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Un monumento recordará a las víctimas del avión de Germanwings dos años después de la tragedia

Ocurrió hace hoy dos años. El vuelo 9525 de Germanwings que debía llevar a sus pasajeros desde Barcelona hasta Dusseldorf nunca llegó a su destino. El copiloto, Andreas Lubitz, estrelló el aparato de la filial de bajo coste de Lufthansa en mitad de los alpes franceses. Incluida la de Lubitz, se perdieron 150 vidas, 50 de ellas españolas. Los muertos siguen muertos. Los familiares siguen en duelo. Pero las víctimas tienen, a partir de hoy, un monumento que recuerda su tragedia.

Un monumento recordará a las víctimas del avión de Germanwings dos años después de la tragedia

Reuters

Ocurrió hace hoy dos años. El vuelo 9525 de Germanwings, que debía llevar a sus pasajeros desde Barcelona hasta Dusseldorf, nunca llegó a su destino. El copiloto, Andreas Lubitz, estrelló el aparato de la filial de bajo coste de Lufthansa en mitad de los alpes franceses. Incluida la de Lubitz, se perdieron 150 vidas, 50 de ellas españolas. Los muertos siguen muertos. Los familiares siguen en duelo. Pero las víctimas tienen, a partir de hoy, un monumento que recuerda su tragedia.

En el aeropuerto de El Prat, familiares y amigos de las víctimas guardaron ayer un minuto de silencio y dejaron una ofrenda floral a la una de la tarde en un monolito conmemorativo instalado en la terminal 2 del aeródromo de Barcelona. Y hoy asistirán a un servicio ecuménico (que incluye a todas las confesiones cristianas) en la Catedral gala de Digne-les-Bains a las 10:20. Después, acudirán al punto en que colisionó el aparato para inaugurar, a la una y media de la tarde, una estatua en su honor en Le Vernet, la montaña donde se estrelló el airbus. Se trata de una escultura de grandes dimensiones que contendrá «objetos de recuerdo de cada una de las familias», según la presidenta de la asociación de víctimas de la tragedia, Silvia Chaves, citada por Europa Press.

Un monumento recordará a las víctimas del avión de Germanwings dos años después de la tragedia 1
Labores de rescate del avión. | Foto: Gonzalo Fuentes / Reuters

El copiloto, al que se le atribuye la autoría del suceso, era un joven que aparentemente lo tenía todo. Había logrado convertir su vocación en su trabajo. Acababa de mudarse a un barrio acomodado de Dusseldorf con su novia, con quien tenía planes de boda. Tenía amigos y una familia que lo quería. Y sin embargo, las pruebas dejaron lugar a pocas dudas: él había estrellado el avión a propósito. «El copiloto activó el botón que inició el descenso por algún motivo que aún desconocemos. Pero que se puede interpretar como una voluntad de destruir el aparato». dijo dos días más tarde del impacto el fiscal Brice Robin. Las cajas negras confirmaron su versión. Dos minutos después de que el piloto, Patrick Sondheimer, abandonara la cabina para ir al lavabo, comenzó el descenso. Sondhmimer, al darse cuenta, intentó volver a su puesto, pero descubrió que la puerta estaba cerrada desde dentro. «¡Por el amor de Dios, abre la puerta!«, gritó el piloto a su subordinado entre forcejeos y hachazos para intentar acceder a la cabina. Durante esos momentos de tensión, Lubitz guardó silencio. Cinco minutos después, el Airbus se estrellaba. Eran las 10:40 de un martes con cielos despejados.

Problemas psicológicos

El goteo de información que empezó a llegar a partir de entonces desveló que Lubitz tenía problemas psicológicos graves. Había pasado en los años anteriores por unas 40 consultas médicas por diversos trastornos psíquicos y depresiones, tenía tendencias suicidas y el día de la catástrofe estaba de baja médica, hecho que ocultó a sus superiores. Todos los dedos apuntaron entonces a la aerolínea. ¿Por qué permitió que el joven subiera al avión?

Un monumento recordará a las víctimas de Germanwings dos años después de la tragedia
Andreas Lubitz, corriendo una maratón en 2009. REUTERS/Foto-Team-Mueller/File Photo

No fue hasta enero de este año cuando las autoridades alemanas cerraron el caso, inculpando únicamente a Lubitz. «Las investigaciones no aportaron pruebas suficientes ni tangibles sobre responsabilidades externas de personas aún vivas» en el entorno familiar o médico del copiloto ni en su empresa, declaró entonces a AFP Christoph Kumpa, portavoz de la fiscalía de Dusseldorf (Oeste), que dirigía la investigación en Alemania.

Sin embargo, el padre de Lubitz, Günter, sigue defendiendo el nombre de su hijo. «Hay claramente muchas cosas que no se investigaron en absoluto, tal vez porque no querían investigarlas», declaró en una entrevista con el semanario alemán Der Zeit (El tiempo). «Nuestro hijo era una persona muy responsable. No tenía motivo alguno para planear un suicidio y llevarlo a cabo. Menos aún para arrastrar a la muerte a 149 inocentes», sostiene. Y, en su apología, insiste en que no existe «ni una prueba fundamentada» de que el copiloto «planeara» una acción así y acusa asimismo a la «prensa sensacionalista» de manchar la imagen de Lubitz. Aprovechando la efeméride, el padre del copiloto celebra hoy una conferencia de prensa en la que presentará un informe elaborado por el periodista y experto en aviación Tim van Beveren con una versión alternativa de los hechos. Los familiares de las víctimas, la mayoría de las cuales eran alemanas, han criticado que haya elegido precisamente la fecha de la conmemoración de los fallecidos para presentar su informe.

El caso está cerrado. La polémica, como la herida, permanece abierta.

 

 

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