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El buzón secreto

Espionaje a Pedro Sánchez y Margarita Robles: todo apunta a Marruecos

Mohamed VI ya espió a su ex esposa y a Macron, y presionaba para que reconociéramos el Sáhara

Espionaje a Pedro Sánchez y Margarita Robles: todo apunta a Marruecos

El rey de Marruecos, Mohamed VI. | Europa Press

«No hay certezas y es casi imposible que las haya tanto ahora como en el futuro. Lo único que tenemos son datos forenses que nos ayudan a descifrar quién puede ser el responsable. Son pruebas que de cara al centro nos son de mucha utilidad, pero no son válidas en un tribunal». El espía  y yo no hablamos por teléfono, no tanto por la sospecha de Pegasus, sino para evitar dejar huella en el listado de teléfonos. 

La información de que dispone el CNI no contempla que los partidos independentistas catalanes o vascos sean los responsables de los ataques contra los teléfonos móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Estos grupos carecen de acceso al sistema Pegasus y aunque la responsabilidad podría recaer en Rusia, quien en el supuesto del supuesto podría haberles pasado los datos, la realidad es que no hay constancia de que el espionaje ruso disponga de Pegasus, sí en cambio de otros modelos propios de virus.

Sus investigaciones señalan con muchas más probabilidades a Marruecos, el país que en mayo de 2021 mantenía un grave conflicto diplomático con España por culpa de la presencia del líder Polisario Brahim Gali y por la obsesión del rey Mohamed VI de que el Gobierno de Sánchez reconociera la soberanía alauita sobre el territorio del Sáhara. En nuestras retinas guardamos las imágenes del asalto esos días sobre Ceuta protagonizada por miles de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, con la intención de crearnos un problema de convivencia. 

Poco le importó a la comunidad internacional, algo a la Unión Europea, el mal trato dado por Mohamed VI a sus ciudadanos, especialmente a algunos de sus nuevos amigos: Estados Unidos e Israel. Porque no hacía mucho que el Rey marroquí había cerrado un acuerdo trascendental a tres bandas con Trump y Natanyahu. El presidente estadounidense apoyaba su pretensión de que el Sáhara era marroquí y a cambio él aceptaba ser uno de los primeros países árabes en reconocer al Estado de Israel. Sin contar algo que llevaba tiempo funcionando: las relaciones diplomáticas secretas mantenidas entre el servicio secreto de Marruecos y el Mossad israelí, plasmado ya en el acuerdo cerrado años antes de venta del virus Pegaso.

Porque Sánchez, si se confirman las sospechas del CNI, no sería el primer presidente europeo al que los espías de Mohamed le han colocado el virus. Anteriormente, Enmanuel Macron vio cómo le infectaron no el teléfono oficial, sino el móvil privado. Algo que, al igual que a Robles, le ocurrió también a varios de sus ministros. La conclusión del servicio de inteligencia francés fue que el ataque había procedido de Marruecos.

Una dictadura en la que ninguno de sus responsables políticos tiene que dar explicaciones cuando su servicio secreto actúa. De hecho, según investigaciones previas procedentes de una filtración procedente de la vendedora empresa israelí NSO Group, Marruecos sería el segundo país en el mundo que más virus ha inoculado en teléfonos, cerca de 10.000, sólo por detrás de México. Entre los espiados figura Lalla Salma, quien fuera esposa de Mohamed VI hasta marzo de 2018 y con la que el monarca tuvo dos hijos.

Más sorprendente fue que entre los infectados figurara el propio Mohamed VI, algo que el monarca jamás autorizaría. Se especuló que se lo colocaron por la relación que mantenía con los hermanos Azaitar, expertos en artes marciales con los que ha establecido una intensa relación considerada escandalosa por los poderes fácticos. Aunque hubo también quien sospechó que quizás se lo había podido colocar un servicio de inteligencia extranjero, apuntando al CNI.

Un mero paripé político

Otras fuentes expertas en la materia me aseguran algo de lo que no me cabe duda: presentar una denuncia ante los tribunales por el espionaje al presidente y a la ministra es un mero paripé político. Es casi imposible que en el Centro Criptológico Nacional, adscrito al CNI, por muy buenos que sean puedan demostrar con pruebas válidas la implicación de un servicio secreto extranjero. Lo hacen porque el Gobierno quiere diferenciar su caso y el de los independentistas. Según Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, las suyas son unas intervenciones «ilícitas y externas». Lo de externas ya lo hemos explicado, lo de ilícitas se refiere a que no han sido autorizadas por un juez. Al CNI para espiar en el extranjero no se le requiere esa orden, pero para hacerlo dentro del territorio debería ser imprescindible.

Una última cosa. El Gobierno ha puesto mucho énfasis en la cantidad de información robada y ofrecen el dato en gigas y megabits. Eso es importante, sin duda, pero sin olvidar que Pegasus tiene una habilidad todavía más preocupante: activar el micrófono para asistir a las conversaciones del dueño del móvil. Lo que nos llevaría a decir que durante un tiempo Pegasus ha estado sentado en el despacho del presidente Sánchez en el palacio de la Moncloa.

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