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Economía

China controla el refino de los minerales clave para placas, molinos y coches eléctricos

Ha pasado de tener el 16% de la cuota en el tratamiento del gas y el petróleo a tener un monopolio del 83% con los futuros minerales para la transición energética

China controla el refino de los minerales clave para placas, molinos y coches eléctricos

El presidente chino, Xi Jinping. | Europa Press

En pocos años se vivirá un giro brusco —y casi sin parangón— en el tablero geopolítico de la energía. China se erigirá como el gran ganador frente al resto de los países. Así, el país asiático pasará de tener un 16% en el control del refinamiento del gas y del petróleo (las hasta ahora dos principales energías) a poseer un monopolio del 83% en el tratamiento de todos los minerales clave para despegar la energía verde.

Así, y a partir de los datos que manejan desde la compañía española Repsol, las placas solares, los aerogeneradores y los vehículos eléctricos estarían bajo el dominio de China en una de sus fases de la cadena de producción. De esta forma, China controla todas las fases del tratamiento de los minerales exceptuando los metales del platino, necesarios para la construcción de los electrolizadores (el ‘corazón’ del hidrógeno verde) y cuyo gran refinador es, paradójicamente, Rusia, del que Europa ahora trata de ‘independizarse’.

El refinamiento del resto de minerales, el cobre, el litio, el níquel, el cobalto y las tierras raras, imprescindibles para la fabricación de coches eléctricos, aerogeneradores y paneles solares, están prácticamente monopolizados por China. El país asiático comparte el tratamiento del cobre y el litio con Chile y el níquel con Indonesia. Una realidad muy distinta a la que viven con el gas y el petróleo, donde el refinamiento es compartido con hasta cuatro potencias más: Estados Unidos, Catar, Australia y Rusia, siendo este último país el más destacado.

Pero esta fase no es la única donde destaca China. El país gobernado por Xi Jinping ‘asalta’ todas las áreas de la cadena de suministro: lidera la minería de las tierras raras, el material y las celdas de las baterías, el polisicilio y los paneles solares, las turbinas y sus componentes y la fabricación de los electrolizadores. Por otro lado, comparten con la UE y Estados Unidos el desarrollo del vehículo eléctrico y las instalaciones fotovoltaicas y eólicas.

Además, China cuenta con grandes contratos a largo plazo en muchos países de África para la explotación de los minerales críticos. Un escenario que, según los expertos, generará una gran dependencia del país asiático. Al mismo tiempo, se crea una paradoja: Europa se marca unos objetivos muy claros de descarbonización apostando por la electrificación, pero, para lograr dicho hito, depende de China. Un país que quema carbón para fabricar aquello que demanda la UE. Por lo que todo lo que descarboniza Europa del planeta lo vuelve a carbonizar China.

Desde Estados Unidos, a través de un programa muy ambicioso (Inflation Reduction Act) tratan de combatir la inminente hegemonía china que se atisba. Un plan de ayudas para el desarrollo de minerales críticos. Esta ley la han tratado de secundar desde Bruselas, sin aparente éxito por su escasez de recursos económicos. En España, sin ir más lejos, la apuesta por la extracción de minerales críticos sigue siendo una de las asignaturas pendientes que debe despejar el Ejecutivo.

Alerta con la electrificación de Europa

Este jueves, durante la Junta General de Accionistas de Repsol, el presidente del Consejo de Administración, Antonio Brufau, alertó del peligroso camino que corría la Unión Europea apostando única y exclusivamente por la electrificación como energía. «Europa es la única región del planeta que ha prohibido los motores de combustión. Está bien que incentive el vehículo eléctrico, pero que no prohíba. Hay muchas alternativas a la electrificación: el biopropano, los biofuels, los combustibles líquidos y los sintéticos. Cargarse aquello donde Europa era líder por la apuesta por el motor eléctrico, cuya base tecnológica está en China, no es el mejor remedio», apuntó.

Por otro lado, Brufau aseguró que «Europa solo apuesta por la electrificación» y que era «difícil de entender» cómo cualquier gobernante europeo podía anticipar qué energía iban a ser útiles en el futuro. Unas energías, la eólica y solar, cuya producción es barata, pero que, según aseguraron desde la petrolera española, no compaginan su oferta con su demanda y para equilibrarlas es necesario inversiones muy potentes con enormes cantidades de baterías que son muy caras tecnológicamente.

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