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El caso Negreira destapa castigos a árbitros críticos con «el índice corruptor» de la RFEF

Los colegiados desvelan que sus calificaciones respondían a criterios subjetivos y que existía una «valoración secreta»

El caso Negreira destapa castigos a árbitros críticos con «el índice corruptor» de la RFEF

José María Enríquez Negreira durante su época como árbitro en activo. | EFE

El Comité Técnico de Árbitros (CTA) disponía de un preciso sistema de control: «el índice corruptor». La Guardia Civil concluyó en sus informes sobre el caso Negreira que gracias a él conseguían incidir en «la carrera y promoción profesional» de los colegiados a través de delegados-informadores que designaba el órgano dependiente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). El juez solicitó a los agentes que profundizaran en esa fórmula, confirmada ahora por algunos de los trencillas, que han desvelado castigos por no plegarse a los deseos de los dirigentes federativos.

«Respecto a esta posible corrupción sistémica del arbitraje español se han pronunciado ante los medios de comunicación varios árbitros retirados, los cuales han mencionado que el Comité de Valoración del CTA empleaba un índice corrector (ellos lo llamaban corruptor en tono de burla) para determinar la categoría interna de cada árbitro con las consecuencias económicas que ello supusiera para los árbitros», indicaba el juez del caso Negreira en un auto.

El funcionamiento del índice corrector (o corruptor) no atendía a criterios conocidos, de tal modo que los árbitros sospechaban que existía una discrepancia entre el nivel técnico real de cada árbitro y su clasificación en unas categorías internas del CTA que le hacían ascender y descender de categoría, convertirse en colegiados internacionales y cobrar más dinero anualmente. Varios trencillas han apuntado a una trama con sus sospechas.

El papel de Negreira

Uno de ellos es el granadino Juan Manuel Ruiz Aguilera, que compareció ante la Guardia Civil en calidad de testigo el pasado 21 de julio. Este colegiado promocionó en 2016 a Segunda División B, ahora rebautizada como Primera y Segunda Federación. Fue la máxima categoría en la que ejerció. Lo hizo durante seis temporadas. Sus últimos partidos fueron en 2022, tras recibir una llamada de Félix Sánchez Marcos, responsable del CTA en la categoría, para decirle que no estaba al nivel que se le requería.

Ruiz Aguilera comunicó a su interlocutor que los responsables arbitrales no valoraban el esfuerzo y que «había mucho politiqueo», según consta en el sumario al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE. Tras esa conversación le dejaron tres semanas en la nevera, como se conoce coloquialmente el tiempo de castigo por cometer algún fallo arbitral. Solo que él no tuvo ninguno. Luego le asignaron un partido en Salamanca, pero el CTA no le autorizó a cobrar los gastos por alojarse una segunda noche en la ciudad, como requirió.

Tras quejarse le descienden de categoría. El colegiado perjudicado reconoció que el actual presidente del CTA, Luis Medina Cantalejo, indicó mientras era el responsable del Comité Andaluz de Árbitros que esa situación «no era normal» y que no se lo explicaba «después de la buena temporada que había realizado». Ruiz Aguilera insiste ante la Guardia Civil que le descendieron por desavenencias: «Si en el mundo del arbitraje levantas la voz puede tener consecuencias perniciosas».

Ruiz Aguilera afirmó en su declaración que el CTA organizaba jornadas donde se visionaban vídeos de compañeros con errores graves que «teóricamente deberían tener una calificación negativa», pero que, sin embargo, podían subir en el escalafón, algo que consideraban «matemáticamente imposible». El colegiado considera que los informes eran «una mentira» y que los ascensos los decidía el CTA «en función de los cupos y sus objetivos».

Criterio subjetivo

Antes de abandonar el mundo arbitral, Ruiz Aguilera decidió escribirle una carta a sus compañeros para dar su opinión sobre algunos de los acontecimientos que había vivido en primera persona. En la misiva preguntaba a los directivos en qué se basaban para la toma de decisiones. «Me atreví al inicio de esta temporada e hice dicha pregunta a una responsable de la Segunda Federación; ¿en qué se basan para ascender a las personas? El criterio es bastante subjetivo en mi humilde opinión».

El propio José María Enríquez Negreira, que durante más de dos décadas ejerció como vicepresidente del CTA, confirmó su «capacidad de influencia y poder de decisión» sobre el arbitraje español. Esa época coincide con la que cobró unos 8 millones de euros del FC Barcelona en concepto de asesoría, aunque el juez apunta a la existencia de «una corrupción sistémica» en el estamento arbitral que pretendía favorecer al club azulgrana.

Negreira explicó ante la Agencia Tributaria que «cada semana o 15 días revisaban las actas arbitrales y puntuaban a los árbitros». Los investigadores destacan que «en función de esa puntuación», los colegiados podían ascender o descender de categoría. Así lo certifican diversos árbitros de la élite. Entre ellos Antonio Mateu Lahoz, que dejó de arbitrar en junio del año pasado.

El valenciano reconoció a la Guardia Civil que pudo continuar arbitrando a partir de 2021 gracias a que se incrementó la edad de retiro. Sin embargo, los últimos informes elaborados por el CTA le valoraron como uno de los tres peores del estamento. Mateu Lahoz afirmó que nunca había contratado los servicios de Negreira, algo que le podría haber perjudicado pues ha sido «el árbitro que más partidos ha estado en la nevera». Eso sí, no considera que el castigo fuese más severo cuando afectaban a clubes mediáticos.

Valoración secreta

Daniel Ocón Arráiz, árbitro riojano en la categoría de Plata del fútbol español, reconoció a la Guardia Civil que el CTA hacía un informe tras cada partido y que, cuando pasaban pruebas físicas en Madrid, visitaban un despacho en el que solía estar Negreira y otra persona que le informaba en qué grupo estaban y si podían descender. «Era una valoración un tanto secreta porque se trataba de una competición. No se sabía quien decidía las notas y por qué se estaba en uno u otro grupo».

El exárbitro de Primera División Sergi Albert Giménez, denunció en Marca que había sido presionado por Negreira. Desveló que el vicepresidente del CTA intentó influirle mientras estaba activo, en los años ochenta. En el sumario sobre el que se acaba de levantar el secreto, el colegiado catalán explica que el índice corrector y quien lo decidía no estaba escrito en ningún sitio y que servía para conseguir que la puntuación de un árbitro se modificara al alza o a la baja «por el interés propio del comité».

El juez rechaza que Negreira desempeñara una función «simplemente representativa», como sostuvo Medina Cantalejo. La hipótesis es que el número dos de los árbitros durante 17 años tuvo «incidencia» en los resultados deportivos, ya que era el encargado de «clasificar técnicamente a los árbitros a tenor de las correspondientes evaluaciones y proponer al presidente de la RFEF los ascensos y descensos». Se apoya en las explicaciones de colegiados como Hinojosa, Hernández Hernández y Sánchez Martínez, que reconocen que era quien comunicaba y notificaba dos veces por temporada la clasificación arbitral.

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