Crowmie, la 'startup' que seduce al ahorrador mezclando sostenibilidad y rentabilidad

España ya dispone de plataformas de crowdfunding alrededor de las energías renovables. Fundeen y Solarmente son un par de buenos ejemplos. La valenciana Crownie se diferencia de la mayoría porque su infraestructura tecnológica se basa en el blockchain.

Este bastidor permite que personas de cualquier parte del mundo puedan destinar con enorme rapidez parte de sus ahorros a proyectos de autoconsumo industrial, es decir, a fábricas que buscan rebajar la factura de la luz y/o pivotar hacia la sostenibilidad. Un particular, explica Pablo Valverde (cofundador y CMO), se registra, estima sus retornos gracias a la calculadora de Crowmie y elige dónde planta sus euros. El desembolso mínimo son 100 euros, no existe un tope máximo. 

Suelen transcurrir entre dos y tres meses desde que se desbloquea el dinero hasta que la inversión genera los primeros intereses. La factoría en cuestión paga una mensualidad que incluye amortización y rentabilidad. La TIR oscila entre el 7,5% y el 8,5% y los retornos (suma de amortizaciones y rentabilidad) se sitúan hoy en un promedio del 15,2% anual. Si un ahorrador (español) decide retirar sus ganancias, la startup le aplicará una retención del IRPF del 19%.

Cómo se hace la criba 

El equipo de Crowmie dispone de una red de 30 empresas fotovoltaicas que sugiere perfiles interesantes de fábricas donde invertir. La ventaja es que ellas mismas ya preparan un estudio de ingeniería y costos de la instalación. Después, la startup asigna un rating a cada proyecto en función de diversos parámetros y se sienta con el cliente y la ingeniería «para que la fábrica pague un precio que le cuadre y Crowmie obtenga una rentabilidad mínima».

Cuando todo se tuerce

Si la operación no sigue los derroteros esperados y aparece el fantasma del impago, el ahorrador tiene las espaldas cubiertas porque cada contrato firmado con la factoría incluye el pago de un aval de entre tres y seis mensualidades. Confirmada la bancarrota, Crowmie obtiene el usufructo del techo solar durante 25 años y está autorizada para trasvasar ese rendimiento a otra fábrica en un radio de hasta cinco kilómetros o para volcar directamente esa energía en la red, logrando entonces rendimientos que estarán sometidos (esta vez sí) a fluctuaciones de precios. 

El ahorrador aporta sus cantidades iniciales mediante transferencia bancaria, aunque se estudia actualmente la opción del pago por Bizum o mediante transferencia. Cuando rueda la piedra de la inversión, hay tres opciones: mantener el dinero cosechado en la wallet de la plataforma «como si fuese una cuenta corriente más», retirarlo con las consabidas retenciones o reinvertirlo. En este último caso, apunta Valverde, «el rendimiento originario puede multiplicarse hasta por tres».

Números y respaldo

En junio, Crowmie levantó una ronda de 300.000 euros donde participaron Demium Capital y la ingeniería de infraestructuras, agua y energía Lantania. Hasta la fecha se han financiado tres proyectos y el cuarto está en camino (Las Salinas, de 380 kW). El objetivo es liberar entre uno y tres millones este año y 15 más en los próximos cinco.

«Estamos en el top 10 de países con mayor potencia instalada (en renovables) del mundo. El autoconsumo ha crecido en un lustro un 1.200%. Con sus condiciones naturales de sol y viento, España vislumbra enormes oportunidades de negocio y la aspiración de la independencia energética. No tenemos petróleo, pero si el transporte pasa por lo eléctrico, en una década podríamos ser autosuficientes», asegura Valverde.