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La cumbre de la OTAN y el camarote de los Hermanos Marx

Hay temores grandes en la Alianza por la seguridad y la ciberseguridad de lo que se hable y se trate en la cumbre de Madrid. Y las noticias que les llegan desde España no animan mucho

La cumbre de la OTAN y el camarote de los Hermanos Marx

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Los próximos 29 y 30 de junio se celebra en Madrid la cumbre de la OTAN, una de las más importantes desde la fundación de esta alianza militar occidental porque se va a redefinir toda la estrategia para la próxima década en medio de una guerra en Ucrania. Una cumbre en la que el gobierno anfitrión está viviendo una de sus mayores crisis en su seguridad e inteligencia y todo acompañado del surrealismo en el que vive el gobierno con sus socios de coalición y sus socios parlamentarios. Una tormenta perfecta en el camarote de los Hermanos Marx a solo mes y medio de la cumbre.

La alianza durante décadas mantuvo un pulso firme con la URSS y el Pacto de Varsovia, pero nunca se llegó al enfrentamiento. Tras la caída del Muro de Berlín fueron incorporándose muchos antiguos aliados de Moscú. Fue precisamente en otra cumbre en Madrid hace 25 años donde ingresaron socios tan significativos como Polonia, Hungría o la República Checa. Tres países que vivieron durante años bajo el telón de acero y en los que los intentos de libertad fueron aplastados por tanques rusos.

Desde entonces, muchos más países europeos han abandonado la órbita rusa para incorporarse a la Alianza. Los más significativos, las tres repúblicas bálticas. Letonia, Estonia y Lituania fueron las únicas exsoviéticas que hicieron el recorrido completo hacia Europa. Entraron en la OTAN y entraron en la Unión Europea. Su pasado y su situación fronteriza con Rusia han hecho que sean desde entonces zonas de máxima tensión que obliga a una numerosa presencia militar de sus aliados en apoyo para controlar las continuas provocaciones rusas.

Ucrania ha buscado también este acercamiento a Europa ante las agresiones de Rusia, que en 2014 le sustrajo Crimea e intentó lo mismo en Donetsk, Járkov y Lugansky. Estas han sido las falsas excusas de Putin para la invasión de Ucrania hace ya 80 días. Ucrania iba a ser arrollada en una semana, pero su heroica resistencia ha puesto en evidencia todas las limitaciones militares de Rusia. Hasta ahora solo se ha visto en el lado ruso mala información, planes de ataque irreales, armamento deficiente, problemas logísticos de primer orden y, sobre todo, tropas y oficialidad desmoralizada, con una cantidad de bajas altísimas, incluida la de generales rusos muertos en combate. El desastre es tal que varios países asiáticos compradores de armamento ruso han cancelado sus peticiones.

La Alianza no ha podido actuar como tal en esta guerra, porque eso supondría un salto cualitativo tan importante que se entraría en otra dimensión. Pero la ayuda individual de los países, de la propia UE y de los EEUU, en dinero, armas y sobre todo información están siendo fundamentales. Putin está perdiendo y su salida puede ser de locos y por eso nadie puede estar tranquilo. Esta es la causa principal de algo histórico: Finlandia, que durante décadas ha sido neutral, ha pedido el ingreso en la OTAN. Y detrás va Suecia. 

La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto de forma muy visible y trágica la necesidad de una redefinición de los planes, objetivos y estrategias de la OTAN. Es obvio que se necesita una defensa colectiva más intensa. Y para ello una mayor inversión en Seguridad y Defensa de todos los países. Necesitan definir ya una fuerza de disuasión que haga frente a las necesidades de la seguridad cooperativa y sobre todo a la gestión de crisis. La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad del reforzamiento de la capacidad de inteligencia ante las amenazas híbridas. El replanteamiento de la estrategia de armamento. Se ha visto que drones baratos son capaces de destruir o provocar la destrucción de columnas enteras de blindados. Hay nuevas amenazas latentes y reales. El poderío creciente de China o el flanco sur de la Alianza en un África subsahariana en ebullición y caos, son amenazas ya muy reales.

Todo esto se va a discutir en Madrid en junio. Una cumbre histórica que reunirá a 30 jefes de Estado y de gobierno, que estarán protegidos por más de 25.000 policías en una ciudad que se va a blindar hasta extremos nunca vistos antes. Pero los temores de la Alianza son más sobre la seguridad y la ciberseguridad de lo que se hable y se trate en la cumbre de Madrid. Las noticias que les llegan desde España no animan mucho. Sánchez va a recibirlos en medio de la tormenta perfecta dentro del camarote de los Hermanos Marx.

Es grave que los reciba un presidente del Gobierno español y una ministra de Defensa que han sido espiados. Es muy grave que aparezca detrás la sombra de un ‘supuesto’ país amigo como Marruecos. Tan amigo, que sorprendentemente y con el Congreso en contra, Sánchez ha cambiado la posición española sobre el Sáhara vigente desde hace casi medio siglo. Tan amigo, que al Gobierno español le da miedo decir el nombre del país que le ha espiado y el qué le ha espiado.

La tormenta sigue con el cese a mes y medio de la cumbre de la directora del CNI para satisfacer las demandas de los socios independentistas parlamentarios de Sánchez. Esos independentistas que provocaron el caos con sus CDR y su ‘Tsunami democrático’, llegando incluso a cerrar el aeropuerto de Barcelona. Esos mismos socios que incluso hablaron con enviados de Putin para conseguir apoyo de dinero y tropas al movimiento independentista. Socios que ahora quieren la cabeza de la ministra de Defensa, Margarita Robles

Pero todo esto es nimio cuando se analiza la postura y compostura del propio gobierno. Porque el Gobierno de Sánchez tiene unos ministros de Unidas Podemos que se oponen a todo lo que tenga que ver con la OTAN. A todo.

Se oponen a la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid. Se oponen al envío de armas a Ucrania. Se oponen al aumento en los gastos de defensa. Y es casi peor cuando dan alternativas y dicen que en vez de la cumbre de la OTAN es mejor convocar un concilio dedicado a la paz y a «los derechos sociales, la igualdad o la lucha frente al cambio climático». Tal cual. Ni en los años de Flower Power se escucharon tales estulticias para frenar una guerra.

Ese es el Gobierno de España. Es lo que hay. Y es el gobierno del país que va a acoger la cumbre de la OTAN. En este camarote de los Hermanos Marx, Sánchez es seguro que una vez más intentará crear un cordón sanitario de información para que ningún miembro de Unidas Podemos sepa nada ni pueda transmitirla en directo. Lo malo es que en la OTAN tampoco tienen mucha confianza en el propio Sánchez. Saben que, ante cualquier nuevo chantaje de sus socios de gobierno o parlamentario, es capaz de todo.

Y eso en la OTAN, acojona.

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