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La otra cara del dinero

Nadal y las prósperas huellas de Federer y Jordan

Sus éxitos empresariales con las zapatillas ON y Nike muestran la resistencia de sus marcas pese a la retirada

Nadal y las prósperas huellas de Federer y Jordan

Michael Jordan, tras un encuentro con los Chicago Bulls. | Europa Press

Los echamos de menos, claro que sí. Wimbledon no es lo mismo sin ellos. El para muchos mejor partido de la historia del tenis lo disputaron Rafael Nadal y Roger Federer en 2008 sobre el césped del All England Lawn Tenis y Croquet Club. Y no fue la única tarde de gloria que nos depararon. Pero el tiempo, despiadado, ha terminado derrotándolos. Ninguno de los dos participa en esta edición del torneo londinense. El suizo está retirado. El español, a punto. 

Recién cumplidos los 37 años, lastrado por las lesiones, Nadal anunció en mayo que el año que viene será el último de su carrera. Podemos imaginar el vértigo al asomarse a semejante vacío. Aunque va a tener con qué entretenerse. Alberto Ardila detalló por aquí su legado fuera de las pistas y, sobre todo, el patrimonio que garantiza su futuro

El grueso de su fortuna lo administra el manacorí desde Aspemir Unipersonal SL, una empresa con activos de 255 millones de euros. Pero, además, cuenta con un par de sociedades de inversión de capital variable (las famosas sicavs) que suman otro buen pellizco de 58 millones, una cartera inmobiliaria de 26 millones y siete empresas dedicadas a las energías renovables.

Por la cabeza de Nadal puede rondar, sin embargo, la incertidumbre sobre la futura fluidez de sus ingresos. La mayor parte de su patrimonio lo ha acumulado jugando al tenis: a lo largo de su carrera ha ganado más de 134 millones de dólares en premios. Un filón agotado. 

A eso le ha sumado el dinero de los patrocinadores: Babolat, Mapfre, Nike, Movistar, Richard Mille, KIA… ¿Agotado también? El valor de la imagen de Rafael Nadal trasciende la competición deportiva y, por lo tanto, vería sobrevivir a su retirada. Pero, evidentemente, su presencia mediática se irá diluyendo paulatinamente, desgastando la marca. ¿Hasta qué punto? 

Aquí le pueden servir de referencia dos casos paradigmáticos. El más cercano, el de Roger Federer, su gran rival y amigo. 

La carrera del suizo llevaba tiempo languideciendo. En 2021 cayó del top 10 de la ATP, y el año pasado, tras una lesión de rodilla, se quedó sin puntos y desapareció de las listas por primera vez en un cuarto de siglo. En septiembre, recién cumplidos los 41 años, se retiró oficialmente. 

Hizo bien. Su decadencia era imparable… en las pistas. 

La última lista de millonarios de Forbes, publicada justo en mayo, sí que lo incluía en su top 10 de deportistas mejores pagados del mundo. En la novena posición, en concreto, con unas ganancias de 95,1 millones dólares, a los que sus últimos raquetazos solo aportaban unos raquíticos 100.000. El pico. El grueso llegó por una descomunal cartera de patrocinadores.

«Como el Cid después de muerto, Federer sigue ganando batallas después de su retirada»

Al frente, la marca de ropa japonesa Uniqlo, que le firmó en 2018 bajo un contrato de diez años por un total de… ¡300 millones de dólares! Aunque se podría argumentar que esas ganancias provienen de la época en que su tenis aún levantaba dinero por sí mismo. No se antoja demasiado probable que Uniqlo quiera renovarle dentro de cinco años en los mismos términos.

Sin embargo, como el Cid después de muerto, Federer sigue ganando batallas después de su retirada. En concreto, los pies con las que se deslizaba por las praderas de Wimbledon están alcanzando justo ahora rentabilidades épicas. Hace unos días,  Scott Lehtonen titulaba su análisis en el Investor’s Business Daily con un sugerente «Las acciones de On respaldadas por Roger Federer prueban el nivel clave». 

