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Masacre el primero de mayo

Alguien ordenó disparar contra la gente un Primero de Mayo en Sicilia. Fue la masacre de Portella della Ginestra, hace justo 75 años

Masacre el primero de mayo

La multitud intenta huir de los disparos en Portella della Ginestra, según la reconstrucción de la película Salvatore Giuliano, de Francesco Rossi.

Los primeros disparos sonaron hacia las 10 de la mañana, y la gente pensó que eran cohetes, estaban de fiesta. Pero de pronto empezaron a caer personas e incluso alguna mula. ¡Les estaban disparando! La gente se puso a correr despavorida, pero ¿a dónde? Portella de la Ginestra es un descampado rodeado de elevaciones, donde los campesinos de los alrededores hacían una especie de «romería roja» todos los Primero de Mayo desde finales del siglo XIX. No hay un sitio donde esconderse, además les disparaban desde varias direcciones.

En lo alto de una peña del Monte Pelavet se podía distinguir una figura familiar para cualquiera que viviese en el campo siciliano, un hombre con gabardina blanca. Era el legendario «Duridu», Salvatore Giuliano, el último bandolero de Europa. Él era evidentemente el director de aquella orquesta de pólvora y plomo, aunque no controlaba a todos los músicos. Al pie del monte había un grupo de cinco hombres que disparaban metralletas, miembros de otra banda. Y desde la dirección opuesta, todavía había otro grupo de cuatro mafiosos conocidos de la zona, disparando por su cuenta.

Cuando alguien vive un tiroteo el tiempo se le hace eterno, pero los testigos más fiables coinciden en la duración extraordinariamente larga de aquellas descargas del Primero de Mayo, más de diez minutos. Teniendo en cuenta esto, y lo indefensa que estaba la multitud de unas 2.000 personas, los once muertos y 27 heridos graves de Portella della Finestra parecen pocos. Quizá fuese verdad lo que declararon los lugartenientes de Giuliano, que Duridu había ordenado «disparar por encima de la cabeza de la gente», para asustarlos solamente. Quizá fuesen únicamente los de la otra banda, los de las metralletas –los hombres de Giuliano disparaban con fusil- los responsables de las muertes. 

Pero esos cinco bandidos nunca hablarían, porque murieron a su vez en un encuentro con la policía en el que parecía existir la orden de no hacer prisioneros. La muerte de los implicados en la masacre del Primero de Mayo fue una epidemia general que impediría conocer lo que de verdad importaba, que no es quién disparó en Portella della Ginestra, sino quién les ordenó hacerlo.

¿Quién dio las órdenes?

El hombre que mejor conocía a esos responsables era, naturalmente, el propio Giuliano, que recibió las instrucciones por escrito y quemó la nota inmediatamente después de leerla. Pero tres años después de Portella della Ginestra, en julio de 1950, Giuliano murió en un encuentro con los Carabinieri, oficialmente por los disparos que le hizo el capitán Perenze cuando el bandido empuñó su metralleta. En realidad todo indica que Salvatore Giuliano fue asesinado a traición por su lugarteniente Gaspare Pisciotta, y que luego se colocó el cadáver en un montaje teatral, como si hubiera habido enfrentamiento.

Pisciotta jugaba a agente doble y tenía un salvoconducto  como colaborador de los Carabinieri, pero también pagaría con su vida saber demasiado. Encarcelado y procesado como el resto de la banda de Giuliano, ante el tribunal Pisciotta acusó de haber ordenado la matanza a tres diputados monárquicos, pero también al ministro del Interior, el democristiano Mario Scelba, y a Bernardo Mattarella, el número dos de la Democracia Cristiana y padre del actual presidente de la República Italiana. Su testimonio no fue tomado en serio por los jueces.

Pero otros sí se tomaban en serio las acusaciones de Pisciotta, que parecía determinado a echar culpas sobre todo el mundo. Pisciotta temía por su vida y tomaba precauciones: no compartía la celda con nadie y solamente comía la comida que le traía su madre. Pese a ello, el 9 de febrero de 1954 fue envenenado con estricnina, concretamente con el matarratas que se usaba en la cárcel de Palermo contra los roedores.

La versión oficial, la que aparece en un monolito conmemorativo en el lugar de los hechos, presenta como instigadores de la masacre a los «Agrarios» y a la Mafia. Los «Agrarios» eran los aristócratas terratenientes del estilo de los de El Gatopardo, que seguían existiendo en Sicilia, y temían que los campesinos ocupasen sus tierras. Doce días antes del Primero de Mayo el Bloque del Pueblo, una coalición de comunistas y socialistas, había ganado las elecciones autonómicas en Sicilia, provocando el pánico del sector más conservador de la sociedad siciliana. 

El Partido Comunista, que en 1947 todavía formaba parte del gobierno de coalición,  pretendía hacer una reforma agraria, expropiando las fincas de más de 100 hectáreas. El jefe de los comunistas en Sicilia, Girolamo Li Causi, iba a hablar a los concentrados en Portella della Ginestra. Li Causi estaba obsesionado con acabar con los latifundios, y los nobles terratenientes temían que desde Portella della Ginestra la gente se fuera directamente a ocupar sus fincas. 

En cuanto a la Mafia, un gobierno comunista en Sicilia era temible, podía suponer su fin en vista de cómo actuaban los comunistas en los lugares donde alcanzaban el poder. Los «hombres de honor», como se llamaban a sí mismos los mafiosos, estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para impedirlo. Investigaciones norteamericanas han descubierto recientemente que Giuliano había sido «bautizado» como miembro de la Mafia. Por cierto, a Li Causi le advirtieron que no fuese a Portella della Ginestra, no está claro si el gobierno o… la propia Mafia, cosas de Sicilia.

Siempre flotará en el ambiente la sospecha sobre la Democracia Cristiana. La colaboración entre democristianos y comunistas forjada durante la Guerra Mundial en el enfrentamiento al fascismo, había llegado a su fin, la Guerra Fría estaba en marcha y Estados Unidos presionó a Italia para que echase del gobierno a los comunistas. Precisamente la víspera del Primero de Mayo, el democristiano Alcide de Gasperi, primer ministro de los sucesivos gobiernos de coalición, anunció en una reunión del gabinete que la alianza de la Democracia Cristiana con comunistas y socialistas «ya no era válida para gobernar el país».

El ala más progresista de la Democracia Cristiana siempre pensó que esa alianza con la izquierda era necesaria para gobernar a Italia. Pero también había un ala conservadora muy alejada de tales ideas, que podía buscar la estrategia de la confrontación. Nunca se conocerá a todos los culpables de aquel Primero de Mayo de sangre de hace tres cuartos de siglo.

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