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Un oasis en Barcelona y el turismo hotelero en tiempos de Airbnb

El día es caluroso y soleado en Barcelona bajo una amenaza permanente de lluvia. A las puertas de este hotel, bajando de un coche recibido por un botones, la fachada no despierta admiración, pero sí una sensación de perfecta simetría: el ancho de las puertas de recepción equivale al ancho de dos ventanas de habitación, sumado al respectivo espacio que las separa, y cada centímetro parece calculado con precisión.

Un oasis en Barcelona y el turismo hotelero en tiempos de Airbnb

El día es caluroso y soleado en Barcelona bajo una amenaza permanente de lluvia. A las puertas de este hotel, bajando de un coche recibido por un botones, la fachada no despierta admiración, pero sí una sensación de perfecta simetría: el ancho de las puertas de recepción equivale al ancho de dos ventanas de habitación, sumado al respectivo espacio que las separa, y cada centímetro parece calculado con precisión.

El Hotel H10 The One luce como nuevo a escasos metros de la Diagonal y se compromete, como su propio nombre indica, a garantizar una experiencia única. No dejan otra opción posible que sentirse querido. Hay champán en la mesa y dos copas. Hay una caja de chocolates suizos y una carta del director del hotel –se llama Vincent y es suizo– que está escrito a mano. Hay un albornoz perfectamente doblado por si deseas bajar al spa. Hay dos televisiones de 55 pulgadas: una está frente a un sofá amplio y otra frente a la cama familiar. Hay un colchón con un punto exacto de consistencia y adaptabilidad a tu cuerpo. Hay una ducha donde agua cae desde el techo. Hay una terraza desde la que puedes ver la catedral de Barcelona. Hay un servicio de habitaciones dispuesto a prepararte un chuletón al punto a cualquier hora de la noche.

Hay algo curioso y común a todos los hoteles de cierta clase y es que podrían estar en cualquier lugar del mundo: no les interesa tanto el emplazamiento de los sus edificios, no importa Barcelona o El Cairo. Lo que importa es que disfrutes dentro, que no tengas por qué buscar experiencias fuera. Por eso interesa tanto el cliente árabe, que solo busca un lugar lejano donde seguir relajado, cerca de algún centro comercial con tiendas de lujo. Esto lo reconoce el propio comercial del hotel: todo lo que necesitas está aquí.

Un oasis en Barcelona y el turismo hotelero en tiempos de Airbnb
Barcelona, vista desde la terraza del H10 Cubik.

El impacto de AirBnB

Los edificios en Barcelona se compran al lote y se pagan en dos meses. Hay un anuncio sintomático, en un diario emblemático de Cataluña, con unas instrucciones claras: compro edificio. Ensanche, Gracia, Zona Alta, Sants, Born, etcétera. Literalmente dice etcétera. Escritura y pago en solo 60 días. Si has leído esto y no eres el propietario, no hay razones para el lamento: se pagan los costes de intermediación. No hay marca, ni firma: solo un número de teléfono que no encontrarás en esta crónica.

Los comerciales  de los hoteles viven preocupados con el fenómeno Airbnb y solo aspiran a la coexistencia, tal vez a través de la democratización de los precios y preferiblemente mediante la equiparación de licencias. El Ayuntamiento de Barcelona está librando una batalla contra este tipo de alquileres: estas empresas piden que se libere el mercado, que se establezcan unas condiciones más flexibles. La administración protege a las compañías hoteleras y a los ciudadanos poniendo límites a sus negocios. Lo hacen debido a los aspectos negativos que han conllevado: un encarecimiento de las viviendas, unos precios imbatibles para los hoteles y un despoblamiento de los cascos urbanos. Airbnb calcula que tiene 18.000 viviendas de este tipo de la capital catalana.

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Cruce de banderas en Barcelona. | Foto: Francisco Seco | AP

Nada frena el turismo en Barcelona

Barcelona conoce el efecto de la gentrificación como ninguna ciudad de España: el año pasado recibió 14,5 millones de turistas y la cifra no deja de subir; están en todas partes. Ni siquiera frenaron la tendencia todos los sucesos dramáticos que se produjeron en 2017. Y por encima de todos ellos el atentado terrorista con una furgoneta blanca en la Rambla, el lugar más visitado de la ciudad, donde asesinaron a 15 personas, de las que solo seis tenían nacionalidad española.

Tampoco la consulta independentista del 1 de octubre, que concluyó con disturbios y protestas con cientos de miles de personas en las calles, que difundió la imagen en muchos países de una ciudad al borde de la guerra. Este hecho lo confirma Vincent, el director del H10 The One: muchos americanos y árabes preguntaban si estábamos en el comienzo de una guerra civil.

Sin embargo, nada de esto influyó demasiado. “Lamentablemente”, dice Víctor Juanto, comercial de la cadena, “el impacto del atentado solo duró 15 días, se olvidó rápidamente. Un poco más el referéndum del 1-O. Lo que realmente nos afectó fue el Brexit”.

 

 

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