciados y trágicos acontecimientos históricos en España, el 11M. Recordemos que, en ese terrible atentado terrorista, en el que fallecieron casi doscientas personas y en el que hubo miles de heridos, los terroristas eran de origen marroquí. Sorprende que, casi dieciocho años después, el terrorismo yihadista vuelva a involucrarse en la política nacional de España, derramando la sangre inocente de la ministra Manuela Montoya, de Ricardo Urruti, reconocido intelectual y catedrático, y dos escoltas de la policía, Manuel Perdiz y Esteban Rivera.

Mientras estaba mencionando los nombres de los policías abatidos en el atentado, el productor del programa le alertó de una noticia de última hora que iba a entrar en directo en todas las televisiones nacionales. Paulo se llevó la mano a la oreja para escenificar que estaba recibiendo una comunicación desde la redacción del programa:

—Me informan que se va a producir en unos instantes una declaración institucional desde el Palacio Real de Rabat. Parece que de manera absolutamente extraordinaria el Rey de Marruecos va a realizar unas declaraciones sobre el atentado terrorista de Madrid. Conectamos inmediatamente en directo, ya está a punto de comenzar su alocución Gamal Abdel I, rey de Marruecos.

La imagen de Paulo desapareció y en su lugar se vio el rostro redondo y regordete del Rey Gamal Abdel I con semblante extremadamente serio, portando un turbante negro, con un traje y una corbata muy oscuros, perfil que contrastaba con el rojo intenso del escudo real marroquí y de la bandera del reino alauí que actuaban de fondo de escenario:

—Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, su familia y compañeros —comenzó diciendo el monarca, realizando en este punto un largo silencio casi divino, para luego proseguir de manera ceremonial—. Querido pueblo, queridos amigos españoles, hoy, por la relación fraternal que me une con su majestad Felipe VI, Rey de España, quiero condenar de manera tajante el atentado terrorista que ha costado la vida a la ministra española de Defensa, Manuela Montoya y tres de sus colaboradores. Quiero además hacer público que en las últimas horas nuestros servicios de inteligencia, coordinados con los del Reino de España, han realizado una operación antiterrorista de enorme calado en territorio marroquí, de la que daremos más detalles en las próximas horas. Les adelanto que se ha detenido a un grupo de terroristas que parecen haber sido los ideólogos del atentado de hoy. Desmantelada la célula terrorista, no queda más que trasladar al Reino de España nuestro más sentido pésame, y rogar ante Dios por las almas de los fallecidos. Es también una ocasión para rendir homenaje a la límpida memoria de la ministra Manuela Montoya y sus fieles colaboradores, virtuosos mártires de España. Quiero asimismo transmitir nuestra admiración a todos los componentes de las Fuerzas de Seguridad por su esfuerzo para preservar la unidad nacional y salvaguardar la seguridad y estabilidad de nuestro país. Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh.

Paulo no salía de su asombro. El propio Rey de Marruecos realizando una declaración emitida en directo, dando un breve discurso y asumiendo la autoría marroquí del atentado, era algo increíble. Jamás el rey había bajado al lodo de los detalles en las relaciones internacionales. Su ímpetu para dejar claro de una vez por todas la situación y despejar cualquier duda era totalmente opuesto al secretismo tradicional y la falta de cooperación de nuestro enemigo marroquí con España. Todo resultaba extremadamente raro. Tras la alocución real, las cámaras de televisión volvieron a enfocar el rostro serio de Paulo:

—Acabamos de escuchar una declaración histórica del Rey Gamal Abdel I, confirmando el origen islamista y marroquí del atentado, lo cual no deja ningún tipo de dudas sobre la autoría de esta matanza terrorista. Creo recordar que jamás en la historia se ha producido una operación policial tan rápida y certera en torno a un atentado. Habrá que esperar a los detalles que nos ofrecerá el ministro del Interior en las próximas horas para saber algo más de lo ocurrido. Hasta entonces, les habla Paulo Sobrino desde el ojo de la noticia en The Objective

La luz roja se apagó, la retransmisión en directo había finalizado. Paulo, ensimismado, no se movió de su sitio mientras meneaba la cabeza de un lado a otro instintivamente, como negando la realidad. Su mente le dictaba que algo fallaba en todo esto. Era demasiado obvio. Su instinto periodístico le hacía dudar de lo que estaba viviendo. De pronto, su teléfono vibró y al sacarlo de su bolsillo observó en su pantalla un mensaje de una fuente desconocida:

“El atentado no es yihadista. Investiga al MI6, los bajos fondos del Ministerio del Interior y del Gobierno. Badía. Manzanero. Pérez. Acuerdo tripartito”.

A Paulo se le iluminó la cara. Acababa de aparecer una especie de garganta profunda, una fuente anónima, seguramente cercana a los acontecimientos, que le estaba haciendo mirar en una dirección concreta y opuesta a los hechos narrados. “Este tipo de cosas es por lo que uno estudió periodismo”, pensó, “es lo que hace de esta profesión una de las más atractivas y emocionantes del mundo”. Ya podía intuir en su inminente futuro una extraordinaria exclusiva. Con este pensamiento, que le recorrió el cuerpo generándole un rayo de energía cósmica, le apareció una enorme sonrisa. Su ego de estrella mediática se había retroalimentado.

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La historia narrada en la presente novela, junto con los nombres y personajes que aparecen en ella son ficticios, no teniendo intención ni finalidad de inferir identificación alguna con personas reales, vivas o fallecidas, ni con hechos acontecidos. Por lo tanto, tratándose de una obra de ficción, cualquier nombre, personaje, sitio, o hechos mencionados en la novela son producto de la imaginación del autor y no deben ser interpretados como reales. Cualquier similitud a situaciones, organizaciones, hechos, o personas vivas o muertas, pasadas, presentes o futuras es totalmente fruto de la coincidencia.

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