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Humor y feminismo: Hagamos que les escueza

Pero cuando el mundo cambia, cambia también la risa y algunas mujeres se han apropiado del humor para dejar de ser las Marías y las Juanis de las bromas de los hombres y convertirse ellas en las concienciadas bromistas.

Humor y feminismo: Hagamos que les escueza

Borrachos, prostitutas, leperos y, sobre todo, mujeres hemos sido históricos protagonistas de esos chistes de taberna, de manada, e incluso televisivos, que provocaban las carcajadas de ellos y los meneos de cabeza y algún ‘¡qué idiota eres!’ de nosotras. Y es que en un sistema que premia a los abusones, reírse del otro es bastante más fácil que reírse de uno mismo. Por miedo, por presión o porque sí. Pero cuando el mundo cambia, cambia también la risa y algunas mujeres se han apropiado del humor para dejar de ser las Marías y las Juanis de las bromas de los hombres y convertirse ellas en las concienciadas bromistas.

 

A la clown Virginia Imaz no le gustan los panfletos, aunque se defina como feminista en todos los ámbitos de su vida. “Me río de mi misma y lo que me preocupa, y a veces nace la denuncia feminista aunque no lo pretenda, porque a lo que estoy jugando es a mi vida cotidiana, en la que hay sesgos de género que percibo como feminista”, explica. Y añade que si bien la risa es una forma de liberar tensiones, también nos reímos de lo que nos asusta. Así surgieron los chistes machistas: “Las mujeres hemos sido el chivo expiatorio del miedo de los varones a nuestra sexualidad y a que no sean capaces de dar la talla, porque la presión social también les toca a ellos, aunque de forma diferente. No nos reímos de lo mismo; a nosotras nos cuesta más hacer bromas de nuestros cuerpos y ellos se pasan el día bromeando sobre sus penes”, concluye.

No es lo mismo ser gracioso que hacerse el gracioso, ni tampoco ser mujer es sinónimo de feminista. Lo resuelve muy bien esta cita de la escritora Caitlin Moran: “¿Tienes una vagina? ¿Quieres hacerte cargo de ella? Si la respuesta a ambas preguntas es «sí», felicidades, eres feminista». Porque presuponer que el simple hecho de ser mujer ya es suficiente reivindicación tiene un nombre, ‘vaginismo’, y muchas veces caemos en él sin darnos cuenta.

“En nuestra sociedad y amparándose en el feminismo, hay un montón de ‘mujer tal’ y ‘mujer cual’ en abstracto, cuando somos personas con realidades concretas. Muchas mujeres son muy machistas y perpetúan estereotipos y esquemas trillados”, afirma Nia, la mitad del dúo cómico Las XL.

 

Cuando la realizadora Lula Gómez creó la cuenta de Instagram ‘Eres una caca’, que hoy ya cuenta con más de 38 mil seguidores, no lo hizo con la pretensión de cambiar a nadie, sino como una forma de justicia de feminista para que otras mujeres supieran que no estaba solas y sintieran un pequeño alivio del machismo en el que vivimos: “Soy muy peleadora y cuando le devolvía el insulto a un cretino en las redes disfrutaba mucho pero también me desgastaba, así que decidí enfocar mi energía en otra cosa y me di cuenta de que si respondes al ataque con un besito les peta el cerebro. Creo que por eso los vídeos se han viralizado tanto y muchas mujeres se animan a etiquetar a hombres en los comentarios, y ellos se ríen y contestan: ‘Ay, cómo eres…’. Quizás hasta les haga pensar”, explica Lula.

 

“El humor es un sitio mágico para hacerse preguntas, porque solo voy a dañar tu ego” –Patricia Sornosa

 

Según la argentina, el humor es una herramienta política de la que debemos apropiarnos y un ejercicio de catarsis: reírse de la opresión, de los opresores y también de nosotras mismas. Aunque, ojo, hacer humor desde una perspectiva de género no es tan fácil, y menos para ellos: “Me molesta cuando algunos humoristas, haciendo gala de su machismo, se ofenden si se les critica porque atacamos su libertad de expresión. Está bien ser objeto del humor cuando el chiste lo hacemos nosotras mismas, y si un hombre quiere hablar del tema que se informe y se ponga las pilas”.

 

O escuece o no es humor

Coincide la monologuista Patricia Sornosa, cuyos shows te revientan de la risa y no dejan machirulo con cabeza. “A mí me hace gracia cuando los tíos dicen: ‘Yo no soy machista’. Coño, soy machista yo que me reviso, ¿no lo vas a ser tú? Porque es una ideología que nos han metido hasta el tuétano y cuesta un esfuerzo reflexionar hasta quitártela de encima. Por eso el humor es un sitio mágico para hacerse preguntas, porque solo voy a dañar tu ego. No te voy a hacer el mismo daño que a las mujeres que abandonan el sagrado deber de vivir sus vidas para cuidar a otros simplemente por ser mujeres, pero te puedo hablar de eso desde un lugar en el que nos vamos a reír. Ahora bien, ojalá te ofenda, porque significará que algo se está tambaleando”, resume Patricia.

 

Para la periodista y escritora Lucía Lijtmaer, que presenta junto a la guionista Isa Calderón el programa cultural y político feminista ‘Deforme Semanal‘, el humor es transgresor por defecto, incluso si es blanco. Y pone como ejemplo a una actriz muy patria, Lina Morgan: “Que una mujer saliese en una televisión pública diciendo que estaba cachonda me parece muy subversivo, aunque en nuestro país a veces haya más tolerancia con el humor anglosajón y, en realidad, con todo lo que hacen otras feministas extranjeras. Si Virginie Despentes hubiera escrito su ‘Teoría King Kong’ aquí la hubieran machacado”.

