THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

El escorpión y la rana

«Nada le importa más a Puigdemont que humillar a quien se supone que representa el Gobierno de España. Es una victoria superior a la independencia»

Opinión
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El escorpión y la rana

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pues naturalmente, ¿qué te imaginabas, pobre hombre? Sánchez parece agraviado porque Puigdemont le ha tumbado por enésima vez sobre la lona. Este tipo no sabe de qué va el asunto. Se lo conté a ustedes hace una semana, si no recuerdo mal, lo más importante que ha dicho Puigdemont sobre la política española es aquella célebre frase: «Sánchez va a mear sangre». Y eso es lo que está haciendo. Nada le importa más que humillar a quien se supone representa el Gobierno de España. Es su triunfo. Una victoria superior a la independencia que sabe muy bien es imposible de conseguir, no por Sánchez, sino por Europa. Pero cada vez que tumba al pobre monigote de un manotazo los proto fascistas catalanes irrumpen en aplausos y descorchan botellas de cava. Això és una dona!, bramaban ante la Ferrusola.

Hay que volver a explicarlo. Sánchez no conoce Cataluña y por lo tanto no sabe nada de Gerona. Verán ustedes, los de allí estamos al cabo de la calle desde hace un siglo. Cataluña, ese invento de Pujol, se compone de dos partes, por un lado está Barcelona y su provincia que reúne a unos seis millones de habitantes. Y por otro la Cataluña rural, la agraria, que suma otros dos millones, más o menos. Tractorlandia, en definición de Boadella.

Los de la Cataluña rural sólo tienen una agrupación fuerte que es la de Gerona, sobre todo en su parte costera. Y Puigdemont era el alcalde de Gerona. A ese poder hay que añadir el de los obispos y abades catalanes, todos ellos separatistas porque han sido elegidos por los separatistas, conscientes del peso que tiene la religión entre los carlistas.

«El voto agrario, en Cataluña, tiene un peso diez veces superior al voto barcelonés. Ese fue el triunfo de Pujol y el de la xenofobia»

Los gerundenses odian a los de Barcelona porque son ellos los que les han hecho ricos. Como cuenta muy bien Pla, fueron numerosas familias barcelonesas las que a comienzos del siglo XX compraron terrenos y masías de aquella zona y construyeron o repararon algunas viviendas admirables. Los campesinos de Gerona vendieron sus propiedades por cantidades fabulosas y se hicieron ricos. Luego llegó el turismo, también industrializado desde Barcelona. El odio de los gerundenses es comprensible. Nada se perdona peor que un favor, una gracia, una concesión que te hace rico.

Durante décadas los de Gerona llamaban a los de Barcelona els pixa pins, los mea pinos. Se observa que los separatistas gerundenses tienen un problema con la orina. Eso sí, el voto agrario, en Cataluña, tiene un peso diez veces superior al voto barcelonés. Ese fue el triunfo de Pujol y sigue siendo el triunfo de la xenofobia separatista. A medida que la Cataluña agraria aumenta su fuerza, en la misma medida disminuye la de Barcelona, ciudad híbrida, llena de gente que se sabe española y por lo tanto muy desafecta al régimen. Motivo por el cual buena parte de la burguesía barcelonesa está a favor de los separatistas y de Tractorlandia por pura xenofobia.

Olvidan que, si algún día Pujol y Puigdemont ganaran su máxima apuesta, es muy probable que cambiaran la capital a Gerona. En cierto modo sería el cumplimiento de un sueño centenario, porque ninguno de los dos se siente en absoluto un barcelonés. Y esta es la razón por la que los socialistas catalanes son tan nacionalistas como Pujol y Puigdemont, aunque lo disimulen. Saben que siempre serán subalternos. Y lo son, pero no se quieren perder las calçotadas.

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