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Sin tratamientos, sin consultas e ignorados en los hospitales: tener cáncer y ser pobre en Venezuela

Sin tratamientos, sin consultas e ignorados en los hospitales: tener cáncer y ser pobre en Venezuela

Daniel Hernández | The Objective

Son las 6 de la mañana. Comienza a amanecer en Caracas. Llovizna y hace un poco de frío. Un hombre con dos termos pasa ofreciendo café «negrito, caliente, recién colado». Hay poco tráfico de vehículos y escasas personas caminando en la calle donde se ubica el Hospital Oncológico Padre Machado, uno de los más importantes de su especialidad en Venezuela.

El «Padre Machado», como se le conoce popularmente, es un hospital especializado para enfermos de cáncer. Está en la calle Alejandro Calvo Lairet de la zona de El Cementerio, en el sur de la capital. Esta es hoy una barriada populosa, de difícil acceso y justo al lado del Cementerio General del Sur, el camposanto más antiguo de la ciudad. Para muchos de sus pacientes es una ubicación muy poco apropiada y desalentadora.

Desde la madrugada van llegando personas con cáncer a la entrada del hospital fundado en 1959, con 130 camas. De forma ordenada van haciendo una fila, para esperar el turno de ser atendidas.

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Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Hay que imaginarse ese drama de vida: estar enfermo con cáncer y tener que hacer cola desde la madrugada en la calle para poder acceder a consultas y tratamientos.

La mayoría de las personas en la espera son mujeres. Con pañuelos y gorros se cubren sus cabezas rapadas, sin cabello, producto de las sesiones de quimioterapia a las cuales han sido sometidas para combatir el cáncer.

Algunos pacientes van en silla de ruedas, acompañados de sus familiares. Otros quieren orientación sobre la enfermedad, que ha tocado por primera vez su cuerpo. También hay pacientes que quieren conocer el desarrollo del mal, después de iniciar sus tratamientos en este centro que pertenece al desfalcado y arruinado Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).

morir de mengua
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Algunos de estos enfermos y sus familiares compartieron su drama con El Estímulo. Contaron sus historias, con la condición de mantenerse en el anonimato, por temor a represalias del gobierno. Por tanto, todos los nombres escritos son ficticios.

Hierbas medicinales para el dolor

Carolina llegó al Padre Machado a las 5 de la mañana. Tiene 67 años. Vive en una urbanización en Guarenas, una ciudad al lado de Caracas pero en el extremo opuesto a donde queda el hospital.

Para tener la posibilidad de conseguir cita por primera vez, después del diagnóstico oncológico, Carolina se despertó a las 3 de la mañana y se enrumbó hacia el Padre Machado. Salió vestida con pantalón, una gruesa chaqueta, un sombrero contra el frío, mascarilla y guantes para protegerse del COVID-19.

padre machado
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

En un bolso guarda sus documentos personales, una botella de agua y un pedazo de pan relleno con queso, para desayunar, pues no se permite salir a comprar nada en la calle.

En sus manos tiene una carpeta, que protege muy cuidadosamente. Allí están los exámenes de laboratorio y los informes médicos que certifican que en su seno izquierdo se han formado dos tumores malignos.

«Antes que el médico dijera mi diagnóstico, ya yo sabía que tenía cáncer. Se lo dije a mis hijos y no me lo creían. Un día me hice el autoexamen mientras me bañaba y sentí los bultos. Inmediatamente recordé con tristeza a mi hermana mayor que, hace 20 años, murió de la misma enfermedad», cuenta Carolina.

«Como no tengo nada para calmar el dolor, estoy tomando hierbas medicinales»

Aunque el diagnóstico se lo dieron en diciembre de 2019, hasta ahora no ha logrado conseguir cita en ningún hospital oncológico de Caracas. Las razones son variadas: por ausencia de médicos, falta de agua, aparatos dañados y, ahora, por la pandemia de coronavirus.