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El programa ‘Deforme Semanal’ en el madrileño Teatro del Barrio. | Imagen: Público.

 

A pesar de que las mujeres que se exponen llamando las cosas por su nombres reciban una lluvia ácida de críticas poco ingeniosas y de peor gusto, Isa Calderón se ha vuelto bastante impermeable: “Si no hiciese humor no tendría tantos haters, porque les escuece que me ría de ellos. Pero no todos los hombres son así y a nuestros shows vienen muchos tíos que se parten de la risa, y eso quiere decir que estamos haciéndonos hueco”, sostiene.

 

«El humor empieza por una, exponiendo sus miserias y virtudes, y es ahí donde alcanza una autenticidad» – Nia, Las XL

 

Un hueco difícil de llenar, porque las mujeres tenemos menos oportunidad de acceder a los espacios públicos (no digamos ya a los de poder) que los varones y el humor no es una excepción. Un problema que, a juicio de Lucía, tiene que ver con la desigualdad inherente a las estructuras de poder de nuestra sociedad, pero también con una cuestión de amplitud de miras: “A muchos hombres no les hacemos gracia. Son incapaces de aceptar otras perspectivas diferentes, cuando nosotras hemos tenido que hacerlo con los héroes del cine de acción o las películas de Woody Allen”.

 

Del yo al nosotras

Ante el feo vicio de reírse de los otros, la a veces costosa virtud de hacerlo primero de uno mismo. Una sana autoflagelación que practican y muy bien Isa y Lucía y el dúo de actrices cómicas Las XL, aunque para ello sea necesario haber superado algunos traumas: “Cuando creamos nuestro espectáculo, ‘Abandónate mucho’, no teníamos ningún tipo de conciencia feminista; surgió a raíz de experiencias bastante decepcionantes que nos obligaron a reflexionar profundamente sobre el amor romántico. El humor empieza por una, exponiendo sus miserias y virtudes, y es ahí donde alcanza una autenticidad y consigue que las demás se identifiquen contigo”, asegura Nia.

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Lola Vendetta | Imagen: Lumen

 

Pueda que parezca que estamos cabreadas (y lo estamos), pero el feminismo, como dice la ilustradora Raquel Riba Rossi, creadora de la justiciera Lola Vendetta, también se disfruta. Y en su opinión, el humor es un puente para llegar a otras mujeres a las que un exceso de seriedad y profundidad les da miedo. “No creo que exista algo así como el humor feminista, sino humor desde el punto de vista de las mujeres, hablando de nuestros problemas y vivencias, y utilizando la risa para evidenciar las situaciones de discriminación. Estamos ya hartas de una cultura judeocristiana que nos premia por sufrir, porque estamos educadas para competir a punta de drama”, dice Raquel. La primera víctima de la katana de Lola fue un ‘viejo verde’ al que tiró a la vía del tren.

¿Quién dijo ‘tabú’?

La diseñadora e ilustradora Carlota Juncosa, autora de ‘Carmen de Mairena. Una biografía (Blackie Books), cree en la facultad del humor para conectar con uno mismo, comunicarse con los otros y sobreponerse al dolor: “En la biografía de Carmen de Mairena hay momentos muy desgraciados, pero también son graciosos. Dice la filósofa Fina Birulés que el feminismo es una manera de acercarnos al mundo para que no se nos haga ajeno y un poco eso fue lo que hice con la historia de Carmen; cuando la situación fue ingobernable y confusa, me la reapropié”, cuenta.

Carlota habla y dibuja abiertamente sobre las vicisitudes de su maternidad. En varias de sus ilustraciones cambia los pañales a su gato o lo compara con su hijo. “Cambiarle los pañales a mi hijo es como cambiárselos a una anguila”, bromea.

El pasado año 2016 la cómica Ali Wong grabó un especial para Netflix embarazada de siete meses y medio, y dijo algunas cosas muy claras sobre la maternidad y lo que significa ser mujer y humorista. Empezaba así: “Es muy raro ver a una mujer hacer humor embarazada, porque las humoristas no se quedan preñadas. Trata de pensar en una, vamos, te reto… No hay ninguna, porque una vez se quedan embarazadas, generalmente desaparecen”. Wong ha sido de las humoristas en subvertir la imagen de la mujer preñada en televisión utilizando, como explicó en una entrevista a ELLE, su estado como fuente de poder y no como una debilidad. Pero, ¿existe una última frontera en el humor, algo que la corrección política no nos permita por ahora abordar?

 

La argentina Malena Pichot ha conseguido lo que parecía imposible, hacernos reír con chistes sobre violaciones. En una entrevista concedida a El Diario, afirmaba: “El límite es que no sea gracioso. Lo que pasa es que hay temas con los que es más difícil conseguir que lo sean, como los desaparecidos, y exigen que el chiste sea bueno. Porque si no, es simplemente una hijaputez”. Y añadía: “Es fascinante cuando ves a gente que se quiere hacer el políticamente incorrecto. No, en realidad sos un fascista”.

 

Acercarse a la risa es como acercarse a un misterio, con la predisposición de que ocurra pero ninguna seguridad, dice Patricia Sornosa. No obstante, lo que nos hace gracia habla de nuestros valores y prejuicios. La broma deja ver lo que la corrección esconde, reafirma el status quo o, y eso hacen ellas, lo pone en jaque. Sumen la fuerza del humor y con las luchas del feminismo y el resultado es un arma de concienciación masiva.

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