Desorientaciones antisanchistas
«Los posicionamientos de Feijóo siempre van a remolque reactivo del relato sanchista. Un ‘¿dónde está Sánchez?, que yo me opongo’. Así es imposible crecer políticamente»
«Los posicionamientos de Feijóo siempre van a remolque reactivo del relato sanchista. Un ‘¿dónde está Sánchez?, que yo me opongo’. Así es imposible crecer políticamente»
«Este gamberro nihilista aprovecha todo lo leído, visto, oído y sentido para lanzarnos, con gracia, que el columnista tiene que cogerse vacaciones de la política»
El columnista malagueño reúne una selección de artículos de actualidad en ‘Zona de confort’, su último libro
El periodista de El Mundo publica su nuevo libro, Casi, una crónica desgarradora y bella sobre las personas sin hogar
La reconocida columnista murciana visita El purgatorio: «No se puede analizar España sin saber quién es Belén Esteban»
El filósofo, que ya publicaba un artículo todos los domingos en TO, escribirá también ‘Despierta y lee’ los jueves
El académico de la lengua publicará la sección ‘La peseta cultural’ todos los miércoles cada dos semanas
«Si hay un territorio en el que Sánchez vive cómodo, ese es precisamente el territorio de lo adjetivo»
El prestigioso filósofo seguirá escribiendo todos los domingos en THE OBJECTIVE
El novelista ha aconsejado a los jóvenes periodistas que digan siempre la verdad «aunque sea difícil de asimilar y describir»
«¿Cuáles son los contrapoderes ahora mismo en España? La prensa, en teoría. Pero hay columnistas que se postulan a los premios al talento a base de comer de la mano del Gobierno»
Una nutrida tribu de columnistas rinde homenaje al ‘salvaje de bonhomía’ que lideró una forma de entender el género
El periodista publica ‘Ya estoy escrito’, un libro en el que reúne los años que lleva escribiendo columnas
«La crítica al columnismo literario nada tiene que ver con la crítica a escribir bien. Te convierten en columnista literario los demás, no el convencimiento propio»
«La columna de opinión es literaria, porque regala prosa al suceso, no como analista de los hechos que es a lo que deben lealtad los periodistas»
«En las páginas de opinión lo que esperamos encontrar son más columnistas fiscalizando al poder y menos elogio a los amigos»
La abogada y columnista de THE OBJECTIVE presenta su nuevo libro: ‘Crónica de la degradación política española’
«Si todos hacemos un poco de esfuerzo en ser consecuentes con lo que decimos y hacemos, conseguiremos cambiar todo aquello que nos separa»
El expresidente de Ciudadanos firmará un artículo mensual en el periódico
El diplomático y ensayista se ha convertido este lunes en el tercer ganador de este galardón entregado a la mejor columna de 2022
«Ahora cualquiera puede juntar cuatro letras y tres acordes y, con desigual resultado, lo mismo te saca un disco que se planta en Eurovisión»
Hablamos con el fabuloso escritor y columnista sobre el primer curso del que es profesor en esta casa: ‘Instrucciones para escribir una columna’
«El columnismo es periodismo, y el periodismo debe ceñirse a la noticia. Esa noticia puede tener que ver con un punto de vista insólito o una perspectiva inédita, pero no desprecies la posibilidad de servir al lector un hecho novedoso»
«Este leer para reconocerse en lo leído es un tipo de onanismo. Habría que relacionarse, desflorarse con otras perspectivas»
Hay episodios que refuerzan la impresión que el proceso al Procés tramó, trama y tramará una telaraña legal y penal en ocasiones arbitraria para envolver lo que también está siendo juzgado pero que se pretende invisibilizar
Twitter es un cambalache en el que están, estamos, todos; entre ellos, con mucha voz, los impresentables. El que más me irrita es Arnaldo Otegi.
Yo pienso ahora en la memoria histórica de lo reciente; ahora que van a venir a reescribir el relato de las Vascongadas y a perdonarnos la vida. Yo soy tan raro que ni perdono ni olvido a los carlistones ultramontanos que mataban por la espalda. Ni perdono ni olvido porque aún huele a quemado y a muerto en Hipercor. Huele a infierno en la casa cuartel, en el nombre del pabellón que le dieron a un concejal que mataron por julio.
Nuestro colaborador Fernando Hernández Valls reacciona a la noticia de la dimisión de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y analiza quién está detrás de las filtraciones que han terminado con su carrera política.
Nuestro colaborador Fernando Hernández Valls reacciona a la noticia de la dimisión de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y analiza quién está detrás de las filtraciones que han terminado con su carrera política.
