El escritor, guionista y periodista Juan Marsé, autor de Últimas tardes con Teresa y premio Cervantes en el año 2008, ha muerto en Barcelona a los 87 años, según ha informado la agencia literaria Balcells.
Por qué te lo contamos: Marsé ha recibido numerosos galardones a lo largo de su carrera, entre los que se encuentran el Premio Biblioteca Breve y el Premio Planeta, además del Premio Cervantes. Su carrera literaria es considerada una de las más importantes en la narrativa española de la segunda mitad del siglo XX.
Vinculado a la llamada Generación del 50 –como sus amigos Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y Juan García Hortelano, entre otros–, el mundo narrativo de Juan Marsé se sitúa en la Barcelona de posguerra, escenario de su infancia a la que vuelve una y otra vez.
Su verdadero nombre era Juan Faneca. Al morir su madre en el parto, lo adoptó un familia de payeses del barrio barcelonés de Gracia y a ella debe el apellido que le ha convertido en uno de los autores más reconocidos.
A los 13 años abandonó los estudios para trabajar en una joyería y muy joven hizo sus primeras incursiones en el mundo literario, en concreto con cuentos y relatos. En 1958 ganó el Premio Sésamo de Cuentas con Nada para morir.
La dedicación exclusiva a la literatura tardaría aún. En 1960 se fue a París para trabajar como profesor de español, traductor de películas, guionista y como ayudante de laboratorio en el Departamento de Bioquímica del Instituto Pasteur. Fue en 1965, gracias a Últimas tardes con Teresa, cuando Marsé abandonó el oficio de joyero para empezar a colaborar con editoriales, traducciones y guiones de cine.
La oscura historia de la prima Montse (1970), Si te dicen que caí (1973), no publicada en España hasta 1976 por la censura franquista, y La muchacha de las bragas de oro (1978), con la que ganó el Planeta, comienzan a configurar el prestigio de Marsé y a consolidar su calidad literaria.
El amante bilingüe, El embrujo de Shangai o Rabos de lagartija, publicada en 2000, ganadora de los Premios Nacional de Narrativa y el de la Crítica, lo conviertieron en uno de los novelistas españoles más importantes.
Su relación con el cine ha sido intensa, y no sólo por haber colaborado en varios guiones, sino porque muchas de sus novelas fueron adaptadas a la gran pantalla. También con el periodismo. Trabajó en la revista Art-Cinema y fue redactor jefe de Bocaccio y Por favor.