THE OBJECTIVE
Antonio Elorza

'Sanchoengendro'

«Está cobrando cuerpo una criatura deforme, una mentalidad que lleva a sectores de la población a asumir sin reservas el vigente proceso de degradación política»

Opinión
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‘Sanchoengendro’

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pedro Sánchez ha acuñado, o mejor, sus asesores de comunicación le han acuñado, un neologismo muy desagradable, un verdadero palabro, la fachosfera, con el sano propósito de mandar a la basura a todo aquel que no piensa como él y expresa su oposición, metiéndolo en un saco donde cabe toda disidencia. En la medida que Sánchez no aporta argumentos que justifiquen su utilización, ni contenidos de los cuales se deduzca que tal monstruo exista, la conclusión es obvia.

Nos encontramos ante una muestra más del oxímoron que caracteriza al personaje, a su acción política y a sus palabras, y que va desde su atildamiento de guaperas a sus solemnes declaraciones sobre las líneas rojas que nunca traspasará (hasta el mes siguiente). Pedro Sánchez es el prototipo del progresismo reaccionario, partiendo de una profesión de fe racionalista en la forma, porque la idea de progreso es hija de las Luces, pero que consiste en una puesta en práctica continuada y sistemática de la irracionalidad.

Subrayemos ese carácter de «continuada y sistemática» que corresponde a su modo de acción política. Constituye una verdad a medias decir que Sánchez es una especie de veleta que gira, con continuos cambios en sus declaraciones y en sus actos, mirando a conservar el poder, y nada más. Esos cambios responden a una estrategia previamente determinada que se aplica a todo tipo de problemas, desde que apareció la covid, y la misma consiste en activar una dinámica incansable de anuncios, dosificación de informaciones, manipulación de mensajes, e incluso de resultados, al servicio de sus intereses.

Aun teniendo la comunicación como primer campo de juego, su propósito va más allá. No se trata de convencer sobre algo, sino de crear una masa de convencidos que acaban asumiendo plenamente su estilo de gobierno, su palabrería y sus mitos. Y en la medida que tal estrategia se orienta a crear una división  irreversible en la opinión pública y en la sociedad, su orientación es inevitablemente agresiva. El punto de llegada es la creación en el imaginario de un chivo expiatorio, aquí y ahora la fachosfera, personificación del Mal político cuyo contenido, volvemos al principio, no es otro que demonizar al discrepante de Sánchez.

Nos encontramos ante un totalismo, o totalitarismo horizontal, estudiado por R. J. Lifton, proyecto dirigido a homogeneizar la opinión de un colectivo de acuerdo con los intereses de un centro de poder, en torno a unos pilares que guían las opiniones y sirven para la auto-identificación, usando una lengua de palo donde no caben razonamientos, y con la exigencia de eliminación del «otro». Aquí y ahora no hace falta nombrarle.

«La manipulación de la información en RTVE bordea la obra de arte cuando llega el turno de la ley de amnistía»

Los efectos sobre la información se aprecian tal vez con mayor claridad en temas alejados del debate político. Uno muy inmediato es la sucesión de protestas de agricultores. En apariencia, los hechos están ahí, con las declaraciones y las elocuentes imágenes. Todo parece correcto, pero las declaraciones del ministro de Agricultura, Luis Planas, al producirse las acusaciones del primer ministro francés, ya evidencian la voluntad de no eludir el tema. Nos dice el ministro que existe una normativa europea, y no que en España se cumple, lo que debiera fundamentar su protesta. Entre líneas, se transmite la noticia de que el Gobierno francés al parecer pide disculpas por lo ocurrido, y se le han agradecido.

