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El PSOE no sancionará a Page pero le condena al aislamiento: «Le hace el juego a la derecha»

Page rebaja sus críticas después de que fuentes socialistas descarten adoptar medidas disciplinarias

El PSOE no sancionará a Page pero le condena al aislamiento: «Le hace el juego a la derecha»

Varios miembros de la dirección socialista. | Flickr PSOE

El enfrentamiento de la dirección de Pedro Sánchez con Emiliano García-Page viene de muy lejos. Mucho antes de ser derrocado Sánchez por el Comité Federal en 2016, Page era aliado político de Susana Díaz, con quien se enfrentó el actual líder del PSOE en unas primarias en las que salió victorioso. Fue también Page quien se enfrentó a Sánchez por los pactos con Podemos primero, y los independentistas después; y quien se ha erigido ahora en némesis del presidente del Gobierno respecto a la ley de amnistía y las cesiones a Carles Puigdemont. Una gota malaya que se ha convertido en tsunami en las últimas horas en el PSOE, acostumbrado a eliminar cualquier atisbo de crítica de los órganos de dirección. Así lo hizo Sánchez en 2017, laminando a los barones del Comité Federal tras el órgano que le defenestró en junio con la elaboración de las listas al Congreso, en septiembre con la expulsión del partido de Nicolás Redondo Terreros, y hace una semana, fulminando a todos los que deslizaron algún comentario en privado -jamás en público-, mostrando fisuras en la adhesión inquebrantable que se le exige a todos los dirigentes actuales y que siempre acaba llegando a oídos del secretario general del PSOE. 

Sólo a Page se le permite llegar tan lejos. Es uno de los tres únicos presidentes autonómicos que le quedan al PSOE, el único con mayoría absoluta, y su sentir, al margen de los dirigentes del PSOE, conecta con el de muchos cuadros medios, bajos y militantes rasos del PSOE. Sin embargo, Ferraz se pone límites para actuar contra su barón manchego para evitar amplificar el efecto de la polémica. No habrá sanciones, aseguran desde la dirección federal a THE OBJECTIVE: «Nadie se ha planteado nada de eso». Porque sus palabras no son comparables, a su juicio, a las «barbaridades» que motivaron en su día la expulsión de Joaquín Leguina o Nicolás Redondo Terreros. «Eso era otra liga». Aunque, eso sí, los altos mandos de la dirección advertían este jueves en privado que «sin el PSOE, Emiliano no sería nada». 

Pese a todo, en Ferraz son conscientes de la gravedad de situar al PSOE «en el extrarradio de la Constitución». «Son comentarios que hay que responder. No ha lugar», reprochan altos dirigentes del PSOE que denotan un malestar acumulado en relación a García-Page. «Cada vez que viene a Madrid, se dedica a esto. Era necesario decirle que ya está bien», como aviso a navegantes y cortafuegos para evitar que se abra la veda a otras opiniones críticas con la deriva actual del PSOE y el Gobierno. Porque en la dirección federal son conscientes del malestar interno de la formación por la «humillación permanente ante Puigdemont», y por ello, urgen a pasar página de las palabras de García-Page para apagar el incendio interno y permitir darle ‘chance’ al PP: «No podemos, nadie puede, hacerle el juego a la derecha», sostienen fuentes de Ferraz, denunciando la deslealtad de Page. 

María Jesús Montero y Emiliano García-Page

Ni sanciones ni llamadas

No habrá sanciones ni llamadas. En el PSOE tiran la toalla ante la brecha con su barón manchego que se agranda día a día y recuerdan que «ya hubo muchas llamadas» en el pasado que no sirvieron para nada. Fuentes de la cúpula socialista emplazan a García-Page a aportar sus criticas en los órganos de dirección: «Donde tiene que hablar es en las ejecutivas y comités federales», que frecuenta poco en los últimos años. De hecho, al último en La Coruña, en el marco de la Convención política del PSOE, no acudió por un viaje a China agendado con anterioridad, como tampoco acudió al que aprobó las listas al 23-J. En los últimos dos años, Page sólo ha asistido al último comité federal que se celebró en octubre, en mitad de la negociación con los independentistas y antes de que prosperara la investidura de Pedro Sánchez. También dio plantón a Sánchez en el Comité Federal que aprobó las listas al 23-J tras su enfrentamiento la víspera por la imposición de candidatos desde Ferraz.