Llegar hasta el Padre Machado fue toda una odisea para ella. Hay poquísimo transporte público. En Venezuela hay grave escasez de dinero en efectivo y es la única forma como se pueden pagar los pasajes. Además, están los controles de policía que cierran las zonas por el coronavirus y hacen que todos los traslados sean más lentos y tortuosos.

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Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Además de padecer por no lograr una simple primera cita, Carolina habla de sus penurias físicas:«Han pasado ocho meses desde el diagnóstico y los tumores han crecido. Me duelen muchísimo. A falta de consulta médica le pedí a mi nieto que me ayude a buscar en Internet qué tomar para aliviar los dolores, que ya no me dejan dormir».

Dice que desde hace varios meses siente, además de dolor, una sensación de ardor, que le invade el pecho, el brazo y parte de la espalda.

«A falta de consulta médica le pedí a mi nieto que me ayude a buscar en Internet qué tomar para aliviar los dolores»

«Es como si me estuvieran quemando el brazo. Como no tengo nada para calmar el dolor, estoy tomando hierbas medicinales. Hago combinaciones de infusiones con las plantas dividivi, moringa y mapurite. Tomo mucho jugo de piña contra la inflamación y me coloco compresas de hielo. Pero eso solo me alivia un par de horas», relata.

La paciente ya perdió la cuenta de cuántas veces ha venido al Padre Machado y la respuesta es siempre la misma: no hay citas. Esta vez tampoco valió de nada el esfuerzo. Carolina regresa a casa con su carpeta bajo el brazo, sin cita y con la orden de volver en siete días, a ver si tiene suerte.

¿Será que le compró el féretro a mi mamá?

Fátima tiene 32 años. Vive en una barriada de La Guaira, en el estado Vargas, una localidad costera en las afueras de Caracas.

«Mi mamá fue diagnosticada con cáncer de colon hace año y medio. Comenzó a sentir un fuerte dolor, la llevamos al médico y lo primero que dijeron es que eran hemorroides. Visitamos otros doctores, le hicieron varios exámenes y, al final, le realizaron una biopsia. El resultado fue un cáncer en desarrollo. Todos quedamos impactados con la noticia. Hemos llorado mucho»,  dice Fátima.

Después de recibir el diagnóstico, la refirieron a los hospitales oncológicos de Caracas. Primero visitaron el hospital Luis Razetti. Les dieron una cita, les mandaron hacer más exámenes, entre ellos, otra biopsia que para el momento tenía un costo de 30 dólares. Todos los estudios los realizaron en clínicas privadas, pues los equipos de los laboratorios en los hospitales estaban dañados o no tenían reactivos.

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Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

«Cuando terminamos de hacer todos los exámenes y a pesar de la recomendación era comenzar pronto, en el Razetti nos dijeron que teníamos que anotarnos en lista de espera para los tratamientos de quimoterapia y radioterapia. Había 400 pacientes por delante de mi mamá», cuenta Fátima.

El cáncer no espera tanto. Así que se fueron al hospital Domingo Luciani, al este de Caracas. Allí, la lista de espera es de 450 pacientes.

La anotaron en las dos listas pero ya han transcurrido seis meses y no las han convocado para el tratamiento. «Faltan 200 pacientes más», dice Fátima.

Luego intentó con el Padre Machado. Allí le pidieron otra serie de exámenes. Todos los han pagado en clínicas privadas, en dólares. Le pidieron una resonancia, que costó 130 dólares y un contraste, por el que pagaron 30.

informe medico
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Eso logran pagarlo recolectando entre la familia y los amigos cercanos.

Para conseguir la cita de su madre, Fátima va sola al Padre Machado, a hacer la cola de madrugada. No trae a la paciente para protegerla. «Estoy gastando pasaje y exponiéndome a ser contagiada de coronavirus y no ha servido de nada», dice. Y cada vez es peor: «Hoy me dijeron que regrese la segunda semana de enero, a ver si por fin puedo conseguir la primera cita para el tratamiento».