Este artículo está escrito con un estado de ánimo tan exaltado que no estoy seguro de que deban leerlo quienes me consideran una persona ecuánime, pero es que la alcaldesa de Barcelona me ha puesto de los nervios al considerar que es más digno de rememoración un payaso que un soldado. No es una anécdota que esta mujer insípida se permita dar una calle a un actor que si fuera de derechas sería machista, mientras desprecia al Almirante Cervera. Es la confirmación de que se ha instalado en la ortodoxia un síndrome político que podemos caracterizar por los siguientes síntomas:
Un banco de alimentos es un observatorio de la pobreza. El reparto de comida entre los más necesitados no tendría sentido sin un protocolo que cuantificara la demanda por municipios, distritos, barrios; que constatara, por ejemplo, la existencia de un súbito pico de menesterosos en un área determinada y, en razón de ello, y en cooperación con los servicios sociales de la localidad, evaluara a qué obedece, de qué modo paliarlo o si va acompañado de otras carencias. Se trata de que la beneficencia no sea únicamente un parche más o menos redentor, sino también una oficina de monitorización de la miseria o, por emplear un tecnicismo al uso, del riesgo de exclusión social. Para los (des)amparados, obviamente, esa cuota de burocracia suele ser desagradable. Nombre, estado civil, número de hijos, profesión… Nadie responde de buena gana a la taxonomía de su propia desventura.
Tal es el remolino de escándalos que azota a Washington (el ex-director del FBI, James Comey, y su nuevo libro revelador; Michael Cohen, abogado del imperio Trump, a escasos pasos de la cárcel; el reciente ataque a Siria; los gastos personales de Scott Pruitt, director de la Enviromental Protection Agency; las compras de silencio desde el partido republicano a ‘playmates’ y amantes de políticos del mismo; la robótica defensa de Zuckerberg, dueño de Facebook, ante la revelación del mayor escándalo de privacidad de la historia; la impetuosa investigación de Mueller ante la influencia rusa en las pasadas elecciones; etc, etc, etc) que lo que sucede un lunes ya el viernes se ha olvidado. Más aún si se trata de la emisión de una nueva estadística, afónica ante tanto ruido. Pero resulta que el pasado lunes ocurrió la noticia más importante ya no de la semana, sino de lo que va de año. Y es, por supuesto, un numerito, publicado con cierta timidez por la Oficina de Presupuestos del Congreso: 1,000,000,000$. Un trillion* de dólares.
Mariano Rajoy pasa por ser un político prudente y experimentado, poco dado a las sorpresas o a los extremismos. En su modus operandi, prima el estilo conservador hasta rozar una especie de quietismo desconcertante para adeptos y adversarios, más escéptico que doctrinario. No es una actitud necesariamente desacertada: Rajoy ocupa el centro del campo y hace que el partido languidezca esperando el fallo del rival. En un juego de desgaste, como es a menudo la política, resistir equivale a evitar la derrota. Hábil en el control de los tempi, a Rajoy Arcadi Espada lo ha calificado de “único político adulto” en una época caracterizada por el tono adolescente de nuestro debate público.
Los bilbaínos que acudieron a una conferencia de título, en principio, poco atractivo (“La pedagogía social como programa político”), pero impartida nada menos que por el filósofo José Ortega y Gasset, tuvieron allá por 1910 el privilegio de escuchar en primicia una frase que se acabaría convirtiendo en todo un lema para nuestro país. Se trata del célebre “España es el problema y Europa la solución”: una idea que al regeneracionismo de inicios de siglo apasionó, la II República ambicionó, los antifranquistas contemplaron con esperanza y nuestra democracia actual ha elevado casi al rango de dogma.
Un amigo de las redes sociales se extraña mucho en público y por privado de que yo escriba en The Objective, señalándome cierta querencia del medio por la ideología de género que él y yo consideramos una malandanza. Me ofrece una ocasión estupenda para reflexionar sobre el papel del columnista en los medios. Y si, de paso, podemos evitar cierto desconcierto en los lectores de una o de otra orilla, mejor que mejor.
Estos días se ha formado el zafarrancho en redes con el cartelito del II Congreso ‘Capital del columnismo’ porque, qué extraño, quién iba a augurarlo, pero aquello es una siembra de bálanos. Precaución a los viandantes: lo mismo te das un paseo por León entre el 18 y el 20 de octubre y te acaba golpeando el cráneo un testiculario intelectual: nadie está a salvo de este granizo nuestro, de este cielo tapizado de escroto, de esta nube negra que derrama Axe.
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