THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Miedo a la autoridad

«Con la pandemia, la sociedad española ha sido cumplidora hasta cuando no ha hecho falta»

Opinión
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Miedo a la autoridad

Carlos Castro (EP)

Un amigo me preguntó el otro día si le pueden multar si sale a la calle teniendo coronavirus. El médico le había dicho que se quedara en casa. Y claro, es lo responsable: limitar los contactos para evitar contagios. Pero no te pueden multar por salir a la calle con coronavirus. Esto, que parece obvio, en realidad no lo es tanto. Mi amigo cree que los límites de lo correcto están en lo que dice la autoridad, ¡incluso cuando esa autoridad solo aconseja o recomienda! O incluso cuando esa autoridad en realidad es un médico (no un policía), que hasta donde yo sé no puede suspender derechos constitucionales. 

Su actitud creo que es generalizada en la pandemia. Parte de la idea equivocada de que cualquier autoridad es toda autoridad. Un médico puede obligarte, porque representa una autoridad, a no salir de casa. Un alcalde puede impedir que te desplazes al municipio vecino o que andes por la calle a determinada hora. Toda autoridad es la autoridad

Este amigo no suele cruzar nunca un paso de peatones con el semáforo en rojo, ni siquiera lo haría (exagerando un poco) en esas urbanizaciones fantasma que surgieron durante el pelotazo inmobiliario donde solo existen el trazado de las calles, los pasos de peatones y los semáforos. Algo parecido ocurre con, por ejemplo, la gente que lleva mascarilla cuando está sola en el campo, o esas personas que incluso llevaban mascarilla bañándose en el mar. Lo que entienden por ley –que da igual si es ley de verdad, lo importante es que lo diga una autoridad con cierta solemnidad– se convierte en lo moralmente correcto o responsable. 

En Legalismo, que acaba de publicar la editorial Clave Intelectual, Judith Shklar critica «la actitud ética que sostiene que la conducta moral tiene que ver con el cumplimiento de reglas y las relaciones morales consisten en deberes y derechos determinados por reglas». Es una actitud muy extendida, especialmente en determinado constitucionalismo español cuya única posición es decir: «Eso es ilegal». 


Con la pandemia, hay un legalismo creativo. Ante leyes ambiguas o absurdas, el ciudadano interioriza lo que considera que es la ley, es decir, lo que tiene prohibido. Y por eso hay tanta gente que piensa que, si se contagia de coronavirus, tiene que aislarse en casa como en marzo de 2020, que tiene que pedir a un familiar que le traiga la compra o a su madre que le traiga los tuppers, porque no puede salir.  

Si mi amigo tenía una especial reverencia por cualquier autoridad, la pandemia ha atrofiado completamente lo poco que tenía de anarquista. Creo que algo parecido le ha ocurrido a la sociedad española, que ha sido cumplidora hasta cuando no ha hecho falta. En muchas ocasiones se ha confundido el miedo a la autoridad con la responsabilidad

Ese miedo a la autoridad acaba volviéndose una posición moral. Y ante la duda, en la pandemia, lo acertado es siempre lo más represivo con las libertades individuales. Bueno, vale, es verdad que no me pueden detener por salir a pasear por un parque si estoy contagiado. Pero ¿por qué arriesgarte? Nunca se sabe. Como dice Helen Lewis en un estupendo artículo en The Atlantic, «me recuerda a los consejos que se dan a las embarazadas. Claro que te puedes tomar una copa, pero ¿por qué arriesgarte? ¿Por qué no te quedas en casa hasta morir de viejo para que así nadie pueda decirte: “Te lo dije”?».

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