THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Esto no es nada nuevo

«La amnistía es la medida más grave de Pedro Sánchez, pero no es del todo nueva: durante años ha ido anticipándola con otras similares»

Opinión
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Esto no es nada nuevo

Ilustración de Alejandra Svriz.

La mayoría de la gente que sabe lo que es la amnistía no tiene realmente una opinión sobre la amnistía, sino alrededor de ella. Ante la palabra amnistía, el votante activa otros temas que le sirven para saber qué pensar. El de derechas piensa en Sánchez, la unidad de España, el independentismo catalán que tanto repudia. Entonces sabe que está en contra. El de izquierdas, piensa en la derecha que dice que «se rompe España», ve en sus medios afines qué tipo de individuos protestan estos días en Ferraz, ve a la oposición hiperventilando o declaraciones como las que ha hecho una asociación pro-Guardia Civil, que ha dicho que están dispuestos a derramar «hasta la última gota de nuestra sangre en defensa del orden constitucional». Entonces sabe que tampoco será para tanto y que, si la derecha tanto rabia, será porque lo que está haciendo la izquierda está bien. Es una visión adolescente. Es también la manera en la que la mayoría de ciudadanos se forma una opinión política (y muchos de quienes se creen más sofisticados que eso también caen en ello). Uno busca un referente cercano, que funciona como heurístico o atajo mental (y ese referente puede ser favorable o en contra) y entonces se posiciona. La palabra clave es posicionamiento. 

Luego, obviamente, hay individuos que están en contra de la amnistía por lo que realmente significa la amnistía. Pero, seamos realistas, son una minoría. Las cartas están marcadas desde el principio. Hay también millones de personas sin una opinión clara, que solo han oído hablar de la palabra amnistía sin saber muy bien qué significa. Pero no van a formarse una opinión a partir del contenido de la amnistía, sino de todo lo que la rodea. 

«Dudo mucho que el votante que el 23 de julio votó a Sánchez vaya ahora a cambiar de opinión»

Lo que está ocurriendo es grave, pero dudo mucho que provoque muchos cambios en la política española, o al menos cambios que no se estuvieran ya produciendo desde hace meses o años. Tampoco creo que provoque trasvases de voto de un lado a otro; dudo mucho que el votante que el 23 de julio votó a Sánchez (después de sus pactos con Bildu, su alianza con Podemos, los indultos a los independentistas y su revisionismo sobre el procés) vaya ahora a cambiar de opinión. En julio Sánchez no prometió la amnistía, pero ya había suficientes motivos parecidos para no votarle. No han cambiado tanto las cosas.

La amnistía se producirá, las promesas del PSOE al independentismo se irán cumpliendo, porque son promesas que están en el ADN del sanchismo (que es cada vez más una mezcla de proyecto personalista y sucursal del PSC en Madrid), la polarización seguirá, el Estado de derecho se irá erosionando poco a poco (¿por qué molesta a tanta gente esto? Las democracias se erosionan, no significa que estemos dirigiéndonos a una dictadura), y muchos se olvidarán, como han olvidado lo que fue realmente 2017. Quien piensa que esto marca un antes y un después creo que se equivoca. El sanchismo es un movimiento (o una cultura política, o una manera de hacer política) turbopolítico: se integra estupendamente en la velocidad de la política contemporánea, en la que un suceso sustituye a otro y la duración de un conflicto no es muy larga. La amnistía es la medida más grave de Sánchez, pero no es del todo nueva: durante años ha ido anticipándola con otras similares.

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