Fátima se guarda su triste periplo para ella sola. A su mamá y a sus hermanos les dice que los trámites van bien, para no afectarlos psicológicamente. Pero ella se pregunta, en secreto y mientras hace los largos trayectos entre su casa y el hospital, si necesita comprarle un féretro a su mamá.

«En Venezuela es una tragedia enfermarse. Y si eres pobre, la tragedia es peor»

«No va a resistir todo este tiempo sin recibir tratamiento y yo no tengo para pagar 100 dólares por dos sesiones de quimioterapia, que es el presupuesto más económico que he encontrado. Mucho menos tengo para la radioterapia, que es más cara», se lamenta.

Trata de vivir día a día. Ese día en que fue al Padre Machado, su segunda preocupación era conseguir para comprarle a su mamá el analgésico Tramadol, que cuesta 10 dólares y le alcanza para 3 días. “En Venezuela es una tragedia enfermarse. Y si eres pobre, la tragedia es peor. Me voy triste y decepcionada, con miedo de enfrentar a mi mamá con cáncer sin tenerle ninguna respuesta”, señala Fátima.

No tengo dinero, tampoco tiempo

María Celeste también llegó temprano a la entrada del hospital. Estaba nerviosa. Mientras esperaba la llegada del personal que atendería a los pacientes, se dedicó a leer los papeles que, pegados en las puertas del Padre Machado, daban indicaciones a los pacientes.

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Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

A medida que leía, revisaba los documentos de su carpeta. Después suspiró al saber que los tenía completos.

A las 8 de la mañana, una mujer con equipo de bioseguridad salió a la puerta. Con una lista en la mano comenzó a llamar a los pacientes que estaban citados para aplicar la quimioterapia.

María Celeste se acercó y pregunto cómo hacer para solicitar una. «Por ahora no hay nuevas citas, tiene que venir después», le contesta la mujer. Intenta explicar su situación y su angustia, porque necesita hacerse el tratamiento rápido pero no logró nada. Tiene que volver otro día.

Emocionalmente deshecha se recostó en una columna a la entrada del centro. Apretó la carpeta contra su pecho y comenzó a llorar quedamente. Explica su sentimiento: «Estoy en esto desde octubre, cuando me dieron el diagnóstico de cáncer de cuello uterino. Todos los días le pregunto a Dios que por qué a mí. Yo siempre me cuidé, cumplí con mis exámenes anuales. Y ahora tengo esta enfermedad. Trato de ser fuerte porque tengo cuatro hijos que dependen de mí. Pero no es justo».

María Celeste
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Asegura que desde el mismo momento que le dieron el diagnostico, comenzó a buscar opciones de tratamiento. “Pagamos una consulta privada de un oncólogo en 50 dólares. Luego me mandaron varios exámenes y gastamos otros 50 dólares. Ya no tenemos recursos para seguir pagando las consultas, así que recurrimos a la salud pública. Esto ha sido chocar con una realidad que me habían advertido, pero jamás pensé que era tan ruda».

La atención a los enfermos oncológicos en Venezuela es otro de esos tristes ejemplos de cuando la realidad supera cualquier ficción.

María Celeste cuenta que, según los últimos estudios que le hicieron, el tumor se encuentra encapsulado. Es decir, no se ha diseminado por el cuerpo. Sin embargo no puede ser operado, por la ubicación en la que está, así que debe hacerse radioterapia.

“No tengo dinero, tampoco tiempo. El cáncer es una enfermedad que no se para, que hay que atenderla rápido. Ojalá las autoridades entiendan la situación que atravesamos los pacientes”, dice María Celeste.

Ni las citas se cumplen

En las afueras del hospital Padre Machado, también encontramos pacientes que venían a sus consultas de control. Sin embargo, aunque ya tenían la ansiada cita, tuvieron que devolverse a sus casas. No los atendieron y les pidieron cambio de fecha.

enfermos de cáncer
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

«Supuestamente no hay suficientes médicos porque algunos son sospechosos de COVI-19 y están aislados, esperando el resultado de las pruebas de despistaje de coronavirus», relata uno de los pacientes.

