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Pello Otxandiano sin pasamontañas

«Bildu vuelve a ser Sortu como antes fue Batasuna y el discurso es el mismo con pasamontañas que sin él»

Pello Otxandiano sin pasamontañas

El candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano. | Europa Press

El blanqueamiento no evitó la caries. Había que seguir con el blanqueamiento: Bildu era una izquierda guay, una izquierda verde y arrepentida, una izquierda progresista y meramente coyuntural, un simple apoyo para sacar las medidas sociales que este país necesitaba. Muchos avisaron entonces de los peligros del maquillaje, una cosmética lesiva para con las víctimas de ETA, pero no les hicieron caso, la consigna era que la banda no entrase en campaña y seguir con el altavoz de Heidi en la lechería alta del abuelo, junto a las cabras y la mastina enorme llamada Niebla. Todo saltó por los aires. Pello Otxandiano, por un desliz perdió la máscara, por un tropezón decidió contar el veneno que llevaba dentro: ETA no fue una banda terrorista sino una banda armada similar al GAL. Bildu, Sortu, volvía a justificar a ETA, caída la máscara teatral y los pasamontañas negros. 

Pello Otxandiano no puede escapar a su imagen en el espejo mediático, este charco roto de sangre, este estanque hecho añicos por el impacto de un lenguaje no demócrata. Bildu vuelve a ser Sortu como antes fue Batasuna y el discurso es el mismo con pasamontañas que sin él, con boina que sin ella, con armas descargadas que con palabras de pura metralla. Pilar Alegría, portavoz del Ejecutivo, tacha los rebuznos de incompatibles con la democracia. Las declaraciones de Pello Otxandiano en la Cadena Ser, donde se niega a definir a ETA como una banda terrorista, y emplea mientras no improvisa el término «grupo armado», y califica los 850 asesinados por los etarras como «una de las diferentes violencias sufridas en el País Vasco» rompen cualquier acuerdo entre gente pacífica y estrictamente político. Salir del barro ahora, sin manchas en los zapatos, será otra quimera. Otegui ríe en casa, porque lo suyo nunca fueron cuestiones gramáticas ni literarias, pero las encuestas se tambalean, y el marbete de «cobarde» a Otxandiano por parte del PSOE es el comienzo de otra gresca tabernaria, ya al natural, sin disfraces.

Eneko Andueza (PSE) formuló el peor interrogante del coraje: dónde, dónde estaba el señor Otxandiano cuando yo iba escoltado durante los mejores años de mi vida. Alba García (Sumar) el día anterior subrayaba en Gara sus similitudes con Otegi y hoy no puede pasar dicho caramelo de la glotis. Pedro Sánchez, sin los votos de Bildu, no estaría en la Moncloa. En el 2018 no eran necesarios aquel par de votos abertzales pero dos años después sí lo fueron, vaya si lo fueron, porque con su abstención y la de ERC se llegó a la primera investidura para el líder del PSOE en enero del año 2020. Todos los Presupuestos Generales del Gobierno pasaron por el apoyo de Otegui, y dos leyes como la de la Vivienda y la de la Memoria Democrática llevan su sello. Pilar Alegría repetía con las manos haciendo bocina: «Bildu es una formación incompatible con la historia de nuestro país y con la democracia, que fue quien derrotó a ETA». Imanol Pradales (PNV) limpia sus ojos de gas pimienta mientras escucha con la boca como Beethoven y niega cualquier alianza con Bildu porque un nacionalista no tiene por qué ser terrorista ni renunciar a la paz en su tierra. Andoni Ortuzar, por miedo, alude a ellos sin nombrarlos: «La estrategia siempre fue crear división, no tienen otra». Pedro Sánchez aplaude a Pradales: «Todo mi apoyo y solidaridad a Imanol Pradales. En democracia no caben las agresiones. Nunca, a nadie. Deseo que se recupere pronto para poder continuar con la recta final de la campaña electoral». Ciego o tuerto pero no sordo.

Caen las caretas de la mascarada prefabricada pero llegan los pasamontañas invisibles, los sonidos viejos en el recuerdo de los antiguos tiros en la nuca, los años del plomo, la muerte barata. Aparecen las víctimas, al fondo del barranco, que son al mismo tiempo presencia y ausencia de un tiempo ido, pero nada más real y tangible que lo que nunca pudo irse. A la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) no les tiembla el pulso: «Es el mismo discurso de siempre aunque ahora vayan con americana y camisa en vez de txapelas y pasamontañas». El candidato de EH Bildu en la presente romería fue miembro de la dirección de Sortu desde 2016. Maite Araluce (AVT) lo dibuja al sesgo y sin estridencias: «Sortu es esa escisión de Bildu que jalea las libertades de los etarras, les rinde homenaje y no tiene ningún problema en hacerlo públicamente». El fango de las botas llega a los molares donde el blanqueamiento se ha roto. 

¿Era esta la reconciliación nacional anunciada por tierra, mar y aire? Vuelve, por el contrario, la estrategia de la crueldad en las palabras precisas y los silencios largos, con la música de la Cadena Ser al fondo. La presidenta de Covite, Consuelo Ordoñez no puede hablar más alto: «La persecución y el ataque de los derechos a la vida no se pueden solventar invocando el sufrimiento compartido. El orden de factores altera el producto. Sin condena del sistema de persecución por parte de ETA y su entorno se edifica una gran mentira. La mentira con palabras amables puede ser avalada por las urnas, pero conlleva una legitimidad podrida y tóxica de fondo». Otxandiano no es un mirlo blanco: estuvo vinculado a una de las ramas etarras donde fueron habituales los pasamontañas. Bocas cerradas, ojos muy cucos.           

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