THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

De ida y vuelta

«El Farsante sólo podrá encerrarse en su búnker, aunque con tembloroso cuidado si no quiere convertirse en un cadáver ambulante para nuestros vecinos europeos»

Opinión
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De ida y vuelta

Ilustración de Alejandra Svriz

Un viaje barato, el del Gran Farsante. Pero peligroso. Cuando un personaje de escasa inteligencia y carácter débil emprende una acción desesperada, lo habitual es que la cosa acabe mal.

Yo no creo que después de haber desafiado a cuarenta millones de españoles con un ultimátum sentimental («Si no me amas, me voy, y ya te las apañarás») y haber fracasado porque, la verdad, no logró reunir ni 20.000 súbditos que defendieran con uñas y dientes sus sueldos, dudo mucho que se vuelva a casita a preparar sopas de ajo para su santa esposa.

Hasta esos empleados lamentables, los subvencionados de UGT y CCOO, que han usado el 1º de mayo para mostrar su pleitesía, ni siquiera ellos, creo yo, mostraban demasiada seguridad. Decían que iban a defender la democracia como quien recita unas letanías marianas delante del señor obispo. Sin la menor convicción.

De modo que el Gran Farsante va a tener que hacer algo para que nos tomemos en serio su grotesco teatrillo. Juró vengar el honor perdido de Katharina Blum y ahora no puede volver a casa con un manojo de violetas marchitas y el rabo entre las piernas.

«Queda mucho franquismo, pero está todo en la izquierda»

Así que debemos prepararnos para un paso adelante por el camino hacia Perón, Chávez o la familia Kirchner. Ahora bien, los dictadores latinoamericanos no tienen detrás una Unión Europea que vigila cada gesto que dan los espadones o los sátrapas. Sólo de ese modo pueden, los burócratas de Bruselas, justificar un sueldo escandaloso y privilegios indecentes.

No lo va a tener fácil el Farsante para acabar con el poder judicial, con la prensa libre y con la opinión pública de unos habitantes que, durante los últimos cuarenta años, han ido dejando de ser acobardadas criaturas que lamen las botas de las autoridades. Queda mucho franquismo, pero está todo en la izquierda.

A partir de ahora el Farsante sólo podrá encerrarse cada vez más en su búnker, imitar el machismo venezolano, el fascismo argentino o el comunismo cubano, aunque con tembloroso cuidado si no quiere convertirse en un cadáver ambulante para nuestros vecinos europeos. En cuanto a nosotros, habrá que apretarse los machos.

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