La vida de Enzo Ferrari no cabe en una película en la que Penélope Cruz brilla

Para contar la vida del padre de los deportivos más rutilantes del mundo se necesitarían al menos diez películas. Michael Mann, el padre de Miami Vice y confeso coleccionista de Ferraris, lo ha intentado. Deja una película que no es del todo redonda, pero se deja ver y que trae un regalo: una Penélope Cruz en estado de gracia para la que muchos han pedido el Oscar.

La figura de Enzo Anselmo Giuseppe Maria Ferrari bien podría compararse con la de el Cid Campeador. Si el guerrero español dominó batallas, incluso después de muerto, el empresario italiano ha ganado carreras y títulos después de su desaparición, en 1988. Tal es el calibre de su figura que en 2017, la policía de Cerdeña desmontó una trama delictiva que tenía planeado robar su cadáver y pedir un rescate a la familia.

El año del ahora o nunca

La cinta recrea un momento crítico en la vida del creador de la mítica escudería y marca de deportivos. Ferrari estaba atosigado por problemas en su empresa, acuciado por las deudas, con una esposa controladora que le presionaba (Penélope Cruz) y una amante (Shailene Woodley) en la que se apoyaba.

La trama de la historia transcurre en 1957, un año terrible para Ferrari, puesto que el año antes había fallecido su hijo Alfredo ‘Dino’ Ferrari. A Enzo aquello le afectó sobremanera. Durante años, décadas, cada mañana iba al peluquero a afeitarse, pero durante un tiempo faltó a su cita para ir al cementerio y presentar sus respetos a su hijo desaparecido. Desde ese momento siempre usó gafas oscuras, incluso dentro de los edificios. Hay quien cree que era para ocultar sus ojos enrojecidos a diario.

Curiosamente, el instituto de formación profesional en la actual Maranello, la ciudad que es sede de la marca, se llama Instituto Alfredo Ferrari. Está a escasos 200 metros de la factoría en la que la mayoría de los estudiantes acaban trabajando.

La cinta no refleja la historia al 100%, pero muestra la realidad del resbaladizo asfalto sobre el que se movía Ferrari. Problemas en su familia y en las carreras, con la necesidad imperiosa de ganar la prestigiosa carrera de las Mille Miglia y poder mantener a flote su empresa. De fallar en ella, podría perderlo todo.

Aunque durante el metraje hay acción, muy bien realizada, es más un drama vital de un personaje único. En esta parte de la trama brilla con luz propia una Penélope Cruz, cuyo papel de obsesiva y controladora compañera del protagonista casa bastante con la realidad. Los críticos cinematográficos están de acuerdo en que la madrileña ha ejecutado uno de los mejores papeles de la temporada, no en vano está nominada en los SAG Awards (el sindicato de actores) que se entregan el 24 de febrero, pero quedó fuera de la carrera para los Oscar por muy poco.

Una de sus escenas fue muy aplaudida en el Festival de Venecia a finales del agosto pasado. Su enérgica interpretación de Laura Garello, es uno de los aspectos más destacados de la película. El personaje, esposa del protagonista, es una mujer consumida por el dolor de la muerte de su hijo y llena de resentimiento por la forma despectiva en que su marido y los demás la tratan.

Hay otros nombres ilustres en el reparto. El actor Patrick Dempsey, uno de los hombres más sexys del mundo en 2023, según la revista People, une sus dos pasiones: la de actor y la de corredor. El protagonista de la serie Anatomía de Grey ha disputado varias ediciones de las 24 Horas de Le Mans y tiene un equipo de carreras, en el que ya no corre, pero que maneja desde boxes. En la cinta hace de piloto y encarna el papel del piloto Piero Taruffi. Dempsey protagonizó del mismo el 90% de las escenas de acción en las que participa.

‘Actores’ españoles

Otro piloto que sale, al menos en un cameo, es Marc Gené. El ganador de las 24 de Le Mans en 2009 interpreta un curioso papel. En una escena aparece vestido de mecánico y Ferrari le abronca por tratar mal, a su criterio, un coche destinado a un cliente. La curiosidad reside en que Marc Gené encarna en la vida real exactamente ese mismo papel: atiende a clientes VIP de la marca cuando adquieren vehículos de series muy limitadas. El catalán prueba las mejores y más exclusivas creaciones de la firma. Entre otras tareas, es el encargado de entregarlas y dar cursos de pilotaje a sus nuevos propietarios.

Si la película es considerada algo lenta para versar sobre algo tan rápido como las carreras de coches, algo en lo que los productores se han esforzado ha sido en dotar de realismo a las escenas de acción. No hay mucha en todo su metraje, pero el que hay es de una factura excelente. Para ello, se echó mano de pilotos profesionales, y de coches de la época. Para las escenas de movimiento, y ante el riesgo de accidentes, se construyeron coches de manera específica. Se usaron deportivos de la marca Caterham, que fueron carrozados a mano en Italia para adquirir el aspecto de los reales.

Historia correcta, película de calidad

Toda la película es de una factura magnífica, en la que destaca la ambientación, el vestuario, y la calidad del rodaje. Nada más arrancar, el uso de los colores, iluminación y la atmósfera creada te transporta a la época. Es como viajar en el tiempo; parece que la película realmente se rodó a finales de los años 50.

Buena historia, muy disfrutable tanto por los locos de la velocidad como los amantes del cine, que narra un trozo de historia de un hombre único. Un personaje obsesionado por ganar en las carreras que empezó a vender réplicas de sus bólidos para poder ganar. Podría decirse que los deportivos más famosos del planeta son un subproducto de una obsesión: dejar a todos atrás. Treinta y cinco años después del fallecimiento de Enzo Ferrari, podría decirse que no le ha ido mal.