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El jaleo interno en la escudería Red Bull no ha cesado, tan solo le han puesto un silenciador

El director de la formación entiende que no necesita ni a su piloto estrella, Verstappen, ni a su ingeniero jefe, Newey

El jaleo interno en la escudería Red Bull no ha cesado, tan solo le han puesto un silenciador

Coche del equipo Red Bull en una parada de boxes | Europa Press

El equipo Red Bull es una olla de cangrejos puesta al fuego. El ruido mediático parece atenuado, pero entra dentro de un pacto de silencio, un non meneallo. Pero en la escudería campeona del mundo no hay mar de fondo, sino un tsunami universal que puede hacer saltar todo por los aires en cualquier momento.

El principio de las hostilidades se hizo público cuando se supo de una investigación contra el director de la escudería, Christian Horner. Casado con la Spice Girl Geri Halliwell, se supo de un comportamiento indebido con su asistente. Pero esto no era más que la punta del iceberg.

Guerra submarina

Lo que había bajo la línea de flotación era, y es, una guerra por el control de la compañía; un negocio que mueve más de 10.000 millones de euros al año, y vende 11.582 millones de latas de bebida, en cifras de 2022.

Seguir la pista a la actualidad de lo que se va sabiendo es difícil, porque cada día salen nuevas informaciones. Casi toda proviene de diversos medios alemanes, neerlandeses, ingleses y austriacos, y añaden sabrosos detalles acerca del conflicto. De momento se dice mucho y se hace poco, pero en algún momento saldrán decisiones de orden mayor para la marca y la escudería del mismo nombre.

Cambio de poderes

Todo indica que este embrollo comenzó durante el Gran Premio de Austria, en julio de 2022. Christian Horner acudió a la carrera como de costumbre, y en un encuentro informal con el factótum de la compañía, Dietrich Mateschitz, fue consciente de que sufría una enfermedad irresoluble, cáncer de páncreas. El fundador de la compañía falleció unos meses más tarde, el 22 de octubre, y esto cambió el equilibrio de poderes.

Al parecer, Horner tomó un avión y se fue a Tailandia, a hablar con Chalern Yoovidhya, heredero del Chaleo, el socio durante años de Mateschitz, fallecido en 2012. Desde entonces, el austriaco manejaba la empresa a su criterio, y en Tailandia los herederos se limitaban a asentir con la cabeza y recabar dividendos. El director de la formación jugó fuerte, y planteó a los tenedores del 51% de las acciones que quería el puesto de director de la compañía… de toda la compañía.

No fue hasta el otoño de 2023 que los socios austriacos se dieron cuenta de la jugada, y como es natural, no simpatizaron con ella. Quedarían en desventaja, y la corona recaería sobre un británico, que no formaba parte de ninguna de las dos familias fundadoras. No solo eso, sino que la parte austriaca de la compañía quedaría despojada de mucho poder de decisión cuando ellos habían sido los que habían hecho y deshecho desde la gestación de la compañía.

El director de equipo más longevo de la parrilla dirige con enorme éxito la escudería desde 2005. A su gestión deben los seis títulos de constructores y siete de pilotos recaudados hasta la fecha. Algo que no le perdonan, porque disgustó a mucho a Mateschitz, fue que no llegasen a un acuerdo con Porsche.

La marca de deportivos quiso comprar o asociarse a la escudería, pero el responsable no quería ir a medias, que era la propuesta. Temía perder el control de equipo, y se negó en redondo. Solo les quería como motoristas, así que Porsche se dio media vuelta y al contrario que su compañía hermana Audi, se han olvidado del tema. Hay quien piensa que de haber vivido Mateschitz, que murió semanas después del portazo, hubiera despedido a Horner por su cerrazón. Estaba muy debilitado por su enfermedad cuando todo ocurrió y no estaba ya en condiciones de estar en el día a día de su empresa.

Bicefalia en el accionariado

Los tailandeses se posicionaron de parte de Horner, y enfrente tenía a Helmut Marko, el desabrido pero eficiente director deportivo, como hombre fuerte enviado desde Austria. Marko era un estorbo, porque limitaría sus movimientos. A pesar de que el ejecutivo le debe muchos favores y la toma de acertadas decisiones de calado, ha ido socavando la hierba bajo sus pies desde el comienzo de esta trama.

