THE OBJECTIVE
Enrique Cocero

Asumir responsabilidades

«La responsabilidad por el comportamiento de los miembros de cualquier organización o partido político cae en manos de los que están al frente»

Opinión
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Asumir responsabilidades

Patxi López.

Estamos a nueve meses de que llegue el momento en el que tengamos que ir a votar a un nuevo Congreso de los Diputados que nos dé un nuevo Gobierno.

Nueve meses de destrucción de coaliciones y generación de líderes, etc, suponiendo que en nueve meses un líder pueda crearse. Que ya les digo, como mucho, puede despuntar si ya era líder, pero crearse… por mucho que el sujeto se mire al espejo por las mañanas y se repita de forma constante «soy un líder», el escenario más probable es que acabe aprovechando la corriente más favorable para hacerse un nombre.

Ejemplo: el gobernador de Florida, Ron de Santis, el lunes pasado, hizo todo lo que tiene que hacer un aspirante a las primarias presidenciales de Estados Unidos: hablar de cuestiones nacionales (por muy gobernador de Florida que sea), dejar de lado las cuestiones locales, sancionar una ley que luche contra una amenaza (en este caso la cultura woke de Disney) y presentar un libro en el que se hable del proyecto que tiene para su país.

Lo digo porque Yolanda Díaz está, poco más o menos haciendo lo mismo con dos leves diferencias: la primera es que no ha escrito un libro y la segunda es que, tras dos presentaciones oficiales, aún no ha lanzado su candidatura.

Eso sí, habla de todo lo que no sea propio del Ministerio de Trabajo: pensiones, topar la cesta de la compra, topar las hipotecas… ahora, de cuántos fijos discontinuos inactivos hay, aún no sabemos nada y no será porque no tengan los datos.

Mientras Yolanda Díaz busca el momento adecuado para lanzar su (más que anunciada) candidatura, las encuestas dicen que el PSOE o, si se prefiere, la candidatura de Pedro Sánchez está estancada. Ni avanza ni retrocede, aunque más o menos el panorama está igual en todos los segmentos. Como si el votante estuviera un poco cansado y sólo fuera a activarse… no sé, en la jornada de reflexión o el mismo día del voto.

Se estima que de un 3% a un 7% de los votantes escogen su papeleta delante de la mesa, en el mismo colegio electoral. Otros muchos ya han decidido el voto por inercia, tradición, convencimiento, ideología… pero ese 7% podría cobrar aún más volumen visto lo poco que se mueven hoy las encuestas.

«Pensar en bloques, en futuribles alianzas, es una forma desafiante de matemática electoral»

Por eso, porque la cuestión no da señales más allá de la latencia, de la criogenización, Pedro Sánchez ya piensa en bloques de pactos mientras que a Alberto Núñez Feijóo no le queda otra que buscar un resultado mínimo, como el de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.

Desde mi punto de vista pensar en bloques, en futuribles alianzas, es una forma desafiante de matemática electoral. Es puro cálculo multivariante, modelos complejos, porque tienes tantas factores expuestos al caos, que lograr identificar cuáles son elementales, cuáles accesorios, cuáles complementarios y que la combinación más probable engrane a tu favor… es casi un arte.

De hecho la ventaja que tiene Pedro Sánchez es que, si el PSOE se ve impactado en cuestiones como la ley del solo sí es sí, o se evidencia el caos en la ley trans o ya no hay más datos de empleo que tocar y se hace meridiano que lo que tenemos es un problema de tejido productivo si la inflación sigue mostrando su verdadera cara y los agoreros no eran tales o si abundan en casos de corrupción…

… si todo eso ocurre, el PSOE podría perder votos hacia el Partido Popular en la mayoría del país por mera saturación con Pedro Sánchez. Otros votantes podrían quedarse en casa y la abstención siempre favorece al partido con voto más fiel y mejor movilizado.

Pero ocurre que, en Cataluña, en el País Vasco o incluso en Canarias o Navarra, la huida sería hacia partidos que, la mayoría, no permitiría un Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, con lo que, haciéndoles huir, aún se beneficiaría a través de los pactos posteriores.

¿Indicios? Esta semana no hay sesión de control, pero ya veremos la próxima si se ha detectado la oportunidad de poner tierra por medio con el PSOE para capitalizar el hastío, si lo puedo llamar así, por parte de partidos nacionalistas e independentistas.

Si algún diputado de los socios del PSOE les increpa por permitir que un diputado (ó 15) estuvieran tan descontrolados como para no dudar de que una cena en un restaurante, invitados por intereses privados, debía ser reportada… ya está. Ésa será la señal.

«Sánchez tiene dos obligaciones frente a los representantes públicos de su partido: control y gestión de responsabilidad»

El argumento que se les ha dado para quejarse de, al menos, imprudencia es muy sencillo: Pedro Sánchez, Patxi López o Santos Cerdán tienen dos obligaciones frente a los representantes públicos de su partido: control y gestión de responsabilidad.

Porque la responsabilidad por el comportamiento de los miembros de cualquier organización, sea ésta una empresa, un batallón o, incluso, un partido político, cae en manos de los que están al frente.

Es más: fíjense qué curioso que este fue el principio rector de la moción de censura de 2018. Si la corrupción estaba presente en el Partido Popular y Mariano Rajoy era su principal dirigente, la excusa que encontró (dicen) Iván Redondo, era redonda.

Cierto que alguien podría decirme que nadie ha siquiera inculpado aún a Fuentes Curbelo, pero fue el propio Patxi López quien, el martes, tachó al ya exdiputado de corrupto sin esperar siquiera a la presunción de inocencia.

Vamos, que el responsable de los diputados ha reconocido, tácitamente, que se le ha escapado algo y que ése algo es un caso de corrupción. Iba a decir que sobran las palabras, pero si sobraba algo eso fue el «¿y a ti qué te importa?» que le soltó a un periodista.

Entiendo que López no se dio cuenta cuando, en el fragor de su comparecencia, dejó expuesta su propia flaqueza, pero eso incluso ayudó a ser condescendiente con él, porque, de lo agobiado que se le vía, generaba hasta ternura.

Todo lo demás… pues lo de siempre: palabras y justificaciones para el adepto al discurso socialista, aunque sólo sea para ver si suenan convincentes.

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