THE OBJECTIVE
César Calderón

Una tesis sobre la posible repetición electoral

«Muchos votos prestados al PSOE en Cataluña y Euskadi volverán previsiblemente al nacionalismo»

Opinión
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Una tesis sobre la posible repetición electoral

El expresident de la Generalitat catalana Carles Puigdemont. | Europa Press

A pesar de la euforia del PSOE tras su excelente resultado electoral la noche del pasado 23 de julio, una vez asentado el humo de las celebraciones, comienza a quedar claro que el camino de Pedro Sánchez hacia La Moncloa dista mucho de parecerse al paseo triunfal que auguraban los exégetas habituales.

Con un PP que, además de haberse convertido en la principal minoría en el Congreso de los Diputados ha logrado también ser la nueva fuerza hegemónica en el Senado, las posibilidades de reedición del ejecutivo Frankenstein que tanto nos amenizó la pasada legislatura se han estrechado de tal forma que solo un voto favorable del partido liderado por Carles Puigdemont, unido a los de ERC, Bildu, PNV y BNG además de todos los partidos integrados en Sumar,  podría garantizar a Sánchez la investidura por la mínima de un gobierno que, además, sería el más invertebrado de nuestra historia democrática. Tanto que la puesta en marcha de cualquier agenda legislativa exigiría de un nivel de funambulismo político que convertiría el día a día del Congreso en una película de suspense dirigida por el mejor Alfred Hitchcock.

Motivo que unido a la escasa confianza que, vaya usted a saber por qué, desprende el profuguísimo expresident de la Generalitat, hace que a pesar de las declaraciones de confianza y suficiencia de los socialistas y del partido de Yolanda Díaz, a día de hoy nadie puede asegurar que no tengamos que ir de nuevo a las urnas el próximo invierno a resolver el entuerto.

Una posibilidad que, además, se analiza de forma muy diferente dependiendo del lugar de residencia del interesado, ya que mientras en la burbuja mediática madrileña prácticamente todo el mundo da por hecho que Sánchez conseguirá la investidura, la impresión predominante en la catalana, que también ellos tienen su propia burbuja, es exactamente la contraria.

Y es en esta opción, la de la repetición electoral, en la que me gustaría poner la lupa ya que a pesar de la cercanía de esta posible campaña respecto a la anterior, podemos encontrarnos con un ecosistema político con importantes diferencias que pueden hacer que el resultado sea sustancialmente distinto.

«Tendremos que soportar estoicamente el numerito teatral con el que a buen seguro nos deleitarán Puigdemont y sus mariachis»

Y  no hablo solamente de lo complicado que lo tiene Vox tras su dramático retorno a sus esencias más tarugas, y sobre todo tras la purga de sus perfiles más mediáticos (que no moderados).

Tampoco me refiero solamente al nuevo impulso que va a recibir el voto útil entre unos electores cansados de acudir a las urnas.

Y finalmente, tampoco hablo únicamente que muchos votos prestados al PSOE en Cataluña y Euskadi volverán previsiblemente al nacionalismo tras comprobar la escasa eficiencia práctica de su esfuerzo.

Me refiero fundamentalmente, y esta es mi tesis, a que si como los datos cualitativos postelectorales parecen indicar el voto in extremis de muchos electores progresistas y moderados al PSOE no ha sido en absoluto una validación del experimento Frankenstein, sino un voto casi exclusivamente reactivo frente al monstruo de Voxzilla, es decir, no ha sido un voto estratégico sino un sufragio puramente defensivo y primario, al poner a esos mismos electores ante un escenario electoral sin Vox en primer plano de la ecuación, el resultado será necesariamente muy diferente siempre que el PP persevere en su estrategia de moderación y no se deje arrastrar por los cantos de sirena de las estúpidas batallitas culturales, esas que tanto gustan a alguna prensa capitalina y que no han hecho más que traerle disgustos.

Claro que, para que esto suceda, antes tendremos que soportar estoicamente el numerito teatral con el que a buen seguro nos deleitarán Puigdemont y sus mariachis durante las semanas previas al anuncio de su decisión.

Y les aseguro que independientemente de si la moneda al aire de Puigdemont es finalmente cara o si sale cruz,  este no será un espectáculo demasiado edificante.

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