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Despierta y lee

¡Larga vida a la tauromaquia!

«Dentro de 25 años nadie sabrá quien fue el ministro Urtasun pero todos seguirán recordando a Curro Romero»

¡Larga vida a la tauromaquia!

Tauromaquia. | Ilustración de Alejandra Svriz.

Llovía mucho el viernes pasado en Sevilla cuando se concedieron por primera vez los premios Andalucía de Tauromaquia, otorgados por la Junta. Una buena noticia para el campo andaluz que lo necesitaba, como me recordaron los hermanos Miura, don Eduardo y don Antonio, cuya ganadería mereció uno de los premios. La familia Miura viene fabricando toros bravos desde hace 180 años, casi nada. Sus morlacos son fieras perfectas, altos, largos y nobles pero peligrosos ya que en la plaza aprenden pronto de qué va el juego.

Los toreros les tienen mucho respeto porque han producido bastantes bajas: el toro que mató a Manolete en Linares, Islero, era un Miura. También fue un Miura el que infligió la cogida que dejó parapléjico a Nimeño II, el mejor torero francés. Atractivo personaje este Christian Montcouquiol, el segundo Nimeño después de su hermano Alain, quién le escribió una conmovedora biografía, Cúbrelo de luces. De lo mejor que he leído sobre la pasión por la fiesta. Nimeño II no pudo sobreponerse a su cogida ni aceptar que ya nunca podría volver a torear y se ahorcó a los 37 años. Tiene una estatua imponente junto a las arenas de Nimes: sí, sí, en la civilizada Francia, so palurdos.

Otro premiado insigne ha sido Morante de la Puebla, promotor de la mejor afición taurina por partida doble: en primer lugar, por su arte que le convierte en un imán que atrae a los aficionados mas irreprochables; y después por su activismo promocional y pedagógico en la Puebla del Río, su localidad natal. Morante es un torero de natural elegancia, sin estridencias, pero capaz de cortar un rabo en la Maestranza: ahí queda eso…

El gran premio a toda su magnífica trayectoria fue para el irrepetible Curro Romero: estremecía verle a sus 90 años, frágil pero aún erguido, callado aunque sin perderse nada de lo que ocurría a su alrededor. En el breve documental que vimos antes de la entrega del trofeo, sólo dijo estas palabras: «Un artista no quiere nada». El más noble orgullo, la más limpia ambición. Yo me sentí el mejor premiado al verme sentado entre don Eduardo Miura y Morante, junto a Curro. Imposible pedir más…

«Esperemos que Urtasun borre el indecente agravio de llamar ‘torturadores’ a quienes mantienen una tradición de belleza y coraje»

El ministro Urtasun, que parece tener con la cultura una relación más bien accidental, acaba de defender a los cineastas españoles de la acusación de ser unos señoritos subvencionados y me parece muy justo. Esperemos que con aún mejor razón borre el indecente agravio de llamar «torturadores» a los toreros, novilleros, ganaderos, mayorales, veterinarios, empresarios taurinos, etc…que mantienen viva una tradición de belleza y coraje específicamente española. Se lo digo más que nada porque dentro de 25 años nadie sabrá quien fue Urtasun pero todos seguirán recordando a Curro Romero.

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