On, para abreviar, viene a ser el Nike suizo de las zapatillas. Más o menos. Más bien menos. De momento… Dice Lehtonen que «la compañía es una estrella en ascenso en la industria», que sus ventas superaron los mil millones de dólares en 2022 y que sus beneficios del primer trimestre de este año «superaron cómodamente las estimaciones de ganancias y ventas de Wall Street».  Y lo mejor, asegura, está por llegar: «Se espera que las ganancias anuales de la compañía crezcan considerablemente, hasta un 93%, en 2023». 

Curiosamente, Federer llegó a On rebotado. Samir Satam lo explica en The Sportrush: el suizo llevaba con Nike desde 1994. En 2018 todo el mundo pensaba que no iba a haber problemas para renovar un contrato que, por entonces, le reportaba 10 millones de dólares anuales al tenista. Pero Nike estaba de recortes para cumplir su regla de no gastar más del 10% de sus ingresos totales en patrocinio.

Y menos en un tipo de 37 años… Precisamente Rafa Nadal había firmado también contrato con Nike hasta 2018. Cobraba lo mismo que Federer, 10 millones. Él sí renovó. Tenía 32 años. Los detalles no trascendieron, pero se rumoreó que le habían triplicado los emolumentos. 

Federer encontró pronto acomodo en una opción más exótica: Uniqlo. Una empresa japonesa y, además, de ropa casual. Eso sí, él también triplicó sus guanacias, como ya vimos. Pero falta añadir un detalle fundamental. Con Uniqlo firmó solo para ropa: le quedaba libre el patrocinio de calzado.

Fiel a su estilo, Roger no se precipitó. Siguió entrenando y jugando con zapatillas Nike, aunque no le pagaran, hasta que se fijó en las que llevaba su mujer, Mirka. Esta le permitió (se ve) mirar otros pies de su entorno suizo, mayormente calzado con On, y el entusiasmo terminó llevando a Roger a las oficinas de los fundadores de la marca, Olivier Bernhard, Caspar Coppetti y David Allemann. 

Llegaron a un acuerdo diferente al patrocinio convencional. «Federer se unió a On como embajador de la marca, socio de diseño e inversor con una participación del 3% en la empresa», explica Satam. Poco después, Federer «empezó a trabajar en una zapatilla de tenis con la empresa junto con una línea informal llamada The Roger». 

Con la imagen del suizo más conocido del planeta, la marca salió de la pandemia como una marca global y salió a bolsa. Nada más empezar a cotizar, su capitalización bursátil rondó los 10.000 millones de dólares. La participación de Federer, por tanto, valía 300 millones de dólares. Eso aparte de los 300 del contrato de patrocinio convencional… 

Una vuelta de tuerca interesante que nos retrotrae al arquetipo del éxito empresarial-deportivo: Michael Jordan. Recién cumplidos unos espléndidos 60 años, el gran mito de la NBA aparece también en Forbes. En su caso, en un puesto no muy emocionante: el 1.516… Pero en la lista «de verdad». Nada de deportistas mejor pagados: Jordan está en el club de los patrimonios milmillonarios. Y lo más interesante para el presunto vértigo de Rafa Nadal, su fortuna no deja de crecer. Obsérvese el gráfico que adjunta Forbes con su historial de patrimonio neto:

Imagen que contiene pelota, alimentos, lluvia

Descripción generada automáticamente

La historia de su éxito financiero siempre estará vinculada a una zapatilla. Se ha contado hasta la saciedad. Seguro que Nadal ha visto la película Air. Jordan le sigue sacando una pasta a Nike, que por entonces no era el gigante que es ahora (como aún no lo es la On de Federer), pero ha diversificado notablemente sus inversiones. El mes pasado, sin ir más lejos, vendió por 3.000 millones de dólares los Charlotte Hornets, un equipo de la NBA que compró en 2010 por 275 millones (aunque en 2020 había vendido una parte minoritaria).  

Rafa tiene en quiénes fijarse para deslizarse por las praderas de la jubilación, para él de un verde más parecido al de los billetes de dólar que a las pistas de Wimbledon. 

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