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Daniel Gascón: «Hay que tener cierta osadía para decir lo que piensas»

Hablamos con el fabuloso escritor y columnista sobre el primer curso del que es profesor en esta casa: ‘Instrucciones para escribir una columna’

Daniel Gascón es uno de los columnistas más lúcidos del país. Editor de Letras Libres en España. Colaborador de El País y LaSexta. Traductor de Christopher Hitchens. Autor de novelas como Un hipster en la España vacía o Entresuelo y de ensayos como El golpe posmoderno. Guionista a título compartido con su amigo Jonás Trueba de Todas las canciones hablan de mí. Y profesor (y esto es lo que nos trae aquí) del curso ‘Instrucciones para escribir una columna’, recomendadísimo para conocer autores a tener en cuenta, poner en práctica técnicas fundamentales y aprender, incluso, «el valor de llevar la contraria a tus lectores naturales».

Vamos a los orígenes.

A mí me gustaba la literatura, me gustaba escribir. Eso te hace lector de periódicos. Comencé a colaborar en el mundo de las reseñas y luego empezó a interesarme la parte política. Fue una especie de derivación natural. Está el tipo de columnista que llega desde el mundo de la politología y está ese otro, como yo, que llega de la literatura o de la filología, que es lo que estudié. Y está bien que convivamos. Hay cosas que podemos aprender los unos de los otros.

¿Qué referentes tenías?

Muchos eran cercanos. Hay uno que es el mejor columnista de España. Pero España no lo sabe y él tampoco: Mariano Gistaín. Escribía en El Periódico de Aragón, en El Heraldo... Lo conocía de la prensa local aragonesa. Me parece un columnista muy inteligente. Muy visionario. Con lo del coronavirus, por ejemplo, empezó en enero o febrero del año pasado. ¡Y no es un columnista científico! Y hay muchos otros. Admiro el análisis periodístico y lingüístico de Arcadi Espada. A Hitchens, que además me llevó a otros y a otra tradición. A Félix de Azúa. A Cristina Grande. Y, como nos pasaba a todos los que empezamos a leer los periódicos al mismo tiempo, a Francisco Umbral. Era muy característico. Te deslumbraba. Aunque yo no me siento parte de esa tradición.

Al comienzo, ¿cuáles eran tus principales temores al enfrentarte a la columna?

No saber las cosas. No escribir las cosas factualmente bien. Tenía una sensación de falta de formación, de falta de conocimiento de los hechos. O de tener opiniones muy trilladas. Poco a poco vas tratando de resolver tus lagunas. Es verdad que, en parte, tienes razones para estar paralizado; pero no puedes estar paralizado. La sensación de tu propia impostura es comprensible. Así que uno intenta escribir sobre cosas que conoce un poco, busca el ángulo donde puede aportar algo, los temas que más le interesan. En mi caso, por ejemplo, la libertad de expresión. Cuando empecé a publicar, se hablaba de la libertad a ofender y las cuestiones del Islam, sobre todo. Ahora estamos más en el mundo de las redes sociales. Ambas son formas del mismo debate. El temor era no tener los instrumentos, los conocimientos suficientes. Y todavía me pasa con ciertos temas.

¿Cierta prudencia?

Sí. Pero también hay que tener cierta osadía para decir lo que piensas. Me gusta mucho una idea de Hitchens: «Lo importante no es lo que uno piensa, sino cómo piensa». A veces es más interesante algo que leemos de alguien con el que no estamos de acuerdo: te interesas por cómo ha llegado hasta ahí. Hace que te replantees cosas, o que llegues mejor a tu posición, más fácilmente que con alguien con quien estás de acuerdo o con el que compartes trinchera. Es bonito leer a gente con la que difieres, pero de la que te gusta la forma en que llega hasta el lugar.

¿Qué te gustaría inculcar en los alumnos del curso?

He pensado en un curso artesanal. En Inglaterra he hecho los típicos cursos de escritura creativa, de narración. Alguna vez he impartido talleres. Creo que se pueden aprender algunas cosas (incluso más rápidamente que con la ficción) sobre la forma opinativa, argumentativa, pensando en la columna y entendiendo que los formatos se han roto mucho y que hasta la newsletter tiene algo de columna. El periódico estaba pensado para la columna de 1.800 o 2.000 caracteres y ahora, en cambio, tiendes a las 1.000 palabras en el digital.

¿Y enseñar algunos trucos para salir del paso?

Hay trucos que he aprendido del oficio, por ensayo y error, y que puedo contar. Además, los propios columnistas han escrito mucho sobre ello. Esto tiene un punto meta, ¿verdad? Hay muchas formas de encarar un tema. Hay cosas que son muy prácticas para salir del bloqueo. Puede ser cambiar de habitación. Pasar de escribir en ordenador a escribir a mano. Grabarte en audio. Son cosas que he aprendido a trompicones y que puedo contarlas. También quiero saber lo que que quieren hacer los alumnos. Lo que les gusta.

¿A quién le puede interesar?

A Gente que quiere escribir columnas. A gente que se haya enfrentado a estas dificultades que nos son comunes, porque los bloqueos los compartimos todos. Igual que las inseguridades y los temores. Porque hay que saber convivir con ellos, conseguir que no te paralicen y seguir escribiendo. También a la gente que tenga curiosidad por reflexionar sobre cómo se hace esto.

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