La verdadera noticia, el respaldo policial francés a la violencia, devolviéndonos al escenario del viejo clip de la Trinca, no merece análisis preciso de nuestro Gobierno. ¿Por qué esa actitud reverencial? ¿Hay que comprar benevolencia para la amnistía? Sobre las protestas agrícolas portuguesas, toca el silencio de las imágenes. Y peor es la desinformación sobre la protesta de nuestros agricultores y la actitud del ministro. A juicio de este, los agricultores se entrevistan con él como quien busca de un confesor: «Lo que quieren es que se les escuche y se les comprenda» (sic). De momento, mejor nada, o los tomates para Ségolène Royal, a quien Planas debería agradecer la distracción provocada sobre el fondo de la cuestión.

En temas sensibles, la manipulación estatal de la información en RTVE, dirigida a ocultar primero y luego celebrar, bordea la obra de arte cuando llega el turno de la ley de amnistía, con la impagable cooperación de Francina Armengol, desde el horario y la cadena de transmisión, 24 Horas, hasta el colofón de una entrevista triunfante otorgada a Oriol Junqueras, que lamentablemente quedó deslucida por los noes de Junts. Pero tampoco importa demasiado, porque no hubo rechazo de la ley, ni para Francina ni para RTVE, sino devolución a Comisión de Justicia, para ella, y marcha atrás o cosa parecida para la tele. Al día siguiente Bolaños & Co. devolvían la moral a las «personas de bien» invocadas por Junqueras, proclamando que unos votos negativos no harían caer al Gobierno de Sánchez, ya que solo el presidente puede hacerlo y que el actual durará, agotando la legislatura. Aunque le tumben todas las leyes, al parecer, no importa.

El nazismo inventó y practicó hasta la saciedad esos ejercicios de manipular, ocultar e invertir el significado de los mensajes. Podemos apreciarlo en una aburrida película aun en cartel sobre Auschwitz, lugar donde el exterminio se transformaba en «El trabajo os hace libres» desde la puerta de entrada y el recinto privilegiado del verdugo-jefe en La zona de interés. La fórmula organizativa consistía en el nombramiento de funcionarios políticos, aquí podía ser la figura eufemística de un Orientador de Opinión, quien ejercía la estricta tutela sobre el sistema informativo de un diario o de una emisora, insistiendo en la presentación siempre positiva del «nosotros» y en  la deformación sistemática del enemigo político. No caben opiniones alternativas, ni críticas, según recuerda José Miguel Contreras en La Sexta, tomando como ejemplo a García-Page: «La cosa no está para tonterías».

«La ‘fachosfera’ es útil solo como arma arrojadiza. Pero tendría sentido pensar en la existencia de su opuesto, el ‘sanchoengendro'»

La fachosfera es útil solo como arma arrojadiza. De acuerdo con lo anterior, sin embargo, tendría sentido pensar en la existencia de su opuesto formal, el sanchoengendro, más impresentable todavía.Serviría para poner de relieve que el mundo político e ideológico que nos está construyendo Pedro Sánchez desborda el nivel de las propuestas y de las decisiones políticas transitorias. Está cobrando cuerpo una criatura deforme, pero demasiado real, una mentalidad que con la fe del carbonero lleva a amplios sectores de la población a asumir sin reservas el vigente proceso de degradación política y a convertirse en sus defensores y militantes.

Tomemos el ejemplo inmediato de la encuesta en el País Vasco acerca de las opiniones sobre la ley de Amnistía. Claro que los extremos están bien definidos: un 91% de Bildu a favor y solo un 6% del PP. El PNV va hacia una zona intermedia, el 59%, pero es que el PSOE, con toda su carga de víctimas, llega al 64%, y con una nota que en los nacionalistas revela gran desconfianza, superior a la de los socialistas. Han asumido las muertes de los suyos. Sánchez va consiguiendo lo que quería.

Su muro va avanzando y adquiriendo más solidez. La posibilidad de acceso a un espacio abierto de discusión, en consecuencia, mínima. Sin fisuras. De momento, la oposición a la ley de amnistía, en la que no deberían estar aislados unos jueces, marca la última línea de resistencia cívica.

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