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Supervivientes y ejecutados

La historia de los diez hombres ejecutados por los rebeldes en la batalla por el poder en el estratégico hospital Al-Kindi, en la ciudad de Aleppo, de la que ya ha huido el 70% de la población desde el comienzo de la guerra. Militares, rebeldes, y ajusticiados no son las únicas bajas en este importante enclave: el joven fotoperiodista de Reuters Molhem Barakat también se dejó la vida allí, tras su última sesión fotográfica en Al-Kindi.

Captura del video que muestra los fusilamentos

Arrodillados en la tierra formando una hilera. Las manos atadas a la espalda. Rodeados de hombres armados y con el rostro cubierto. Con la inmensa bola de fuego que había cubierto el hospital poco antes todavía en la memoria. Eran diez hombres, soldados sirios o acusados de ser cómplices o traidores. Todos ellos habían sobrevivido al gran atentado contra el hospital Al-Kindi en la ciudad de Aleppo –de la que ya ha huido el 70% de la población– el 20 de diciembre de 2013. En el asalto al complejo hospitalario fueron tomados como rehenes y condenados a muerte en un acto presidido por la bandera de Al Nusra.

La mirada fija al suelo, unos. Los ojos cerrados, otros. Los rebeldes se sitúan a su espalda. Saben que los van a ejecutar. Lo que no les han dicho es que lo harán uno a uno. Los islamistas eligen quién matará a cada prisionero. Y ejecutan de un disparo al primero, que no va vestido de militar. Cazadora de cuero, ronda los cuarenta, y una discreta calva. Un militante aproxima la pistola a su cabeza con frialdad, aprieta el gatillo y al instante se desploma entre gritos, y es rematado por todos los presentes. Ninguno de los demás condenados se mueve, tan solo aprietan los dientes.

El segundo y el tercero ajusticiados sí llevan ropa de militares. Sus cuerpo contraídos caen y la arena se convierte poco a poco en una charca de sangre. Entre los últimos de la fila, más jóvenes, tres de ellos parecen estar rezando –varios de ellos eran cristianos- y ninguno tiene aspecto de formar parte de las fuerzas armadas. Cuando el militante islamista ejecuta al último de los hombres arrodillados, los ejecutores salen corriendo del lugar y la turba remata con pistolas y ráfagas de ametralladoras a los ajusticiados, en un estruendo de tiros y más tiros sobre los cadáveres que se prolonga durante más de un minuto. Al fin, todos los asistentes se dispersan y la batalla continúa. Uno de los presentes difunde el vídeo de la ejecución varias semanas más tarde causando un enorme impacto por la dureza de las imágenes…

¿Por qué el hospital?

El hospital de Al-Kindi en Aleppo era uno de los referentes en Siria, especialmente en el tratamiento de enfermos de cáncer. Fundado en 2003 y equipado con las más avanzadas tecnologías, ofrecía sanidad pública gratuita a miles de ciudadanos sirios, y también a refugiados iraquíes, palestinos y libaneses. Tras el estallido de la guerra civil, se convirtió en objetivo prioritario de los rebeldes, y a finales de 2013 fue tomado a la fuerza, siendo posteriormente alcanzado por las bombas de Al-Assad en diferentes intentos por retomar el dominio de la ciudad.

En realidad, Al-Kindi, próximo a la prisión central de la ciudad que también ha sido escenario habitual de cruentos combates, es considerado un punto estratégico para el dominio de Aleppo y desde el comienzo de la guerra civil siria ha cambiado de manos al menos en tres ocasiones. Su situación antes del gran ataque rebelde del 20 diciembre de 2013 era la de un lugar en ruinas, en ese momento tomado por fuerzas leales a Al Assad. Aunque todavía contaba con áreas en funcionamiento y muchos enfermos permanecían refugiados allí, los opositores acusaban a Al Assad de utilizar el hospital como cuartel general para sus soldados.

Por su parte, los militares que lo custodiaban aseguran que los rebeldes desmantelaron semanas atrás la maquinaria nuclear más valiosa del hospital Al-Kindi y la sacaron en camiones hacia Turquía, donde habría sido vendida ante la indiferencia del gobierno de Erdogán. No es la primera vez que los sirios denuncian la venta de infraestructuras y materiales en la vecina Turquía como medio para financiar la guerra.

El 20 de diciembre de 2013 el hospital recibió un brutal ataque. Un camión cargado de explosivos se aproximó lentamente al complejo, custodiado por militares sirios. A la altura de su entrada principal detonó su potente carga, destruyendo la práctica totalidad del edificio –que ya estaba parcialmente en ruinas tras los ataques y bombardeos- y ocasionando decenas de muertos de ambos bandos. La bola de fuego que envolvió por completo al edificio durante la detonación plantea la duda de cómo pudo haber supervivientes tras el estallido. Pero los hubo, como también hubo combates posteriores cuerpo a cuerpo. El ataque fue organizado por varios grupos islamistas opositores, y según la versión del activista Abu al-Hassan, en la estrategia habrían intervenido facciones directamente vinculadas a la organización terrorista Al Qaeda. El vídeo del hospital en llamas y la enorme columna de humo visible desde toda la ciudad fue difundido horas después por medios de comunicación de todo el mundo, y marcó el comienzo de otra dura batalla por el control de la ciudad. La respuesta de Al Assad fueron varios días de potentes bombardeos sobre las ruinas del hospital.

El fotógrafo de Reuters

El joven fotoperiodista Molhem Barakat fue testigo de las envestidas contra el estratégico hospital Al-Kindi. Trabajando como freelance para la agencia Reuters en el corazón de la guerra siria, el lugar más peligroso del conflicto, Barakat murió días después de tomar esta fotografía, que muestra a un rebelde combatiendo en las inmediaciones del hospital, el mismo sitio donde poco después fue abatido en la escalada de violencia que siguió al ataque del 20 de diciembre de 2013.

Rebelde del Ejército Sirio Libre apuntando su arma en las inmediaciones del hospital (Barakat/Reuters)

Barakat tenía entre 17 y 19 años y el hecho de que su hermano militara entre los rebeldes favorecía cierta protección y privilegios a la hora de fotografiar ambos bandos, que era su gran pasión periodística. Ambos hermanos murieron en estos combates, en las inmediaciones del hospital de Aleppo, engrosando también la larga lista de periodistas y fotógrafos fallecido en Siria desde el comienzo de la guerra.

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