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Weinstein tenía un ejército de espías para chantajear a sus víctimas

El productor Harvey Weinstein gastó cientos de miles de dólares para sofocar las acusaciones y denuncias de abuso sexual, que han terminado por costarle su carrera, contratando exagentes de inteligencia para investigar a sus víctimas y a los periodistas que investigaban el caso, tal y como ha informado en exclusiva The New Yorker.

Weinstein tenía un ejército de espías para chantajear a sus víctimas

El productor Harvey Weinstein gastó cientos de miles de dólares para sofocar las acusaciones y denuncias de abuso sexual, que han terminado por costarle su carrera, contratando exagentes de inteligencia para investigar a sus víctimas y a los periodistas que investigaban el caso, tal y como ha informado en exclusiva The New Yorker.

La revista señala que una exagente israelí contactó a una de las principales acusadoras, la actriz Rose McGowan, haciéndose pasar por una militante de los derechos de la mujer. Esta era, en realidad, empleada de la empresa privada de seguridad Black Cube y grabó en secreto horas de conversaciones con la actriz, que estaba a punto de publicar sus memorias, tituladas The Brave, cuyo contenido preocupaba a Weinstein.

El autor del artículo, Ronan Farrow, que hace un mes publicó las primeras denuncias de violación en contra del productor, indica que este «ejército de espías» fue desplegado desde por lo menos el otoño de 2016. El artículo cita docenas de documentos y a siete personas involucradas directamente en los esfuerzos del productor para evitar cualquier publicación en su contra.

Además de Black Cube, dirigida por exagentes de inteligencia israelí que cobraron al menos 200.000 dólares por sus servicios, el productor contrató otra empresa similar, Kroll, que halló 11 fotos del productor con McGowan después de la presunta agresión para desacreditarla.

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Rose McGowan, una de las víctimas de Weinstein. | Chris Pizzello/AP

Asimismo, la agente que contactó a McGowan también hizo lo propio con periodistas que investigaban el caso, como Ben Wallace, de New York Magazine, para ver qué información tenía. Weinstein y su equipo querían saber qué información manejaba la prensa y al mismo tiempo investigaban a los propios reporteros, indagando en su vida personal para tener material para contradecirlos, desacreditarlos o intimidarlos.

En el caso de Wallace, buscaron información sobre su exesposa. El periodista aseguró que nunca había experimentado tanta presión para interrumpir un artículo, que al final la revista decidió no publicar en enero de 2017 porque nadie habló ‘on the record’.

Weinstein –investigado por las policías de Londres, Nueva York y Los Ángeles– «personalmente monitorizaba el progreso de estas investigaciones», usando inclusive a «exempleados de su estudio para conseguir nombres y hacer llamadas» que algunos sintieron «intimidatorias», añade el texto.

El productor también recibió información del director de contenido de American Media Inc., Dylan Howard, que usó a uno de sus reporteros para llamar a la exesposa de un director que tuvo un romance con McGowan para que dijera cosas negativas sobre la actriz. «Tengo algo MARAVILLOSO», le escribió Howard en un correo electrónico. «Excelente, sobre todo si mis huellas dactilares no están en ello«, respondió.

En algunos casos, continúa la publicación, las investigaciones eran conducidas por los abogados de Weinstein, entre los que hallaba David Boies, conocido por representar a Al Gore en la carrera presidencial de 2000 y por sus argumentos a favor del matrimonio del mismo sexo en la Corte Suprema.

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