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Pilar Cernuda

Pablo Casado no acierta

«Un hombre o una mujer de Estado saben, o deben saber, que en determinados momentos hay que apoyar al gobierno, sobre todo cuando se trabaja en condiciones límite  y contra reloj»

Opinión
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Pablo Casado no acierta

Salvador Sas | EFE

Lo tenía fácil y lo sigue teniendo fácil a poco que se empeñe, nunca ha habido peor presidente ni un líder de la oposición con más posibilidades de ganarle la batalla, pero Pablo Casado no acierta en ese papel y es probable que Pedro Sánchez –que está poniendo toda la carne en el asador- vuelva a ganar las próximas elecciones, y entonces el PP tendrá que plantearse buscar un candidato más sólido si pretende recuperar algún día el gobierno.

El equipo de dirección del PP sigue instalado en la euforia, lo que no sorprende demasiado porque no es un equipo con cabezas relevantes y  además tienen escasa capacidad de análisis y poca idea de estrategia política. No han sabido enfocar  la cuestión de Afganistán, en la que Sánchez falló estrepitosamente durante los tres primeros días cuando no vio venir las consecuencias de la conquista talibán y siguió disfrutando del dolce far niente en Lanzarote. Sin embargo, Robles y Albares estaban donde había que estar y sacaron al presidente de la hoguera en la que se estaba abrasando. La ministra se envolvió en la bandera que enarbolaban los militares, que conocían la importancia de las bases de Morón y Rota para Estados Unidos, y sabía además Margarita Robles  que los militares españoles dan sobradamente la talla tanto en cuestiones bélicas como humanitarias y responden de forma impecable, valiente y eficaz cuando se les necesita.

El presidente estaba obligado a informar al líder de la oposición, y desde luego estaba obligado a comparecer ante el Parlamento. Pero Casado tenía que ir mucho más allá en su papel, llegó un momento en que tanta insistencia en la falta de llamada del presidente y la incomparecencia del presidente provocaba hartazgo. Se echó de menos que pusiera en valor el trabajo de los militares y su importante labor  en  la operación rescate, y si eso obligaba a pronunciar frases a los ministros directamente implicados en esa operación, pues se pronunciaban porque además las merecían.  Como era obligado también reconocer que, tras la desidia inicial del presidente, el resultado del trabajo político y operativo ha sido muy bueno a pesar de las pobres expectativas iniciales. ¿Qué otros países han reaccionado antes? Sí, pero ahí están esos dos mil rescatados en condiciones de peligrosidad máxima, desafiando a unos terroristas dispuestos a utilizar cualquier método,  como se ha visto, para intentar abortar el rescate de los occidentales y de los afganos que trabajaron con ellos.

Un hombre o una mujer de Estado saben, o deben saber, que en determinados momentos hay que apoyar al gobierno, sobre todo cuando se trabaja en condiciones límite  y contra reloj.  Ha habido voces en el PP que desde el primer momento elogiaron  sin complejo a los ministros del gobierno que se volcaron en la operación rescate, así como a los militares que la diseñaron y consiguieron salvar a centenares de personas de algo peor que la muerte. La de Casado sin embargo no sonó con la contundencia y la generosidad que debía sonar.

En Génova siguen con optimismo desbordante porque las encuestas les auguran un futuro feliz, y no se dan cuenta de que los éxitos de las elecciones últimas no son de Pablo Casado, sino de dirigentes regionales y locales que han demostrado que saben qué buscan los ciudadanos en sus líderes políticos.  Y a los que votan a Ayuso, Almeida, Moreno o Feijóo  hay que darles motivo para  votar a Casado con el mismo entusiasmo.

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