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Opinión

Por qué Vox ha echado a Olona

«Cuando hay una mujer muy interesante, muy atractiva y muy llamativa en las filas de un partido inmediatamente alguien se la quiere quitar de en medio»

Por qué Vox ha echado a Olona

Macarena Olona intentando acceder a un acto en la facultad de Derecho de Granada. | EFE

El efecto Olona

Les voy a dar unos cuantos nombres. Ricardo Chamorro, José María Figueredo, Cristina Esteban, Julia Utrilla, Carla Toscano, Ángel López Maraver, Pedro Requejo, Rubén Manso. ¿Reconocen a alguno de ellos? ¿Serían capaces de ponerles cara? Son algunos de los nombres de ‘los 52 de Vox’. De los 52 diputados que Vox tiene en el Congreso. Hace menos de un año Macarena Olona era una de ellas. Pero no era una cualquiera. Era la más visible de todos. 

El pintor Abajo Izquierdo me comentó en una charla, entre risas, que estuvo a un tris de imprimir una camiseta que dijera «poco se les ha espiado». Una pena que no la hiciera. Porque, si llega a comercializarla, no dudo que habría sido un éxito. El pintor Abajo Izquierdo tiene una ideología claramente escorada hacia la izquierda y nadie puede imaginarle, ni de lejos, votando a Vox. Pero él, como tantos otros, recordaba aquella intervención estelar de Macarena Olona en el Congreso, la intervención sobre el caso Pegasus. Una intervención que corrió como la pólvora por WhatsApp. Daba igual si Macarena Olona te caía bien o mal…  o peor que mal. El caso es que te reías cuando Macarena Olona hacía mofa de los separatistas: «¿Cuál es el problema? ¿Que les han espiado? Poco, poco les han espiado».

Macarena Olona cae mal. Peor que mal. Fatal.  Perfecto para ella. Recordamos todas aquella célebre máxima de Oscar Wilde que dice «que hablen de mí, aunque sea bien». Quizá no nos suena tanto otra atribuida a Tiberio: «Que me odien siempre, que me teman». De un líder político no se espera que sea amado. Si va a representar a una facción del espectro es obvio que otra facción del espectro no le querrá demasiado. Lo que se espera es que sea visible y que se le recuerde fácilmente.

Olona era –es-  muy visible y recordable. Absolutamente todo el mundo sabía quién era Macarena Olona. Macarena es bella, Macarena es inteligente, Macarena habla muy bien. Que no es tan bella, me dirán algunos. Vale, la belleza es subjetiva, pero lo cierto es que vivimos en un entorno que dicta ciertas normas sobre lo que comúnmente se entiende por belleza. Piel lisa, ojos y cabello brillantes, rasgos simétricos y cuerpo esbelto, firme y proporcionado. Si quieren ustedes saber más sobre el tema lean el fabuloso libro de Ulrich Renz La ciencia de la belleza, en el que explica que en todas las culturas entendemos por belleza unos rasgos determinados y que esos rasgos son comunes a todas las culturas, porque lo que esos rasgos nos transmiten es que nuestra progenie va a ser sana. Si yo tengo un cuerpo sin grasa significa que no soy sedentaria; si el contorno de mi pecho se asemeja al de mi cintura, significa que soy fértil; si tengo los ojos brillantes significa que no estoy enferma; si tengo la piel lisa significa que no he pasado la viruela y si tengo los rasgos faciales simétricos significa que no hay endogamia en mi familia y que podré darle a usted una progenie sana. Bueno… yo no se la voy a poder ya, porque se me ha pasado la edad fértil hace mucho. Pero Macarena Olona podría.

Insisto en el tema de la belleza porque es famoso un estudio que asegura que en todas las elecciones presidenciales en EEUU el candidato que resultó elegido era el que había sido considerado más atractivo entre los electores. Esto lo saben muy bien los asesores de comunicación, y por eso intentan buscar candidatos o candidatas bien parecidos. Porque los asesores venden productos.

Decíamos que Macarena Olona es bella, que es rápida, que es incisiva, que es inteligente y que a usted le puede caer mal, o peor, o fatal, pero el caso es que era fácilmente recordable. Y Olona poseía otra cualidad muy necesaria en un político. El carisma.

