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Medio Ambiente

Los océanos y las zonas heladas, víctimas de la actividad humana

El borrador de un informe de la ONU sobre el cambio climático señala a los océanos y zonas heladas como principales afectados y pone el foco sobre las inundaciones, que podrían dejar hasta 280 millones de refugiados climáticos

Los océanos y las zonas heladas, víctimas de la actividad humana

En vísperas de la Cumbre del Clima en Nueva York de la ONU, que se celebrará el próximo lunes, los estudiantes, al frente de la activista sueca de 16 años Greta Thunberg, lideran hoy las protestas alrededor del mundo. Más de 5.000 actos tendrán lugar en 156 países a lo largo de esta semana. AFP ha obtenido en exclusiva el borrador del informe que la ONU presentará el 25 de septiembre. El documento señala a los océanos y las zonas heladas como los principales afectados por la actividad humana.

Durante 40 años, los océanos han absorbido una cuarta parte de las emisiones de gas con efecto invernadero. Esto, sumado a la sobrepesca y la contaminación, ha alterado la composición y el ecosistema de los mares de forma irreversible. La concentración de oxígeno ha bajado un 2% en los últimos 60 años. Las olas de calor marinas, como las que devastaron la Gran barrera de coral australiana, aumentarán su frecuencia e intensidad en un contexto en el que 500 millones de personas dependen del coral para su alimentación y protección.

En un escenario optimista, el calentamiento global se mantendrá en 2ºC respecto a la era preindustrial. Sin embargo, las tendencias actuales apuntan a una subida a 3ºC o 4ºC. Esto provoca una reacción en cadena: las temperaturas suben, las zonas heladas se deshielan y el nivel del mar sube. En el mejor de los casos, se espera una subida del nivel del mar de 43 cm de aquí a 2100. Traducido: 280 millones de personas tendrían que migrar, convirtiéndose en refugiados del clima. Las urbes costeras y pequeñas naciones insulares comenzarán a sufrir inundaciones regulares a partir de 2050. Parece lejos, pero quedan apenas 30 años.

Las zonas afectadas que consigan salir indemnes de la subida del nivel del mar tendrán que pagar un alto precio por ello. Nueva York por ejemplo prevé obras de protección por un coste de varios miles de millones de dólares. Hong Kong, Shangai, Amsterdam, Miami… se encontrarán en una situación parecida. Los recursos de los que cada zona afectada disponga marcarán la diferencia entre convertirse ciudades-acuario o en ruinas submarinas.

François Gemenne, especialista en geopolítica del medioambiente de la Universidad de Lieja (Bélgica), explica a AFP que negociar acuerdos migratorios sería una de las alternativas sobre la mesa, pero que supondría «tirar la toalla frente al cambio climático». «Lo peor que podríamos hacer es esperar el último momento y vernos obligados a lanzar operaciones humanitarias para reubicar con urgencia estas poblaciones sin que puedan decidir dónde rehacer sus vidas».

Los océanos podrían ser parte de la solución

Desde su condición de más afectados por el cambio climático, suponen también una fuente de soluciones. Desde las energías renovables marinas hasta la restauración de los ecosistemas costeros. Por eso, muchos abogan por aumentar las zonas protegidas, permitiendo a los océanos recobrar fuerzas. Según el reciente informe de los expertos de la ONU sobre biodiversidad, solo un 7% de los mares están hoy protegidos, y no necesariamente de forma eficaz.

El potencial de atenuación del cambio climático de estos ecosistemas es «relativamente modesto a nivel mundial (alrededor de 2% de las emisiones)», según el proyecto de informe de expertos climáticos de la ONU abordado desde este viernes en Mónaco. Pero es mejor que nada, sobre todo que esta vegetación marina si se encuentra en buen estado puede «reducir los impactos de la subida del mar» y ofrecer «beneficios a las comunidades locales (seguridad alimentaria, turismo…), según el estudio de Frontiers in Marine Science.

En un estudio publicado en 2017, investigadores del Carnegie Institution for Science estimaron que los parques eólicos en alta mar pueden producir más energía que los de tierra firme. Según sus cálculos, si se instalaran a lo largo de todo el Atlántico Norte podrían colmar la demanda actual de la humanidad. Las dificultades técnicas hacen que esa situación sea imposible, lo que no quita que sea un recurso infraexplotado.

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