Fernando Suárez acompaña a su mamá Anastasia a las consultas en el Padre Machado. Afuera del hospital esperaban la llegada de los médicos. «A mi mamá la operaron hace 8 meses de cáncer en el seno derecho. Con los recursos que enviaron familiares que se encuentran fuera del país, pudimos hacer la cirugía en una clínica privada. También mandaron los medicamentos de afuera, pero necesitamos la consulta médica para saber cómo sigue la recuperación. Esta es la tercera vez que le suspenden la cita. Volveremos la semana que viene», dice Fernando.

Aunque estos pacientes tienen su consulta reservada, y se sabe que a muchos les cuesta ir hasta el Padre Machado, nadie los llama para avisarles que las citas han sido suspendidas.

Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

En una esquina cercana estaba parada Paula Salas, vestida con un mono deportivo y una chaqueta de capucha, que dejaba ver su calvicie debido a la quimioterapia que recibe desde hace unos meses. «Hace cinco años me diagnosticaron cáncer en el seno derecho. Me hicieron una mastectomía. Fue una época dura y ahora se repite. El cáncer ha vuelto aparecer en los pulmones. La situación es muy difícil, especialmente por la epidemia de COVID-19. Los pacientes con esta patología somos una población de alto riesgo y no deberíamos estar tanto en la calle», dice Paula.

Además de las molestias que ya comienza a padecer, también lamenta que su familia tenga que pasar, nuevamente, por todo este difícil proceso, especialmente por los gastos que implica.

Dice que ha encontrado en muy malas condiciones los hospitales, mucho peor que hace cinco años. Que falta personal, que no hay medicamentos de mantenimiento, tampoco tratamientos de quimioterapia y que los aparatos de radioterapia se encuentran dañados.

Mueren más pacientes de cáncer que de coronavirus

Hermel Rodríguez es sobreviviente del cáncer de mamá, enfermedad que le fue diagnosticada en el año 2003. Se sometió a todos los tratamientos, se realizó una mastectomía radical del seno izquierdo y ahora toma el medicamento Lletrozol, por mantenimiento.

Después de atravesar todo ese proceso, decidió crear una fundación que lleva su nombre, a través de la cual ofrece apoyo a otros pacientes que padecen de este mal.

Entre el apoyo que ofrece se encuentra visitar los hospitales oncológicos ubicados en Caracas, para dar talleres y orientación a los pacientes.

«Recibimos muchas quejas de pacientes porque las consultas están suspendidas en los diferentes hospitales. También denuncian que tienen problemas con la entrega de medicamentos en las farmacias de alto costo y que hay dificultades para acceder a la quimio y radioterapias», señala Rodríguez, quien añade que en estos tiempos de pandemia, la situación se torna aún más difícil. «Las autoridades han puesto toda su atención en enfrentar la COVID-19 pero han descuidado la atención de los enfermos de cáncer, cuyos fallecimientos han ido en aumento», asegura.

Además, Rodríguez informa de que la situación que padecen los pacientes oncológicos del Padre Machado se repite en los hospitales Domingo Luciani y Luis Razetti, donde la situación se torna más crítica cada día.

No insista
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

Un hospital con nombre de hombre bueno

La poca humanidad que se nota en las afueras del hospital Padre Machado contrasta con el origen de su nombre.

Fundado en 1959 como Hospital Hogar Padre Machado, toma su nombre del sacerdote Santiago Machado Oyarzábal quien hizo muchas buenas obras en el sector de Caracas donde está el cementerio más grande de la capital venezolana. En un principio, fue atendido por las monjas de la Congregación de Santa Ana.

padre machado
Imagen: Daniel Hernández | El Estímulo

En 1971 fue reinaugurado con nuevos servicios y cambió su nombre a Hospital Oncológico Padre Machado. Está adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.

Las penurias que pasan los enfermos en este hospital oncológico no son nuevas, pero en los últimos cinco años se han agudizado de tal forma que, ahora, en el Padre Machado, cada enfermo venezolano de cáncer vive su propio Getsemaní.

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