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Así será el funeral de Benedicto XVI: este es el protocolo cuando muere un papa

La Iglesia católica no tiene un protocolo específico para la muerte de un pontífice emérito aunque parece que seguirán el mismo ritual que si no hubiera abdicado

Así será el funeral de Benedicto XVI: este es el protocolo cuando muere un papa

El pontífice emérito Benedicto XVI y el papa Francisco. | Or (Picciarella/Ropi / Zuma Press)

Los pasos que tiene que seguir el Vaticano al morir un papa es algo que todo el mundo conoce. Sin embargo, la muerte ese sábado del emérito Benedicto XVI, el primer papa en dimitir en seis siglos y que ha fallecido a los 95 años, ha hecho surgir las dudas sobre qué ocurrirá ahora que ha muerto. ¿Cuál es el protocolo para el funeral de un pontífice emérito?

La novedad de esta situación, que halla muerto siendo emérito, hace que aún no exista un protocolo específico de actuación para seguir tras su muerte. Las autoridades vaticanas se pusieron a trabajar en ello en cuanto se conoció su grave estado de salud, aunque aún no han revelado los detalles. Todo apunta a que la diócesis actuará siguiendo las pautas establecidas para el funeral de un pontífice activo aunque, claro está, no tendrá lugar el ritual para elegir a un sucesor, ya que el Papa Francisco sigue ocupando ese puesto.

Según establece el libro Ritual Romano, el rito que hay que seguir para el funeral de un papa incluye un luto oficial de nueve días. Además, el funeral tendría lugar en la basílica de San Pedro y su cuerpo se enterraría en la cripta; todo ello en un periodo de entre cuatro y seis días desde su fallecimiento, nunca antes ni después. Antes del entierro, además, los restos mortales del papa permanecerían en un catafalco (un tipo de armazón cubierto con una tela negra que representa un sepulcro) para ser expuesto en la basílica de San Pedro y que puedan ir a despedirlo los creyentes.

El papa Francisco presidiría el funeral

Benedicto XVI fue el papa número 265 de la Iglesia católica, tras suceder a Juan Pablo II. Hace más de diez años, en 2013, decidió abandonar el pontificado; la dimisión de un pontífice no había ocurrido desde 1415, cuando dimitió Gregorio XII. Así, Benedicto XVI pasó a ser un papa emérito y, desde entonces, ha mantenido un perfil bajo y se ha retirado al monasterio Mater Ecclesiae, donde, tal y como aparece en la página web del Vaticano, está asistido ahora por la asociación Memores Domini y por su secretario personal, Georg Gänswein.

Tradicionalmente, los encargados de establecer el calendario del funeral y luego presidirlo son los cardenales (concretamente, esta última función recae sobre el decano del colegio cardenalicio), según establece la constitución apostólica promulgada en 1996 por Juan Pablo II. Sin embargo, en el caso de Benedicto XVI, sería el propio papa Francisco quien oficiaría el acto; esto es un hecho sin precedentes.

A no ser que el testamento indique otra cosa, se seguirá el protocolo habitual. La previsión es que, como ha ocurrido con los velatorios de pontífices anteriores, en la plaza de San Pedro haya una gran congregación de fieles para despedir al emérito. También se espera que acudan como invitados al funeral líderes políticos y religiosos de todo el mundo.

Como parte del ritual funerario, el actual camarlengo (el cardenal de la Iglesia católica que preside la Cámara Apostólica), Kevin Farrel, será el encargado de asegurarse de que todo el proceso se lleve a cabo con la mayor rigurosidad. Además, él será quien deba destruir el Anillo del Pescador; cada papa gana este elemento en su nombramiento y, en el caso de Benedicto XVI, lo rayaron y requisaron en la Oficina de las Ceremonias Pontificias tras su abdicación.

Ritual de los funerales papales

Plaza de la Basílica de San Pedro, Vaticano. Foto: Europa Press

Algo curioso de los funerales de los papas es que existe la costumbre de enterrarlos con tres ataúdes. El cuerpo del papa reposa en un ataúd construido de madera de ciprés y forrado con terciopelo carmesí, un color litúrgico. Este ataúd va dentro de un segundo féretro construido en plomo y cerrado con cordones de seda de color morado (otro color litúrgico); estos irán sellados con cera derretida moldeada con el escudo de armas del pontífice.

Por último, este segundo ataúd irá dentro de un tercero fabricado en madera de olmo pulimentada. La costumbre es acompañar el cadáver del papa fallecido con un pergamino en el que están escritos, en latín, los hechos más destacados de su reinado papal. También van en el interior del féretro tres bolsas de piel curtida de color rojo con monedas de oro, plata y cobre.

El biógrafo oficial de Benedicto XVI, el periodista alemán Peter Seewald, reveló en 2020 que el emérito deseaba ser enterrado en la tumba de Juan Pablo II, en la cripta de San Pedro. Sin embargo, en caso de que el antiguo pontífice haya dejado en su testamento que quiere ser enterrado en otro lugar diferente, el Vaticano, con ayuda de Gänswein, se encargará de cumplir con sus últimas voluntades.

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