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Lo indefendible

El veganismo y la burbuja de la carne artificial

«La sustitución de la industria cárnica por la carne vegetal que se daba por hecha en la izquierda parece haber tocado techo»

El veganismo y la burbuja de la carne artificial

Hamburguesa vegana. | Unsplash

El jefe de operaciones de una gran empresa de carne artificial fue detenido hace unas semanas por arrancar de un mordisco la nariz de un hombre con el que discutía. Se han hecho muchos chistes sobre cómo Douglas Ramsay, ejecutivo de Beyond The Meat, una de las grandes compañías del negocio de la carne vegetal, mordió la nariz de una persona pudiendo morder una nariz vegetal. «¡Si saben igual!» El suceso parece una imagen perfecta de cómo la sustitución de la carne por diversos inventos de laboratorio, que tan bien se explica en los artículos que hablan del futuro, no se está dando en la realidad. Beyond The Meat, la empresa en la que trabajaba Ramsay, estaba llamada a dominar el mercado mundial de la carne, pero ha recortado su plantilla y ha visto cómo su valor bursátil caía un 70% en un año. No es un caso aislado. Las compañías del sector viven cierres y ajustes que hacen sospechar a los analistas sobre si el veganismo y la carne artificial han inflado una burbuja que está a punto de pinchar.

La idea-milagro consistía en sustituir la carne animal por otra mal llamada carne artificial, pues no es carne de ningún modo. Los lineales de los supermercados y las cuentas de los influencers se llenaron de recetas del bacon sin bacon, el jamón sin jamón, las albóndigas sin carne y la carne sin carne. Por aquí y por allá aparecían tipos que no eran capaces de distinguir una hamburguesa vegana de una hamburguesa de verdad. La industria vegetal sustituiría fácilmente a la ganadería, la pesca y la cocina con carne animal. En ese mundo que nos decían que ya estaba aquí, tipos con monos blancos de laboratorio imprimían en serie chuletas de buey 3D indistinguibles de las de Julián de Tolosa. Todo -la morcilla, la chistorra, la pechuga de pollo, el confit de pato- se elaboraría a a partir de materias creadas en laboratorio a partir de células madre o de una masa de proteínas vegetales fabricadas por superproductores que a su vez sustituirían a los molestos pequeños ganaderos, poco menos que secuestradores de animales criados para su muerte y tortura.

No morirían vacas, ni cerdos en los mataderos. No se emitirían gases de invernadero. Nadie sabe muy bien qué sería del ganado ni de los pastores, ni de qué viviría la gente del campo, ni de dónde saldrían todas esas proteínas vegetales, ni cómo iba a afectar esta nueva dieta al organismo humano. Pero no importaba, pues no valía la pena resistirse ante un proceso que todo el mundo daba por asumido y en el que invertían dinero a paladas las estrellas del showbusiness: Oprah, JayZ, Leo Di Caprio, Nathalie Portman, Peter Jackson… No eras nadie si no tenías un millón en la industria animalista.

«Los partidos de izquierdas abrazaban el animalismo en sus programas y los representantes asumían que perder a un perro atropellado era igual que perder a un hijo atropellado»

En EEUU, solamente las seis principales asociaciones que persiguen el bienestar de los animales, el fin del consumo de carne, la abolición de la caza y las corridas de toros cuentan con más de 800 millones de dólares anuales para difundir el veganismo y el antiespecismo y cambiar la agenda como una apisonadora cultural y política. El filósofo Peter Singer, padre de los veganos, vendía millones de libros en los que pregonaba que los animales tienen el mismo derecho a la vida que las personas y que experimentar con un mono equivalía a hacerlo con un bebé huérfano de menos de seis meses. En todos los países del mundo, los partidos de izquierdas abrazaban el animalismo en sus programas y los representantes asumían en las tribunas que perder a un perro atropellado era igual que perder a un hijo atropellado. Las corridas, la caza y, las carnicerías, el lechazo de Castilla y el jamón de bellota eran cosa del pasado. Un mundo nuevo sustituiría al anterior. No había nada que se pudiera hacer. Nadie iba a notar la diferencia. 

No parece tan fácil. Si hubiera que buscar un punto de inflexión en las esperanzas de la carne vegana, a principios del año pasado, McDonalds testeó su McPlant, la hamburguesa vegetal que fabricaba Beyond The Meat. Según los medios estadounidenses, los resultados no fueron los esperados. El país que inventó la hamburguesa no se creyó la hamburguesa vegetal. El revés marcaría el declive de algunos de los gigantes de la industria que, para explicar sus recortes, aluden a la inflación que encarece sus productos y a que, en tiempos de escasez, el ciudadano recorta en comida premium

Esto explicaría una parte del fracaso, pero no toda. Según un informe de Deloitte, el mercado de los veganos estaría maduro, pues la parte de la población dispuesta a abandonar la carne por la carne artificial no habría crecido significativamente en 2021 y 2022. Las ventas se han reducido más de un 10% en Estados Unidos. Hay en estas cifras signos de agotamiento del consumidor vegano. En 2021, de las personas que consumían productos de carne artificial, el 68% creía que eran más saludables, pero este porcentaje se ha reducido ocho puntos. También ha disminuido en cinco puntos la proporción de los consumidores de este tipo de productos que creen que la carne vegetal es más sostenible. Ni el precio es tan bueno, ni está tan rica, ni siente tan bien ni va a salvar tanto el Planeta.   

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