En un principio, Horner quería acciones de la escudería Red Bull del mismo modo que las tiene Toto Wolff en Mercedes, pero le fue negado. Sin embargo, se hizo con los derechos de comercialización de la escudería hermana Toro Rosso/Alpha Tauri que ahora adquiere el extraño nombre de Visa Cash App Racing Bulls.

El británico jugó con habilidad y consiguió, a través de una agencia de publicidad, dos patrocinadores: Visa y Cash App. Pero esto trajo otra colisión con los austriacos, que ya habían formalizado un acuerdo con Hugo Boss para bautizar a la escudería. Ganó el inglés, que se ha envalentonado. Es ambicioso, y su siguiente escalón empresarial es al menos el cargo de Oliver Mintzlaff, responsable de marketing, o el de Franz Watzlawick, director financiero de la marca de bebidas.

Reestructuración interna

En su trayecto, el director de la formación entiende que no necesita a Max Verstappen, ni tampoco al ingeniero jefe Adrian Newey. Si el primero ha amagado con irse a Mercedes —a pesar de que anden peor de lo que les gustaría—, el rumor es que las negociaciones del ingeniero con Ferrari están muy avanzadas. Newey es un hombre discreto, que ha estado a punto de fichar por Maranello en alguna ocasión, pero esta vez parece que puede acabar siendo realidad. En alguna ocasión ha hecho patente su deseo de trabajar con Lewis Hamilton de nuevo, que ya enfila hacia Italia. Su otro deseo, dicho siempre con la boca pequeña, es que a pesar de sus 65 años, vestir de rojo le sacaría más de una sonrisa.

El recambio para Verstappen bien podrían ser Alex Albon y Oscar Piastri, dos pilotos nuevos de una tacada. El piloto anglotailandés ha recabado muchas simpatías desde que salió de la órbita de Red Bull para irse a Williams. Con coches menos dotados ha realizado carreras sobresalientes, y en Red Bull creen que su coche seguirá siendo demoledor hasta al menos 2026, fecha en que cambie la normativa de forma radical. El australiano Piastri sonreiría en caso de tener el mejor coche de la parrilla y en Tailandia piensan que aunque tenga contrato con McLaren para 2025, se podría arreglar poniendo dinero encima de la mesa. Checo Pérez liquida contrato al acabar la presente temporada, y nadie dice nada sobre él.

Hay un escollo más en el guion escrito por Horner. En 2026 debería comenzar su relación con Ford como motorista. De momento cuentan con su apoyo, y de hecho han comenzado a patrocinar a su formación hermana en la categoría femenina F1 Academy. Pero en Detroit quieren tener claro que la historia aquella del presumible acoso, relación personal inapropiada, o lo que fuera, quede bien aclarada. El equipo Red Bull es el vehículo promocional más grande de una marca con un único producto, y protagoniza unas de las campañas publicitarias más grandes de la historia del marketing. Por eso las connotaciones de lo que ocurra en el equipo, afecta sobremanera a la compañía matriz.

Socios exigentes

Se ha filtrado que la cadena de supermercados Walmart, la más grande de EEUU, habría barajado retirar las latas de sus estanterías en caso de que saliese un dictamen que manchase la imagen del producto. De momento no ha ocurrido así, pero allí se toman muy en serio estas cosas, y el tema ha de quedar muy aclarado, y diáfano.

Por otra parte, medios como el Bild o el Salzburg Nachrichten, aseguran que Yoovidhya ha enviado a un empleado de su confianza —un espía, según estos medios—, para saber cómo se trabaja en la factoría de Milton-Keynes. La principal preocupación es la imagen general, y quieren estar bien seguros de que todo funciona como debe, lo que quiere decir que confían, pero comprueban.

Es como la saga Sucession, la exitosa serie de HBO. Todo salta por los aires cuando el poder del líder carismático cambia de manos. En el momento en que los herederos toman las riendas, comienzan los problemas. Aquí hay muchos, aun por solucionarse, y de los que acabaremos teniendo noticias. De momento, es una fuente inagotable de trabajo para redactores, comentaristas, y una munición impagable para las redes sociales. Sin duda, Red Bull les da alas.

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