El carisma 

Pero ¿qué es el carisma?, me dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Si hablamos de teoría de comunicación el carisma quiere decir que la persona que habla transmite credibilidad. Que piensas que no te está mintiendo. Que puede que te dé datos falsos pero que, si te los da, tú pensarás que lo hace porque se cree esos datos. Así entraríamos en el fabuloso terreno de los análisis de comunicación no verbal según los cuales alguien experimentado puede detectar si una persona miente o no. En realidad, no todo es tan simple como en la serie Lie to me, en la que un experto en comunicación (interpretado por un Tim Roth ligeramente sobreactuado y con un acento londoner muy cute) sabía decir con absoluta convicción si la mujer con la que hablaba le estaba mintiendo o no cuando ella le decía que había sido fiel a su marido. En realidad, la serie, haciendo honor a su nombre, te miente, porque un buen psicópata puede engañar al mejor equipo de expertos de comunicación no verbal. Pero el caso es que tenemos demasiados políticos que no transmiten credibilidad porque cuando habla parece que te están contando una milonga. Que se limitan a repetir el texto que les han dado. Que emiten esas señales que todos captamos cuando percibimos que alguien nos miente:  el ligero tartamudeo, la boca abierta, las cejas levantadas, las arrugas en la frente, los labios fruncidos, la rigidez corporal, la entonación extraña en el fraseo. Son señales que no captamos de forma consciente, pero sí inconsciente. ¿No le ha pasado a usted alguna vez? Su pareja le está contando que ha llegado tan tarde porque se encontró a un antiguo compañero de trabajo justo volviendo a casa, y que el antiguo compañero se acaba de separar y está muy triste… Y entonces a usted se le enciende una lucecita en la cabeza y se dice en su interior «me miente», y eso que usted en general es una persona bastante confiada. 

Pues eso nos pasa con los políticos: que a veces nos envían pequeñas señales casi imperceptibles que nos a hacen pensar que ni él mismo, o ella misma, se cree lo que está contando. No es el caso de Macarena Olona, ni de Toni Cantó, ni de Ayuso, ni de Cayetana Álvarez de Toledo ni de Yolanda Díaz. Todos ellos transmiten credibilidad. Porque a ustedes Yolanda Díaz les puede caer mejor o peor o les puede parecer un poco cuquiflower de más, un tanto cercana al coma diabético y al sermón de monja del sagrado corazón, pero… da la impresión de que ella cree lo que cuenta. Y es que en política no solo hay que ser, también parecer. Y por eso la apariencia debe significar la ideología y el mensaje que uno está representando. 

El caso es que de pronto Macarena Olona era famosísima. Era muchísimo más famosa, por ejemplo, que Jorge Buxadé. Y que Ortega Smith. Porque, seamos realistas, ¿ustedes recuerdan alguna intervención en el Congreso de Ortega Smith, miembro del Congreso de los diputados de España desde 2019? ¿Les ha llegado acaso por WhatsApp una intervención de Ortega tan divertida como la intervención de Macarena Olona al respecto del caso Pegasus? ¿Les ha llegado, sin más, alguna intervención de Ortega Smith por WhatsApp? Porque Ortega Smith será muy alto y muy guapo…  Y ahora me vendrán algunos a decir que no, que no es guapo en absoluto y yo tendré que volver al libro de Ulrich Renz y a decirles que normativamente los hombres altos con la mandíbula cuadrada, los hombros muy anchos y el cuerpo en forma de trapecio están considerados como atractivos en todas las culturas y que a usted Ortega Smith le puede caer muy mal, pero es un señor guapo. Bueno… que yo iba diciendo que Ortega Smith será muy alto y muy guapo, pero no ha protagonizado ninguna intervención memorable en el Congreso. Ninguna comparable a las de Macarena.

