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Opinión

Yolanda Díaz o el arte de tomarnos por estúpidos

«Dada su proximidad al Papa, Yolanda debe recordar que mentir es pecado. Y amnistiar a Puigdemont, una infamia»

Yolanda Díaz o el arte de tomarnos por estúpidos

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. | Europa Press

Dijeron desde Sumar, ante el estropicio de las elecciones gallegas, que les faltó tiempo. No especificaron cuánto para darse a conocer, ¿diez meses más?, ¿una década?, ¿hasta que los ricos escapen de la tierra en cohetes espaciales? Fue una excusa, trillada sí, pero medianamente razonable. 

No como aquella ida de olla que tuvieron en Vox con un Garriga que celebró una subida de votos y la consolidación de la formación de Abascal como «la tercera fuerza nacional» en Galicia. Hay quienes parecen haber pillado un cohete aun estando en tierra. Yolanda Díaz, lideresa sumariana, podría esgrimir hoy que le ha faltado tiempo para explicar lo de los restaurantes o los indultos. 

Luego dirán que este oficio de periodista es poco sacrificado, pero ver 40 minutos de perorata yolandista supone un trabajo arduo. Y eso que Yolanda sabe hilar frases, cosa que a la tercera autoridad del estado se le resiste un tanto más. «Quiero explicar bien el contexto en lo que los estoy explicando las cuestiones que voy a explicar», expresó ayer Francina Armengol, acuciada ante las muchas preguntas que necesitaban una respuesta algo más clara que esa frase. 

Se reunió Díaz con el Grupo Parlamentario de Sumar, o sea, con su grupo parlamentario para parlamentar de lo divino, lo humano, y hasta de los tertulianos. Se mostró ufana la política gallega, «habrá amnistía y presupuestos», y les metió el rejonazo a los medios, porque «el mundo no se va a caer, a pesar de lo que digan los tertulianos». Yolanda, que es todo optimismo, Yolanda la del «son conscientes de que nos vamos al carajo».

Es cierto que lo más viral, es decir, lo que le ha llegado a tu tío Paco el de Torredonjimeno, seguramente haya sido las palabras de la vicepresidenta sobre los restaurantes, sobre lo intolerable qué es un restaurante abierto a las 1 de la madrugada. Bien debería saber Díaz que sobre la amnistía en Cataluña hay muchos españoles que pasan, pero que tocarles su ocio, su sobremesa alargada, su cena con colegas, no va a tener un pase.

Como escribió David Mejía en este periódico, «si Ayuso es la amiga que cierra esos bares a los que Casado nunca ha ido», ahora Yolanda Díaz es la que directamente no quiere que Ayuso vaya al bar. Los bares, las cafeterías, los restaurantes, como el fútbol, la siesta o los días festivos, son cosas serias que afectan al sistema sensible de la ciudadanía española, no está ese asunto para despacharlo a la babalà, creando lío con los hosteleros patrios.

Aunque la gravedad en la intervención de la líder de Sumar se había producido minutos antes del conflicto de tenedores. Se mostró la gallega afligida, indignada ante los casos de corrupción que estábamos conociendo. Usted lo sabrá, especialmente si es lector de THE OBJECTIVE, el caso Koldo, el caso Víctor de Aldama, las ramificaciones que tocan a la puerta de José Luis Ábalos, Francina Armengol, Ángel Víctor Torres, Santos Cerdán…

«Yolanda Díaz nos toma por imbéciles, a los que le votan, no le votan, y hasta a sus correligionarios de grupo parlamentario»

Encendida la bombilla en la casa de Sumar, Yolanda Díaz, en el tono que requería esa comparecencia que ha entrado en los anales de la historia política patria, afirmó que hasta aquí. Ya no más, se acabó, habrá que decirle no es no a la corrupción. Ya no basta con ser un «capitán a posteriori» con los tejemanejes de los corruptos, y habrá que adelantarse. Por ello, con la tez sin enrojecimiento alguno, propuso que no se pueda permitir el indulto para los condenados por casos de corrupción. 

Esta es una forma grosera, demasiado tosca, de tratarnos como estúpidos a los ciudadanos. Y cabrea—jode es una palabra muy alta para un moderadito de pacotilla—que un mandatario, a sabiendas de su historial, venga a enseñarnos ahora las bondades de lo que nunca ha practicado. Yolanda Díaz nos toma por imbéciles, a los que le votan, no le votan, y hasta a sus correligionarios de grupo parlamentario. 

La misma persona que está a dos días de alumbrar una amnistía para borrar de golpe los delitos de malversación de los líderes fugados de la justicia, y no solo esos delitos. Exactamente la misma dirigente que era parte del consejo de ministros que votó a favor del indulto a los políticos condenados, también entre otras cosas por malversación agravada, en el juicio del procés, nos viene ahora con la idea de prohibir el indulto a los corruptos. Dada su proximidad al papa Francisco, Yolanda debe recordar que mentir es pecado. Y amnistiar a Puigdemont, impunidad a cambio de votos, una infamia. Antes, ahora y hasta que los ricos escapen de la tierra en cohetes espaciales.

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