«Tampoco se le echa de menos», como reconocieron dirigentes del PSOE en la convención política del pasado fin de semana. Pero lo que persigue la dirección es evidenciar su «deslealtad», aislarle internamente por contravenir la cultura de partido que condena al ostracismo a cualquiera que discrepe de la línea oficial. Y en esa estrategia, el mejor aliado de Pedro Sánchez fue el propio Page en las imágenes captadas por las cámaras de televisión en Fitur con los barones del PP de Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía, jactándose de que «a mí están a punto de extraditarme». Una conversación que ha enfurecido especialmente al PSOE por «el compadreo y el juego» que muestra con sus homólogos populares. «Espero que sea una broma», dicen con rictus serios en los aledaños de Ferraz. 

El propio García-Page fue preguntado este jueves por el tenor de esa conversación, que se negó a comentar: «Yo no hablo de conversaciones privadas. No hablo de las suyas y menos de las mías». Pero fuentes cercanas explican que se trató de «un encuentro completamente fortuito», tras coincidir en la línea de saludo de los Reyes en Fitur. En la víspera se había conocido el informe de la Fundación de estudios de Economía Aplicada (Fedea), que da la razón a los cuatro presidentes autonómicos congregados en Fitur, en relación a la infrafinanciación de sus respectivas comunidades autónomas. «Nadie se puso de acuerdo para encontrarse», alegan fuentes de los socialistas manchegos. 

Page da marcha atrás

Pero fueron precisamente esas imágenes, que se conocieron tras el primer toque de atención de Santos Cerdán y Óscar Puente, la guinda del cabreo de la dirección socialista, que contraatacó este jueves en boca de la número dos del partido, María Jesús Montero. La vicesecretaria general del PSOE recriminó al presidente castellano-manchego su «estrategia, en la que la notoriedad se hace a partir de la discrepancia. Creo que ese no es el camino». Asimismo, calificó de inadecuado el hecho de obtener esa notoriedad «confrontando o discrepando de las estrategias del Gobierno o del partido». 

A la vicesecretaria general le siguieron una cascada de dirigentes socialistas, arremetiendo contra el presidente de Castilla-La Mancha por su falta de lealtad y recomendándole «estar más callado». Desde el candidato del PSdGa, José Ramón Gómez Besteiro, al expresidente valenciano, Ximo Puig, pasando por la ministra de Igualdad, Ana Redondo, o la manchega de Vivienda, Isabel Rodríguez. Mensajes que han ido calando en el ánimo del presidente Page, que a primera hora de la tarde, rebajó varios grados en su beligerancia inicial. En el pleno en el parlamento regional, Page fue abordado por los periodistas y respondió a los reproches de Montero hablando de ella como «una muy buena amiga y está haciendo muy buena política económica».

Tras buscar las diferencias, el barón manchego buscó los puntos de coincidencia con su Gobierno y su partido: «Yo coincido mucho con la política económica y social. Discrepo claramente con la política territorial y los independentistas. Yo estoy de acuerdo al 90% con mi partido. Discrepo en alguna cosa y se me tiene que permitir decirla». Page reculó, pero pidió «respeto» a su opiniones, apelando a la convulsa historia de su partido en el que milita desde los 16 años: «En el PSOE se puede opinar, no pasa nada. Tengo una posición minoritaria, claramente minoritaria, pero es respetable en todo caso, porque a lo mejor el día de mañana lo que hoy es minoritario mañana no lo es». 

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