Mujeres, partidos y machismo

Y bueno, no sé…recuerdo cómo le hicieron la envolvente a Ayuso y cómo antes se le habían hecho a Cayetana Álvarez de Toledo y me da en la nariz que cuando hay una mujer muy interesante, muy atractiva y muy llamativa en las filas de un partido inmediatamente alguien se la quiere quitar de en medio

En las filas de Podemos, por ejemplo, están Ione Belarra e Irene Montero, y Lilith Verstrynge  y todas son más o menos bellas (ahora vendrá alguien y me dirá que no lo son y yo volveré a dar la murga citando a Ulrich Renz) pero pequemos de mal pensados y pensemos que ellas están ahí precisamente porque no molestan, porque una está casada con el líder en la sombra y la otra era la compañera de pupitre y ‘amigui’ más ‘amigui’ de la que está casada con el líder en la sombra, y la tercera es la hija del mentor y exprofesor del líder en la sombra.

¿Y en el PSOE? En el PSOE estaba Carmen Calvo y le echaron, estaba Adriana Lastra y le echaron. Ah, sí, que no las echaron, que se fueron porque quisieron… Mmm… ¡claro que sí, guapi! A veces me parece que tengo que recordarle a mucha gente que los Reyes Magos son los padres. En el PSOE les queda Nadia Calviño que es una mujer bellísima, culta y preparada (no me hagan citar a Ulrich Renz de nuevo, por favor, acepten que sí que es bella), pero el problema es que cuando Nadia Calviño habla resulta tan entretenida como la retransmisión por radio de una partida de ajedrez. No le va a hacer sombra a nadie.

En el seno del PP, Ayuso fue tremendamente inteligente a la hora de jugar al aikido político. Es decir, a la hora de utilizar la fuerza y el ímpetu de su contrincante en su propio favor. Más fuerte le golpeó Casado y García Egea, más duro fue el rebote que se llevaron.  También es cierto que Ayuso contaba con la inestimable ayuda de Feijóo, que había estado esperando el momento como agua de mayo, agazapado en su rincón y canturreando aquel estribillo de Iznogud: «quiero ser califa en lugar del califa».  Cayetana Álvarez de Toledo no tuvo tanta suerte. Y es una pena, porque a ustedes Cayetana Álvarez de Toledo les caerá mejor o peor, pero ustedes recuerdan su nombre, su figura, su melena rubia, su dicción siseante y un poquito pedante. Y el hecho de que ustedes la recuerden todavía y puedan visualizarla perfectamente sin necesidad de cerrar los ojos o hacer mucho esfuerzo quiere decir que Cayetana Álvarez de Toledo era un activo importante en el PP. Porque los políticos importantes deben ser muy visibles y fácilmente recordables. Deben dejar impacto.

El fracaso andaluz

Macarena Olona no consiguió lo que iba buscando en Andalucía. La irrupción de alguien tan potente como Macarena Olona en el panorama político de Andalucía le dio alas a Javier Bonilla. Fue lo que llamamos un efecto paradójico. En farmacología el efecto paradójico es aquel que sucede cuando una medicina que tomábamos para conseguir un determinado efecto nos causa un efecto totalmente contrario. Por ejemplo, cuando se les recetan anfetaminas a los niños con hiperactividad con la esperanza de tranquilizarlos así. Pues Macarena fue como la anfetamina en el hiperactivo paisaje electoral andaluz. Muchos exvotantes socialistas pensaron que con Macarena Olona Vox podía subir y, como no querían un gobierno de coalición, votaron a Bonilla sin estar muy convencidos. Porque buscaban precisamente la tranquilidad, la estabilidad.

También es cierto que Vox se equivocó al meter a Olona en Andalucía, de sopetón y con calzador como quien dice. La gente llevaba cuatro años acostumbrándose a ver a Bonilla emulando a Ayuso en sus veleidades tabernarias y sacándose fotos por todos los bares de Sevilla. Olona tenía que haber estado al menos un año antes instalada en Andalucía. O eso, o haber buscado un candidato andaluz al que igual no le habría sentado tan bien el traje de faralaes, pero al que se hubiera podido identificar como andaluz por los cuatro costados, y no como paracaidista improvisada. 

Los extremos se tocan

 Y los partidos extremos tienen cosas en común. En ambos extremos al líder no se le discute. No, de ninguna manera. En Podemos han caído todos los que se atrevieron a llevarle la contraria a Pablo Iglesias. Que sí, que me dirán ustedes que Pablo Iglesias ya no está en Podemos… Mmm… ¡claro que sí, guapi ¡De nuevo pienso que tengo que recordarle a mucha gente que los Reyes Magos son los padres y que uno puede ser líder en la sombra!  ¿Cuántas personas quedan en Podemos de la formación original? Se fueron Bescansa, Errejón, Espinar, Tania, Luis Alegre, Guillermo Zapata, Teresa Rodríguez… La lista sería inacabable. Porque en un partido totalitario al líder no se le discute. En el extremo completamente opuesto pasa más o menos lo mismo. Los extremos se tocan, ya lo he dicho.  La jerarquía es férrea y vertical y el liderazgo inamovible. Y si el líder empieza a sospechar que hay una persona por debajo que le está haciendo sombra te puedes esperar lo peor.

La enfermedad

Y luego nos queda por saber si es verdad que Santiago Abascal dudó de la enfermedad de Macarena. Yo no dudo. Adelgazar casi doce kilos en espacio de dos meses solo es posible si tienes el mejor nutricionista del mundo o si estás enferma. Y podemos creernos o no creernos muchas cosas que diga Macarena, pero lo innegable es que adelgazó 12 kilos y que al final de campaña la pobrecita parecía la radiografía de un silbido. Twitter se llenó de opinólogos hablando de que el hipertiroidismo no era para tanto. No, el hipertiroidismo no es para tanto… una vez lo descubres. Unas pastillitas y como nueva. Pero hasta que descubres lo que te sucede, hasta que alguien da con la razón por la que una mujer está sufriendo temblor de manos, hormigueo en las piernas, taquicardias constantes cansancio inexplicable, sudoración fácil, sofocos violentos, a veces pasa mucho tiempo, porque los primeros análisis no dan resultados claros. Puede que Macarena se asustara. Muchos periodistas habíamos escuchado el rumor de que Macarena estaba tan delgada porque padecía un cáncer. Quizá ella también lo escuchó.

Olona como activo

Si Ricardo Chamorro, si José María Figueredo, si Cristina Esteban, si Julia Utrilla, si Carla Toscano, si Ángel López Maraver, si Pedro Requejo, si Rubén Manso… Si cualquiera de los nombres que he citado al principio del artículo hubiera impartido una conferencia en la Universidad de Granada, nadie se habría presentado a hacer un escrache. Ustedes lo saben, yo lo sé, los estudiantes de Granada lo sabían. La batalla campal que se organizó en Granada da idea de lo conocida que es Macarena Olona y de las reacciones tan poderosas que despierta. No creo que sea tan inteligente por parte de Vox dejarla escapar.

En Vox sabrán lo que hacen… O no. No sé si son conscientes de lo importante que es el activo que están desdeñando. Porque el éxito de una estrategia de partido comienza cuando se eligen buenos representantes. El medio es el mensaje… y el medio son las personas que el partido elige.  

Me dirán ustedes que importa también el currículo personal y profesional.  Mmm… les tendré que repetir eso de ¡claro que sí guapi! y de que los Reyes Magos son los padres. ¿Nos olvidamos que tenemos ministras, subsecretarias de Estado y diputados que no han trabajado en nada útil en la vida más allá de la red clientelar de su partido y que si salen de la política tampoco podrán volver a trabajar fuera de ella porque no tienen ni currículum académico ni profesional?

No, no debemos olvidarnos de que el problema de la banalización y la frivolización de la política española es un problema del mensaje y también del medio. En este caso, de los políticos. Y Macarena Olona le podrá usted caer mejor peor o fatal pero no se podía negar que era una persona preparada

Si la acción política se personaliza en una persona preparada se entiende que la consecuencia es una buena propuesta política. Que le gustará a usted más, menos o nada. Pero que al menos será algo coherente. Los electores no votan a los programas, porque a estas alturas del partido todos sabemos que esperar que un político cumpla un programa es como esperar que un chico al que conociste en Tinder te llame después de haberte echado un polvo. Vamos, que podría suceder, pero es más bien raro. Por eso resulta importante para cualquier partido disponer de valiosos recursos humanos, de candidatos con carisma y credibilidad. 

Y si resultara ser verdad -como supongo-  que a Macarena Olona se la han quitado de en medio porque le estaba haciendo sombra, con lo pequeñita que ella es, a un Ortega Smith que mide metro noventa… entonces no puedo decir otra cosa excepto que Vox se está pegando un tiro en el pie.

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